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Lawrence de Arabia - JOSE MARIA ALVAREZ - José María Álvarez

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Estaba a punto <strong>de</strong> alistarme –Trenchard 52 y el vicemariscal <strong>de</strong>l Aire sir OliverSwann comprendieron muy bien (o se compa<strong>de</strong>cieron) las dificulta<strong>de</strong>s por las que yopasaba, y me facilitaron el alistamiento bajo nombre falso- cuando recibí las pruebas <strong>de</strong>la edición por suscripción <strong>de</strong> mi libro. Había esperado ese momento con ansiedad;cuando tuve una ejemplar en la mano, lo hojeé, no me gustó <strong>de</strong>masiado, y lo <strong>de</strong>jé sobreuna mesa sin especial emoción. Otra cosa más, muerta. Muerta.En la oficina <strong>de</strong> reclutamiento <strong>de</strong> Henrietta Street me sucedió algo bastante<strong>de</strong>sagradable. El oficial encargado me envió a reconocimiento médico; el doctor, unescocés gordo, grasiento y <strong>de</strong> enrojecidas mejillas, me or<strong>de</strong>nó que me <strong>de</strong>snudara.Cuando vió las cicatrices <strong>de</strong> mi espalda, hizo un gesto <strong>de</strong> repulsa. Me or<strong>de</strong>nó algunosejercicios. Su dictamen fue inapelable: mi cuerpo era una ruina, incapacitado paraenrolarme en la RAF.Tuve que rogarle a Trenchard que me facilitase las cosas. Lo hizo y me inscribíbajo el nombre <strong>de</strong> John Hume Rosse. Me mandaron a Uxbridge para la instrucción.Probablemente sí que estaba convertido en una ruina, porque los ejercicios meresultaron muy duros, yo que había vivido infatigablemente la guerra <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto.Mi“<strong>de</strong>sasimiento” <strong>de</strong> los últimos tiempos me había agotado. Pasaba los días ocupado enmiles <strong>de</strong> tareas estúpidas, y procuraba aislarme para leer. Volví a leer a Plutarco, quesiempre ha sido un lenitivo para mi alma, y <strong>de</strong>cubrí, pues acababa <strong>de</strong> publicarse, unpoema fascinante, El yermo, <strong>de</strong> Thomas Stearns Eliot. No. Lei a Eliot <strong>de</strong>spués, enFarnborough. El yermo fue para mí una revelación, algo que me conmocionóvivamente, con la intensidad que en mi niñez me había, impresionado aquellos librossobre las Cruzadas. Esos versos alucinantes.Recordé que yo había conocido a su autor,una noche, un par <strong>de</strong> años atrás, en casa <strong>de</strong> Virginia Woolf, en Recichmond. Y aquelhombre silencioso, con aspecto <strong>de</strong> funcionario, era quien había soñado esos versos queahora me quemaban en mi imaginación.Pero no pasó mucho tiempo sin que la prensa –aquellos malditos reporteros <strong>de</strong>lDaly Mail- me <strong>de</strong>scubriera. La situación se hizo muy confusa y sobre todo insoportablepara mis oficiales, que no se atrevían a mandarme. Menos mal que al poco tiempo me<strong>de</strong>stinaron a Farnboroug, a la Escuela <strong>de</strong> Fotografía.Entonces conocí a Guy, Guy era muy joven, parecía el ángel <strong>de</strong> La Virgen <strong>de</strong> lasrocas <strong>de</strong> Leonardo. Fue una amistad intensa, en la que se mezclaba la atracción sexual.Pero jamás tuve ninguna relación con Guy.Ahora -qué fantástico, es como un pinchazo con una aguja en una carne muerta,que por un segundo se estremece- su recuerdo me excita. Vuelvo a verle como laprimera vez que se <strong>de</strong>snudó <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mí en las duchas <strong>de</strong>l campo <strong>de</strong> instrucción. Suaire lánguido, su cuerpo fino, esbelto, el sexo que le caía entre los muslos... Y sumirada; mientras se enjabonaba me miraba. Pero me había jurado no volver a permitirque nadie se adueñara <strong>de</strong> mí. Guy intentó en algunas ocasiones una aproximacióníntima, incluso una noche se <strong>de</strong>slizó en mi cama «para hablar», <strong>de</strong>cía. Pero ni siquierame permití con él placeres que había tenido con Dahum, como leerle poemas eróticos.Lo que sí sucedió es que la turbación que me producía... Ahora mismo vuelvo aexcitarme, la polla se me ha endurecido tanto que casi duele. Voy a masturbarmeHa sido mágnífico. Me he hecho una paja pensando en Guy, imginando que hacíacon él lo que nunca me permití. Ha sido una paja larga, lenta, saboreándola, reteniendovarias veces la eyaculación. Ha sido formidable. Estoy exhausto.52 Hugh Montague, primer vizcon<strong>de</strong> Trenchard. Mariscal <strong>de</strong>l Aire Había organizado y mandado la aviación <strong>de</strong> bombar<strong>de</strong>o inglesaen la gran guerra, en Francia. En febrero <strong>de</strong> 1919, Churchill lo nombró jefe <strong>de</strong>l Estado Mayor <strong>de</strong>l Aire. A su luci<strong>de</strong>z y tozu<strong>de</strong>z se<strong>de</strong>be la supervivencia y <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la RAF.85

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