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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» No es extraño que toda la familia andemos con el corazón roto desde que semi padre nos dejó el pasado mes de marzo, se ha respirado tanto amor enesta familia, que quedamos casi sin aliento ese día tres de marzo.Sirva también la carta de amor de páginas atrás como dedicatoria a estaspersonas que supieron demostrarnos el valor del amor verdadero, un amorque no hemos podido ver en ninguna película, no hay actor tan bueno en elmundo entero para interpretar a estos dos personajes.Pero no quiero dejarme llevar por la melancolía, cuando ellos han sido tandivertidos, y nos han hecho pasar momentos tan entrañables. Mi madresiempre ha querido mucho a uno de los amigos de mis hermanos mayores,Conrado, él había estudiado peluquería y en ocasiones venía a casa a cortarel pelo a mi madre y alguna hermana.Conrado enfermó hace unos años y murió, era un hombre con buen corazóny todos sentimos mucho su pérdida. Recordamos con especial cariño aqueldía en que se quedó a comer Conrado y tuvieron una conversación sobrecucarachas Conrado y mi padre.Conrado decía que había visto en Ceuta cucarachas del tamaño de unmendrugo de pan, de hecho cogió uno de la mesa como muestra. A estoañadió mi padre, si y además con alas.Esta matización provocó la risa de todos los que estábamos a la mesa. Elmotivo de la risa, es que mi padre siempre tuvo el don de decir algo graciosomanteniéndose serio.Cuando decía que las cucarachas que él había visto tenían alas, lo decía, porera verdad que las había visto y en ningún momento trataba de quitarveracidad al hecho que relataba Conrado, sino, más bien, corroboraba que éltambién las había visto, pero que además de ser enormes, las que había vistotenían alas.La risa de todos era motivada porque según había hecho la puntualizaciónmi padre, daba la sensación de que lo hubiera dicho como dando a entenderque no se creía nada de lo que estaba relatando Conrado y que además loexageraba más aún si cabe.Añadiéndole alas a las cucarachas como diciéndole, anda, ¡exagerado! Perotodos sabíamos que si lo decía, no era para desmerecer las palabras deConrado como pudiera parecer, sino, porque él las había visto de verdad, eraeste el motivo que provocaba nuestra risa y el desconcierto en Conrado.Mi madre es una mujer luchadora, es la dama de hierro española, una señorade la cabeza a los pies, cuando el genio de mi madre aflora, a pesar de sermuchos en mi familia, pocos se quedan cerca por si acaso.Pero si le faltara poco con este don, además lo complementa con una enormesensibilidad y humanidad hacia los que le rodean, es de las personas a la quemás admiro por su calidad humana.- 247 -

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