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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» En alguna ocasión me habían contado mis padres que cuando decidieronvolver a Madrid para que pudiéramos tener estudios universitarios comoellos, salió todo el pueblo a despedirles dándoles una muestra deagradecimiento por su calidad humana.En aquella visita pude charlar con Abundio, un señor de pelo blanco queresultó ser el tío de mi primera novia, Maite, aunque solo fuimos noviosdurante un verano y tan solo teníamos ocho y seis años, me gusta hablar deeste noviazgo, pues fue un amor inocente y puro.Algunos lectores podrían pensar que Abundio debía ser un señor de pueblocon escasa cultura y si me apuran tonto, como aquel dicho popular de eresmás tonto que Abundio.Nada más lejos de lo que pudieran pensar, Abundio era una de las personasmás cultas que había conocido hasta el momento, he hecho me contó quecompartía libros y muchas charlas sobre historia, gran afición quecompartían los dos. Abundio me hizo sentir en pocas horas, como alguienmuy querido, hablaba con gran amor y respeto de mi padre, era evidente queen los años que mi padre vivió allí había hecho grandes amistades y Abundiofue uno de sus mejores amigos.Recuerdo con gran afecto aquella visita a aquel pueblo de la alcarria denombre Sayatón, pueblo de gran belleza desde el cual se puede visitar una delas más bellas vistas de río Tajo.Mi madre por aquel entonces tenía ya cuatro niños y recuerda con muchoafecto a la señora Antonia, una buena vecina que le ayudaba en todas lastareas que podía y de la que me ha contado que fue para ella como su madre,en ausencia de la suya se encontraba entonces en Madrid.En la visita, la hija de la señora Antonia que se llama Chon, nos preguntó pormis hermanos mayores y me contaba que recordaba mucho a mi hermanaPaloma de niña.Cuando terminamos la visita, nos despidieron y recordé aquella despedidaque me habían relatado mis padres, incluso recuerdo una lágrima caer de lamejilla de Abundio que nos pidió que diéramos a mis padres el mensaje devisitar Sayatón de nuevo.Mis padres estuvieron meses después, pero no tuvieron oportunidad de ver aninguno de ellos, aunque si tomaron un café y recordaron aquellos días de sujuventud. Mi madre es maestra, ya no solo de la vida, sino que se dedicó a laenseñanza, desde muy joven estuvo enseñando en pueblos estando tanto porÁvila como por la zona del nacimiento del río Tajo.Una anécdota que me gusta recordar que me produce gran emoción, escuando siendo novios, estuvo mi padre trabajando de médico en un pueblo ymi madre de maestra, estando separados por una montaña. Cuando mi padreiba a ver a mi madre, le pedía el burro a un vecino y se cruzaba la montañacamino arriba y abajo para poder ver a su amada.- 246 -

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