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Miguel Ángel Sáez Gutiérrez «Marino» Arte Y JusticiaEn el año noventa y ocho estaba en pleno auge artístico, no solo tenía la gransuerte de ser alumno aventajado de uno de los grandes maestros delflamenco, sino que además era mi amigo y como sabía que admiraba el artede su familia, me invitaba a acompañarle siempre que alguno de los suyosactuaba.Esta vez era una actuación de su hermano mayor Juan en el Conde Duque,acompañaba al cantaor Chano Lobato y Enrique de Melchor a José Menese,al que ya conocía de vista porque ocasionalmente venía a la consulta de mipadre.Cuando llegamos a la entrada del Conde Duque le dijimos al señor de lapuerta que veníamos a ver a Juan, entonces nos pidió que le dijéramosnuestros nombres y comenzó a buscar si estaban en una lista que sacó de sutaquilla.Nos dijo que sintiéndolo mucho no podía dejarnos entrar porque no nosencontrábamos en la lista de invitados Vip, entonces mi maestro Carlos leexplicó que él era hermano de Juan y yo un amigo, que si era tan amable decomunicarle que estábamos esperando en la puerta.Aunque no parecía demasiado convencido, por fortuna el señor de la puertaavisó a un compañero para que dieran el recado a Juan, tras lo que no tardóen aparecer una chica muy amable que nos pidió que le acompañáramos.Ya estábamos dentro y me alegré de que todo hubiera salido bien, me temíaque pudiéramos quedarnos sin ver el concierto, pero por fortunaconseguimos entrar y pronto estábamos con la familia de Carlos y otrosgrandes artistas.Me presentó Carlos a Chano Lobato, un hombre de una calidad humanatremenda, desprendía alegría y energía por cada poro de su piel, muy afabley cordial, no me conocía de nada, pero el hecho de estar acompañado deCarlos le bastaba para considerarme uno más de la familia.Mientras bromeábamos apareció por allí el juez Garzón, alguno de los queestábamos por allí dijo: ¡ojo, que este viene a amarrarnos!, afortunadamentefue una falsa alarma, no solo venía a ver el concierto, sino que, como supemás tarde, es un gran aficionado al flamenco al igual que yo.El buen aficionado deja de hacer cualquier cosa y queda hipnotizado si ve alcante a Diego el Cigala o si ve acompañando a la guitarra al gran Tomatito,son artistas que te hacen perder el sentido y solo lo recupera cuando parande cantar o de tocar.El flamenco es como la vida misma, no puedes pasar por alto y dejar paramañana un concierto de un Camarón o de un Manzanita, quien te dice a tique mañana no te falte «o seu coração» o que en el cielo podamos estaralguno de nosotros dos.- 128 -

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