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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» OudEl mes de mayo se incorporó al trabajo una nueva compañera de nombreLeila. Los primeros días no adiviné de donde podría ser, tenía una mezcla derasgos blancos y negros, al principio pensé que pudiera ser latinoamericana.Pero no hay mejor que preguntar para salir de dudas y eso hice al díasiguiente cuando coincidí con ella en el autobús de la empresa:Miguel: Buenos díasLeila: Hola, ¿cómo estás?Miguel: Con algo de sueño a estas horasLeila: ¡Calla, no me hables!Miguel: ¿Dormiste mal?Leila: No, no he dormido mal, ¡es que no he pegado ojo!Miguel: Anda, ¿y eso?Leila: Es que hay fiestas en el pueblo donde vivoMiguel: Pues haberte unido a la fiesta, ¿eres latinoamericana?Leila: Qué va, soy de CasablancaPor aquel entonces llevaba tiempo sin tener una relación con ninguna chicay Leila era bastante atractiva. Legó el verano y comencé a ir a diario aGuadarrama para bañarme en la piscina, Leila me acompañaba hasta elintercambiador de Moncloa donde nos separábamos, creo recordar que ellavivía en Villanueva de la Cañada.Cuando llegaba a la piscina me encontraba a veces con Pedro y su mujerFabiana y otras veces con Pablo y su mujer Carol. Pedro y Pablo eran amigosde la niñez. Recuerdo haberles comentado a Pablo y Carol que todos los díasvolvía del trabajo con un bombón de chica que era de Casablanca.Me animaron a lanzarme y decirle que me gustaba. Pero en realidad, meresultaba tan grata su compañía hasta el intercambiador de Moncloa quetemía que si le decía que me gustaba pudiera dejar de acompañarme y decidídejarlo para más adelante.Había una compañera de trabajo que cuando se refería a Leila y ella noestaba, la llamaba la negra. Un día me dijo que iba a echar a la negra, el queera su compañero más directo también hizo un comentario de que íbamos adejar de ver a Leila muy pronto.Al día siguiente me encontré a Leila por la mañana al ir al trabajo, yo creíaque ella ya estaría informada de que se iba de la empresa, entonces lepregunté que cuando se iba a ir. Ella se sorprendió mucho, no tenía ni ideade que se fuera a marchar de la empresa, nadie le había dicho nada.Recordé la novela «crónica de una muerte anunciada», todos sabíamos de lamarcha de Leila excepto la propia interesada. Se quedó sin saber qué hacer,le sugerí que llamara a su empresa para informarse de la situación.- 230 -

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