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Lawrence de Arabia - JOSE MARIA ALVAREZ - José María Álvarez

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También me acompañaron mucho la Anatomía <strong>de</strong> la melancolía <strong>de</strong> Burton, los versos<strong>de</strong> Yeats, que siempre me han emocionado, Conrad, Flavio Josefo y, siempre, Melville.Ya había presentado antes <strong>de</strong> ir a París un resumen <strong>de</strong> mis puntos <strong>de</strong> vista -ysupongo que «la fama» me daba autoridad ante aquellos caballeros en la reuniónespecial <strong>de</strong> la Comisión Oriental <strong>de</strong>l gabinete. Les dije que lo mejor sería la existencia<strong>de</strong> cuatro Estados, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> El Higaz, bajo el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Hussein, al reparto <strong>de</strong> Mesopotamiaen dos, el Norte para Zeid, el Sur para Abdullah, <strong>de</strong>jando Siria entera para Feyssal. Medijeron que podía consi<strong>de</strong>rarse la i<strong>de</strong>a, pero acudiendo a un plebiscito, plebiscito que yosabía sería manipulado por nuestros gobiernos. El Jerife Hussein dijo que no aceptabaen forma alguna que se cuestionara su po<strong>de</strong>r, y que a<strong>de</strong>más la soberanía <strong>de</strong> <strong>Arabia</strong> habíasido prometida por Inglaterra a cambio <strong>de</strong>l apoyo árabe en la guerra contra Turquía.Como preparación para el congreso, Feyssal vino a Inglaterra, acompañado <strong>de</strong>Nuri Said. Desembarcaron antes en Marsella, y allí los esperé. Como afirmación <strong>de</strong> milealtad -lo que hice durante toda aquella época, incluso en las sesiones <strong>de</strong>l congreso- mepresenté vestido <strong>de</strong> árabe, lo que complació mucho a Feyssal; creo que entendió que miafecto y mi respeto por él y su causa eran superiores a los que estaba obligado amanifestar por Inglaterra. Quise que todos lo supieran. Feyssal me trajo como regalo lamagnífica Historia <strong>de</strong> la guerra <strong>de</strong> Delbriik. Traté <strong>de</strong> conducirlos directamente aLondres, pero las autorida<strong>de</strong>s francesas, imagino que para po<strong>de</strong>r hacer ante él un«<strong>de</strong>spliegue <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r», establecieron un largo itinerario con todo tipo <strong>de</strong><strong>de</strong>mostraciones, sociales y militares. Era como <strong>de</strong>cirle: todo esto está <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> nuestrasaspiraciones en Siria. Feyssal se <strong>de</strong>jaba cortejar, pero permaneció inescrutable. Por fínconseguimos <strong>de</strong>jar atrás aquel interminable <strong>de</strong>sfile <strong>de</strong> prepotencia y subimos enBoulogne a un crucero británico que nos condujo hasta Inglaterra.El rey recibió a Feyssal en el palacio <strong>de</strong> Buckingham y yo permanecí a su lado,ataviado con mi jaiqe <strong>de</strong> seda blanco y mi quffiya con aqal <strong>de</strong> oro.Acudí a París con muy pocas esperanzas. Pero me había propuesto <strong>de</strong>jar al menosorgullosamente enarbolada la ban<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rechos árabes. Los franceses no semostraron muy complacidos con mi presencia en las sesiones. Pero tanto Feyssal comoel gobierno inglés –Inglaterra, por lo que yo pudiera servir para reducir la influenciafrancesa -me impusieron. Me hospedé en el hotel Continental, cercano al Majestic y alAstoria, que eran los alojamientos <strong>de</strong> la <strong>de</strong>legación británica. Pedí –y obtuve- permisopara que mi intervención en el Congreso se estableciese como miembro <strong>de</strong> la <strong>de</strong>legación<strong>de</strong> El Higaz. Como aquella imagen –mi ropa árabe, la gumía que siempre llevé al cinto,mi asiento junto a Feyssal- era lo más llamativo para la prensa, no me daban <strong>de</strong>scansosolicitando incontables entrevistas, que yo aprovechaba para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r la causa <strong>de</strong>Feyssal.Propuse al gobierno <strong>de</strong> Su Majestad que se permitiera la total libertad <strong>de</strong> ElHigaz, que Mesopotamia –en caso <strong>de</strong> resultar imposible establecer lo que era miopinión: reinos libres bajo Abdullah y Zeid, los hijos <strong>de</strong>l Jerife-- quedase bajo mandatoinglés , y que para contentar a Francia se le <strong>de</strong>jase el mínimo aceptable <strong>de</strong> Siria,entregando el resto a Feyssal, a quien también se le conce<strong>de</strong>ría una salida al mar porAlejandreta. A cambio los árabes <strong>de</strong>bían reconocer un Hogar Judío, aunque éstequedase bajo “control” británico. Esto, que al principio parecía factible dada lamo<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> Feyssal, y también sin duda la <strong>de</strong> Chaim Weizmann, entró luego en uncallejón sin salida <strong>de</strong>bido a la intransigencia creciente <strong>de</strong> unos y <strong>de</strong> otros en lo referentea los territorios palestinos.Ni que <strong>de</strong>cir tiene que tanto Woodrow Wilson como Lloyd George y, sobre todo,Clemenceau, que fue el mayor responsable <strong>de</strong> los <strong>de</strong>spropósitos inconcebibles que seapañaron lo mismo en nuestras sesiones que en el monstruoso Tratado <strong>de</strong> Versalles, no78

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