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La Democracia en América Latina: Contribuciones para el Debate

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ealidad, nos dividió y favoreció la interv<strong>en</strong>ción extranjera <strong>en</strong>tre nosotros.Los derechos humanos han sido violados muchas veces, <strong>en</strong> prácticam<strong>en</strong>tetodos nuestros países. El medio ambi<strong>en</strong>te de este Nuevo Mundoha sido severam<strong>en</strong>te am<strong>en</strong>azado <strong>en</strong> muchas partes. Una muy maladistribución d<strong>el</strong> ingreso ha sido la fatídica variable que explica una partedemasiado grande de los destinos individuales y comunitarios; algunosrecib<strong>en</strong> siempre más y otros recib<strong>en</strong> siempre m<strong>en</strong>os, más allá de lasconting<strong>en</strong>cias y de los cambios <strong>en</strong> otros aspectos de la realidad.En la última parte d<strong>el</strong> siglo XX nuestra historia regional fue, quizás,dura como nunca. Se faltó a la democracia, se violaron los derechoshumanos, con una profundidad tal que aún estamos recobrándonosde <strong>el</strong>lo.Este cúmulo de injusticias no pudo dejar indemne nuestro corazón.El fatalismo, la amargura, la s<strong>en</strong>sación de que la injusticia es todopoderosa,se g<strong>en</strong>eralizaron. Y, como señalara bi<strong>en</strong> Octavio Paz, nosfuimos ad<strong>en</strong>trando <strong>en</strong> <strong>el</strong> laberinto de nuestra propia soledad, pero noporque fuera inevitable, sino por la forma <strong>en</strong> que los poderosos moldeabannuestras sociedades.Y aquí estamos, <strong>en</strong> este perman<strong>en</strong>te amanecer que nunca parece llegara mediodía. Hoy exist<strong>en</strong> más latinoamericanos pobres que nunca<strong>en</strong> nuestra historia, la democracia está débil, <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to es m<strong>en</strong>oral que ya tuvimos. Estamos desunidos ad<strong>en</strong>tro, sin voz común haciaafuera. No logramos negociar <strong>en</strong> conjunto nuestro ingreso <strong>en</strong> la sociedadglobal.Sin embargo –lo ha dicho bi<strong>en</strong> Gabri<strong>el</strong> García Márquez–, los latinoamericanosseguimos existi<strong>en</strong>do, aum<strong>en</strong>tamos <strong>en</strong> número y mant<strong>en</strong>emosla esperanza, esa que nos permite replantear nuestro caminocada cierto número de años.Porque cada uno de nuestros países ha t<strong>en</strong>ido o ti<strong>en</strong>e episodios deesperanza, <strong>en</strong> los que se trabaja duro por acercar la tierra al ci<strong>el</strong>o, porcruzar la puerta de la modernidad, como decimos hoy. <strong>La</strong> historia d<strong>en</strong>uestros países está ll<strong>en</strong>a de hombres y de mujeres, de movimi<strong>en</strong>tossociales y de partidos, que han tratado de hacer las cosas de otro modo.De esfuerzos familiares, de campesinos, de clases medias, de jóv<strong>en</strong>essoñadores, de mujeres que exigían su derecho a votar. Todos <strong>el</strong>losforman parte de la historia, de ese <strong>en</strong>tramado de r<strong>el</strong>aciones humanas<strong>en</strong> la Tierra.Prefacio11

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