11 <strong>de</strong> Enero. Mar Arabigo.Releo lo <strong>de</strong> ayerEl camino en las siguientes jornadas estuvo sumido en el silencio. Avanzábamossobre un campo <strong>de</strong> lava que hacía aún más espantoso el camino. Nadie cantaba. Cuandollegamos al campamento <strong>de</strong> Abdullah, apenas pu<strong>de</strong> hablar con él. Le transmití la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>frenar la retirada <strong>de</strong> los hombres <strong>de</strong> Fakhri Bajá, y me <strong>de</strong>smayé.Estuve varios días muy enfermo. La fiebre me consumía y unido al calor <strong>de</strong> latienda, me asfixiaba. Mis pensamientos eran un tumulto espeso como el sudor. Veía elrostro <strong>de</strong>l marroquí al que había asesinado, la imagen <strong>de</strong> Feyssal avanzando a la cabeza<strong>de</strong> su ejército; notaba mis manos húmedas y las veía ensangrentadas. Otras veces yo erael marroquí y alguien me disparaba. Y al mismo tiempo le daba vueltas y vueltasobsesivamente a los planes <strong>de</strong> penetración hacia el Norte <strong>de</strong> nuestras tropas. Damasco,sí, Damasco. Pero Damasco pasaba por la línea Beersheva-Ma'an, y ésta eraimpenetrable sin Aqaba. Y Aqaba era invulnerable <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el mar y por tierra seinterponían las baterías turcas, y la garganta <strong>de</strong> cuarenta kilómetros <strong>de</strong>l Uadi Itm era unmata<strong>de</strong>ro 32 .Me encontraba ya un poco recuperado, cuando una mañana, en el corte <strong>de</strong> sol ysombra <strong>de</strong> la entrada <strong>de</strong> mi tienda, vi una serpiente. Le tiré una piedra y la serpiente,veloz como un rayo, zigzagueó y se perdió en las arenas. De pronto lo vi con todaclaridad.Esa serpiente éramos nosotros. Mi i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que no <strong>de</strong>bíamos formar un ejército <strong>de</strong>las características <strong>de</strong> los europeos, con sus movimientos lentos y pesados, o fijos en lastrincheras, sino una fuerza ágil, rápida, como esa serpiente, atacando y <strong>de</strong>sapareciendo,usando lo que era la naturaleza <strong>de</strong> mis guerreros: su movilidad, su adaptación al terreno.Invisibles como ella, <strong>de</strong>sapareciendo en el <strong>de</strong>sierto. Claro. Ésa era la solución. El<strong>de</strong>sierto. Un mundo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el que nadie esperaría vernos aparecer. Como aquellaserpiente, arena como ella. Y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> esas arenas, atacar. Atacar Aqaba. Pero <strong>de</strong>s<strong>de</strong> eleste, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el sol. Sí. Lo sentí, no como un razonamiento estratégico. Lo vi. Lo sentífísicamente, como al viento ardiente. Éramos el viento y éramos la serpiente. Sí. Aqaba.Des<strong>de</strong> el <strong>de</strong>sierto. Y sentí como si una mano me apretara las entrañas, un vértigo <strong>de</strong> luz,como si toda mi vida confluyese en ese instante.Vehementes imágenes pasaron ante mis ojos. El rostro <strong>de</strong> mi madre un día <strong>de</strong> miniñez regalándome La isla <strong>de</strong>l tesoro, un retrato -¿dón<strong>de</strong> lo había visto?