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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» SalsaCuántas veces podemos proponernos llevar a cabo un proyecto sin ni tansiquiera comenzarlo, yo muchas, mis deseos de saber bailar salsa venían delejos, pero nunca había dado un paso para conseguirlo.Mi primer paso de baile lo di cuando era niño, me enseñó Leo, mi primeramigo negro. Estábamos en las fiestas de Guadarrama, cuando Leocomenzó a bailar y todos quedamos pálidos, bailaba como los ángeles. Quiseaprender a moverme de inmediato como él, me enseñó un paso de baile, quetras mucho repetir conseguí hacer bien.Con los años pude advertir que Leo se movía tan bien por una facilidadinnata de los negros para el baile, de hecho el profesor que iba a darnosclases de baile Marga y a mí, era afrocubano.Años atrás había hecho intentos de adentrarme en el baile, comencé con lomás difícil, con el baile flamenco. Casi conseguí que mi maestra fuera unagran bailaora a la que admiro como profesional y como persona, es la suegradel que fue mi profesor de guitarra flamenca.Fuimos a cenar unas Fabes con almejas a un asturiano mi profesor, susuegra y yo, en la cena estuvimos hablando de la posibilidad de darmeclases, pero teníamos el problema de que disponíamos de un local apropiadopara las clases, pero al menos, cenamos unas fabes con almejas que estabanriquísimas y tuve el placer de conocer en más profundidad a aquella catalanatan simpática y agradable.El destino quiso que mi maestra de baile flamenco fuera sobrina de mimaestro de guitarra, me enteré que era su sobrina un día que la vi en un pubsituado en la calle Echegaray. Yo iba acompañado de mi maestro, allí nosencontramos con su hija y con algunas sobrinas entre las que estaba mimaestra.Mi maestra de baile quedó muy sorprendida de ver, posiblemente a sualumno más patoso, junto a su tío. Ella no comprendía de qué podía conocera su tío. Al explicarle que yo era alumno de su tío y a mi profesor que susobrina era mi profesora de baile se quedaron todos asombrados de lacoincidencia.No duré mucho con el baile flamenco porque requería de al menos algo denivel, por aquel entonces mis conocimientos de baile eran nulos y era difícilseguir la clase. Años después me atreví con los bailes de salón que mevinieron muy bien para poder bailar un vals en la boda de mi hermano con lahermana de la novia.Poco después en Tenerife vi una exhibición de salsa y Apolo volvió a llamara mi puerta. Volví entonces a bailes de salón con mayor fortuna que laanterior, esta vez la compañera de baile parecía compenetrarse mejor que laanterior, aunque un bien día dejó de aparecer por clase y era tan buena lacompenetración que su marcha me desilusionó y dejé las clases.- 233 -

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