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Lawrence de Arabia - JOSE MARIA ALVAREZ - José María Álvarez

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Supphiluliuma I. Pero los recintos amurallados sí eran dignos <strong>de</strong> estudio. Y el murallón<strong>de</strong> ladrillo y piedra <strong>de</strong> Karkemish era un tesoro.Karkemish, a<strong>de</strong>más, y sobre todo, es la memoria imborrable <strong>de</strong> Dahum. Imagen<strong>de</strong> una amistad ardiente como dicen que es el amor y que jamás abandona mipensamiento, ni aún hoy, cuando ya nada amo: la imagen <strong>de</strong> Dahum, el brillo <strong>de</strong> susojos inteligentes y sensuales, el calor <strong>de</strong> su amistad. Cuando lo conocí era un chiquillo<strong>de</strong> apenas quince años, dulce y bello. Parecía un Antinoo. La primera vez que lo viestaba sirviendo agua a un grupo <strong>de</strong> trabajadores. El sudor que cubría su rostro ymojaba sus cabellos le proporcionaba un aire suntuoso, mórbido. Su belleza sedujo missentidos y mi inteligencia. No podía <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> mirarlo. Se dio cuenta <strong>de</strong> esa emoción yvino corriendo para ofrecerme agua. Sus ojos obscuros <strong>de</strong> voluptuosa mirada, sus labioscasi <strong>de</strong> mujer. Sonreía constantemente. Su piel era muy blanca y tenía unas manospreciosas 39 . Hizo que volvieran a mi memoria esos versos <strong>de</strong> plata <strong>de</strong> Verlaine: «El másbello <strong>de</strong> todos los ángeles <strong>de</strong>pravados. Sus dieciséis años, ah. Bajo su corona <strong>de</strong> flores.Con los brazos cruzados sobre ricos collares, soñaba, y su mirada tenía vivosresplandores...»Durante todo el tiempo <strong>de</strong> mi estancia allí, no nos separamos; incluso llegamos adormir juntos, tanta era la simpatía mutua que nos sugestionaba. Dahum era ese amigoque jamás había tenido, la absoluta complicidad en todo, y a<strong>de</strong>más había ciertaatracción morbosa que hacía excitante cada segundo. En algún momento incluso mellegué a preguntar si no sentía por él una atracción sexual, que bien hubiera podido<strong>de</strong>spertar su inmensa y ambigua belleza, pero no fue así, o si lo fue no llegó a floreceren relación carnal alguna. Era mi amigo, alguien que me hechizaba con su presencia,con su juventud, con su gracia, cuyas radiaciones avivaban la sensualidad, meexcitaban, pero el fulgor <strong>de</strong> nuestra amistad estaba en la alegría común y continuada <strong>de</strong>hacer cosas juntos, hablar, reírnos, competir físicamente en largas caminatas y durasfaenas. Era algo viril, supongo que como lo que <strong>de</strong>biera ser normal entre aquellosantiguos que yo tanto veneraba, Alejandro, Epaminondaas... A<strong>de</strong>más le enseñé a leer y aescribir. Y él me relataba mágicas y fascinantes leyendas <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto y las tribus; teníauna voz muy dulce y a veces, en las largas horas antes <strong>de</strong> dormimos, me recitabapoemas <strong>de</strong> la <strong>Arabia</strong> preislámica conservados por tradición oral en las tribus. Yo lerecitaba poemas <strong>de</strong> la Corona <strong>de</strong> Meleagro que parecían hechos para él.A finales <strong>de</strong> Agosto <strong>de</strong> 1911 la malaria me golpeó <strong>de</strong> nuevo, y regresé enfermo aInglaterra. Pero en cuanto me recuperé, volví a Oriente. Como las excavaciones enKarkemish se habían interrumpido, entre otras razones por las obras <strong>de</strong>l ferrocarrilBerlín Bagdad, y los alemanes, aliados <strong>de</strong> los turcos, estaban construyendo un puentecerca, me las apañé para que me mandasen con una beca a Karf-Ammar, en Egipto,don<strong>de</strong> estaba excavando sir William Flin<strong>de</strong>rs Petrie. Allí aguardé hasta que sereiniciaron las excavaciones en Karkemish, don<strong>de</strong> Hogarth había sido reemplazado porLeonard Wooley, y don<strong>de</strong> me esperaba mi amado Dahum.Aparte <strong>de</strong> algún viaje a Inglaterra, aunque muy rápido, y unas cuantas visitas aciertas zonas <strong>de</strong> Mesopotamia, continué trabajando en Karkemish hasta el Verano <strong>de</strong>1914 40 .Dahum y yo hicimos muchos hallazgos y un viaje inolvidable a Misyaf, don<strong>de</strong>había vivido el Viejo <strong>de</strong> la Montaña. Pero el conflicto <strong>de</strong> las potencias ya resonaba en elhorizonte, y la cercanía <strong>de</strong> los alemanes y la alianza turca hacia difícil nuestra39 Era <strong>de</strong> piel muy blanca. El sobrenombre Dahum -<strong>de</strong> la voz Tethum que en la Biblia significa la obscuridad <strong>de</strong>l caosanterior a la creación-, «el Obscuro <strong>de</strong> pie o más exactamente: «como la noche obscura cuando no hay Luna»-, era una bromaprecisamente por su blancura. Su verda<strong>de</strong>ro nombre era Ahmed, y seguramente es el S. A. -Sheik Ahmed- <strong>de</strong> la <strong>de</strong>dicatoria <strong>de</strong> Lassiete columnas <strong>de</strong> la sabiduría.40 Véase el Apéndice.41

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