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Lawrence de Arabia - JOSE MARIA ALVAREZ - José María Álvarez

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canal. No podía soportar su mirada. En cuanto pu<strong>de</strong> montar, lo <strong>de</strong>jé todo en sus manos yfui a Aqaba.Allí me enteré <strong>de</strong> que Allenby estaba a punto <strong>de</strong> tomar Jerusalem, y que <strong>de</strong>seabaque yo entrase junto a él en el <strong>de</strong>sfile <strong>de</strong> la victoria. Me indicó por medio <strong>de</strong> Claytonque «lo hiciera como oficial británico», lo que significaba una or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> abandonar misropas árabes. Algunos oficiales me prestaron las suyas y así -no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> ser otro«disfraz»- no <strong>de</strong>sentiné en aquella apoteosis imperial en la puerta <strong>de</strong> Jaffa, «supremomonumento <strong>de</strong> la guerra» como se ha escrito. Mientras sonaban las marchas yo pensabaen Tito, cuando fue enviado por su padre para aplastar a los judíos. Ante esas murallasestuvieron la Quinta Legión, y la Décima y la Decimoquinta, toda la vieja solda<strong>de</strong>sca <strong>de</strong>su padre, como dice Tácito. Con ellas y con la Tercera <strong>de</strong> Alejandría y la Duodécima <strong>de</strong>Siria, arrasó al enemigo. En el banquete <strong>de</strong> celebración, Allenby se enfrentóviolentamente al Alto Comisario <strong>de</strong> Francia, Georges Picot, quien cometió el error <strong>de</strong><strong>de</strong>cir que, puesto que Jerusalem caía bajo influencia francesa, iba a establecer allí sugobieno civil. Allenby no parecía estar al día <strong>de</strong>l «reparto» entre Inglaterra y Francia, olo disimulaba con su aire <strong>de</strong> hallarse por encima <strong>de</strong> todo lo que no fuese militar.-¿Y a usted qué le parece? -me preguntó Picot.-Me he limitado a ser el ala <strong>de</strong>recha <strong>de</strong>l avance hacia el Norte -le dije-. Jamás hetenido preocupaciones políticas.-Creo que en algunos momentos ha hecho usted algo más que aplastar a los turcos-dijo Picot con una sonrisa gélida.-Sí -le respondí-. He aplastado a los árabes.Allenby se apresuró a llevar la conversación hacia otros campos. Al finalizar elbanquete, me dijo que le acompañase a su <strong>de</strong>spacho. Allí me informó <strong>de</strong> las medidasadoptadas para el avance hacia Damasco. Creía que «mi ejército» árabe <strong>de</strong>bía irocupando el valle <strong>de</strong>l Jordán, lo que a mí me pareció una i<strong>de</strong>a conveniente para losintereses <strong>de</strong> Feyssal.-Ah... -me dijo Allenby al <strong>de</strong>spedirme-. Le comunico, para su personalenvanecimiento, que los turcos acaban <strong>de</strong> subir su cabeza a treinta mil libras.Volví lo antes posible a Aqaba para entrevistarme con Feyssal. Le puse alcorriente <strong>de</strong> los planes <strong>de</strong> Allenby y le sugerí que llevase la penetración árabe más alláincluso <strong>de</strong> las líneas establecidas.-Es vuestra ban<strong>de</strong>ra la que <strong>de</strong>be tomar Damasco. Y <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rla a cualquier precio.-Se acerca una hora que no es hermosa me dijo-. La hora <strong>de</strong> los políticos.-Sois como aquel que cantaba Mutanabbi, señor <strong>de</strong> los caballeros, <strong>de</strong> la noche y<strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto. Y en ninguno <strong>de</strong> los tres espacios hay lugar para la política.-Amigo mío -me dijo Feyssal-, mucho te <strong>de</strong>bo, y nunca podré recompensarte conlo único verda<strong>de</strong>ramente gran<strong>de</strong>: la paz <strong>de</strong>l alma.-Yo he luchado -le dije- por esa ban<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> seda roja, por verla dominar sobre lasarenas.Feyssal me miró. Creo que había piedad en sus ojos.-Enfrentarse rígidamente al viento <strong>de</strong>rriba el árbol. Pero el junco sobrevive alhuracán.Sí, esa ban<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> seda roja sobre las arenas... Qué hermosa causa perdida. ¿Y quéiba a hacer yo ahora? Había apostado todos mis sueños a esa rebelión. Lo único que meinteresaba en el mundo eran gestos, acciones, instantes como los que allí habían<strong>de</strong>vorado mi alma, como los que allí se me había dado contemplar: la gloria y lamajestad <strong>de</strong> Feyssal, el sueño <strong>de</strong> oro <strong>de</strong> Auda, el coraje y la lealtad <strong>de</strong> Alí ibn Hussein,la amistad <strong>de</strong> tantos guerreros, y Dahum. Y sentir en las manos el latido, la crepitación<strong>de</strong> la Historia aunque fuese un instante, que sólo durante un instante fuese posible65

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