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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» El estado de ánimo de un artista es fundamental para ejercer su profesión enlas mejores condiciones, por aquel entonces, yo me encontraba libre deestrés y con buenas vibraciones, estado mental idóneo para una actuaciónmusical.Como cualquier otra tarde más, me dirigí al Trasiego y se encontrabantocando Daniel con una pareja musical que actuaba por varios locales deMadrid.La pareja tenía una actuación en el Trasiego y mientras ensayaban lesacompañé con la caja rumbera. Tenía recientes las últimas lecciones de mimaestro, en las que el ritmo jugó un papel importante.Para el tipo de música que hacían, me resultaba sencillo acompañar y alcantante le gustó como sonaba la caja y me propuso que si les podíaacompañar en algunos temas del concierto, acepté con mucho gusto.El concierto tomó un tono festivo y estuve acompañando a los dos temas quehabíamos acordado quedando el público muy satisfecho con la actuación ycomo ya había terminado mi intervención me subí al pub para charlar unrato con David.Estuvimos hablando de lo bien que lo estaba pasando el público y tomandounas cervezas bien merecidas. Al poco rato apareció una chica muy guapacon acento brasileño, se dirigió a mí y me preguntó que si era Miguel.Yo estaba maravillado, pensé, vaya racha, pero no es que quisiera ligarconmigo, me venía a avisar que abajo en la cueva, los músicos me estabanbuscando para acompañarles de nuevo.El próximo tema que iban a interpretar era una rumba y pensaron que iríabien la caja, así es que bajé corriendo de la mano de la bella chica brasileña ytocamos la rumbita.Finalizó el concierto, pero lo mejor estaba por venir, convertimos laactuación en una Jam Session, del estilo de aquellas que hacía con misamigos cuando éramos niños en Guadarrama detrás de las pistas de tenis oya de mayor en el pueblo de mi amigo Rocinante.Se pusieron las cartas sobre la mesa y cada uno sacó lo que llevaba dentro,en su alma, sus canciones íntimas, su música preferida, el concierto deverdad acababa de comenzar.Fue un momento divertido recordando aquellas canciones que ya no habíavuelto a tocar desde que con tan solo once años creía ser un nuevo trovadorde asfalto.Por lo general la música despierta un mundo de sensaciones en cada uno denosotros, al igual que un buen plato de comida. Pero cuando para elaborarlose pone lo mejor de uno mismo, el resultado obtenido es en ocasionessorprendentemente bueno.- 207 -

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