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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» Me gustó tanto la cabeza que me comí, que cuando me ofrecieron comermeotra no pude resistir la tentación de repetir, en aquella primera comidaadiviné que di una buena impresión a la familia en mi presentación.Por la noche nos vestimos de fiesta y estuvimos bailando hasta lamadrugada, lo habitual, y aunque el lugar donde tocaban los músicos estabamuy cerca de la casa, nos fuimos en el 127 por si acaso nos apetecía ir aCuenca, que estaba a pocos kilómetros.No hubo necesidad de ir a Cuenca porque los músicos se ganaron muy bienel sueldo y a la vuelta nos ofrecimos a llevar a la tía de Rocinante a casa en el127, que a pesar de ser un coche pequeño, era bastante confortable.El camino a la casa era cuesta arriba, siempre había pensado que aquelcoche tenía personalidad propia, pero entonces pude verificar que mi cocheera un guasón, porque lo que es subir la cuesta la subió, aunque lo hizodando tumbos, como si volviera de borrachera.Me disculpé con la tía de Rocinante por los pocos modales de mi coche, quedebía querer hacerse el gracioso con los invitados, entre las risas y que el 127cada vez subía más despacio, tardamos en llegar a la casa mucho más que sihubiéramos regresando andando.Fueron cinco días intensos de fiestas, aunque me hubiera pasado con gustomi mes de vacaciones de fiesta con mucho gusto, pero todo llega a su fin yhay que regresar a la rutina, bueno Rocinante, porque yo aún teníaveinticinco días de vacaciones por disfrutar.Siempre que se sale de fin de semana y llega el día de regreso, el domingopor la noche escuchando en la radio las noticias deportivas, se piensa en queal día siguiente hay que madrugar, la diversión toca a su fin, a miparticularmente nunca me llegaba a deprimir esto, aunque Rocinante sepasó el viaje diciendo lo desagraciado que era.Yo sin embargo regresaba feliz por los cinco días de diversión que habíapasado y porque aún me quedaban muchos días de vacaciones, no queríaagravar el sufrimiento de Rocinante con mis pensamientos, que no eranotros que ir al día siguiente a una agencia de viajes y tomar el primer vuelodestino a un lugar al que siempre deseé visitar, a un lugar de mi país queestá muy lejos, a las islas afortunadas, las Islas Canarias.La isla elegida fue la Tenerife, he podido escuchar en numerosas ocasionesde gente que me reprochaba le hecho irme de vacaciones solo, he dereconocer que aquellos años en que los que me iba solo de vacaciones gocéde plena libertad y esto era muy placentero para mí, hubiera deseado haberpodido tener compañía, pero no era así.Hoy tengo la suerte de poder ir de vacaciones con quien comparto mi vida,mi mujer, cuando tenía veinticinco años no tenía con quien compartir misvivencias, aunque sí que tenía un tesoro preciado, juventud y una excelentesalud, muy importante, aunque nunca se obtenga todo lo que uno desearía.- 71 -

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