- <strong>de</strong> WalterRaleigh. Vi, borroso, el pueblecito don<strong>de</strong> nací 33 nuestra casa entre árboles, una cala <strong>de</strong> laisla <strong>de</strong> Man, casi podía tocar los empapelados <strong>de</strong> nuestra casa <strong>de</strong> Polstead Road, 34 suventanal enorme en aquella fachada <strong>de</strong> ladrillo rojo, los baluartes <strong>de</strong> Dinard, un viejofarol que había en Oxford <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> nuestra casa... Todo como en un caleidoscopiovertiginoso. Aqaba. El <strong>de</strong>sierto. El rostro <strong>de</strong> Dahum una noche <strong>de</strong> Luna en Karkemish,32 Véase el Apéndice.33 Dudosa afirmación, si tenemos en cuenta que <strong>Lawrence</strong> <strong>de</strong>jó la hermosa casa familiar <strong>de</strong> Tremadoc -en el Norte <strong>de</strong> Gales- contrece meses <strong>de</strong> edad. Creemos que se refiere a la que sí fue su casa <strong>de</strong> la infancia, en Kirkcudbright, Escocia -aunque también<strong>de</strong>jaron ésta cuando él estaba a punto <strong>de</strong> cumplir tres años-. Después se instalaron en la isla <strong>de</strong> Man, en Jersey, y en 1891, enDinard.34 El número 2, una magnífica casa. Oxford.37
sus ojos. Los gritos <strong>de</strong>l marroquí en Uadi Qitan... Y otra vez Aqaba. Y la sonrisa <strong>de</strong>Janet Laurie, su pelo recogido y su hermosa boca y su mirada cálida. Vi, sí, vi páginas<strong>de</strong> Virgilio, los grabados <strong>de</strong> caballeros cruzados que cubrían las pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la casita <strong>de</strong>ljardín que me había regalado mi padre. Me di cuenta <strong>de</strong> que estaba repitiendomecánicamente versos <strong>de</strong> Antonio y Cleopatra. Sentí en mi carne cómo el mismoespíritu divino que produjo esos versos -ese ímpetu es el que habita a ciertos hombreselegidos; algo que volvería a sentir <strong>de</strong>spués muchas veces en la batalla: ese «sagradoinstante» revelador <strong>de</strong>l gran secreto, aunque sea inefable.Es como ahora mismo, en este camarote inmundo. La luz que entra por la portilla,el juego <strong>de</strong> partículas en la luz no está sucediendo en Bombay; es el juego <strong>de</strong> la luz <strong>de</strong>lsol sobre los adoquines <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Turl Street hasta la puerta <strong>de</strong>l Jesus College. Veo <strong>de</strong>nuevo el rostro <strong>de</strong> mis hermanos como en la vieja fotografía: el rostro sonriente <strong>de</strong>Frank; Will está triste y «alejado», como si ya estuviera en su muerte, esa que loaguardaba pronto.El <strong>de</strong>stino... Aquella serpiente en la arena junto a la puerta <strong>de</strong> mi tienda en UadiAis. El <strong>de</strong>stino. Por qué misteriosos caminos nos conduce. ¿Habría estado yo esamañana en Uadi Ais sin haber ganado aquella beca para el Jesus College? ¿Habríaconocido a Feyssal sin mi pasión -como si me preparara para ello- por las Cruzadas, sintodos aquellos viajes en bicicleta por las fortificaciones <strong>de</strong> la vieja Gales y <strong>de</strong> Francia?¿Habría sido mi vida igual sin las conversaciones con el bueno <strong>de</strong> Vyvan Richards 35 , queestaba tan <strong>de</strong>slumbrado como yo por la historia medieval, o sin los sueños <strong>de</strong> que poblómi niñez aquel anciano profesor particular, el doctor Jane? ¿Habría sido igual sin MobyDick, sin Virgilio, sin Homero, sin Kipling, sin aquel libro sobre las excavaciones <strong>de</strong>Layard en Nínive? ¿No sería <strong>de</strong>cisivo algo que parece sin importancia, la lectura <strong>de</strong>libros sobre las campañas italianas <strong>de</strong> Napoleón? Porque fue mi gran interés por lainteligencia militar <strong>de</strong>l Emperador y la fascinación por la belleza, sí, la belleza, <strong>de</strong> susplanteamientos, lo que me llevó a relacionarme con Bell, 36 para que me ayudase en unatesis, y Bell me propuso un día que hablara con Hogarth, a quien también apasionaba laestrategia. Y fue Hogarth quien me <strong>de</strong>svió hacia sus trabajos sobre Oriente. Gracias aHogarth pu<strong>de</strong> conocer a Doughty, quien al contarme sus experiencias no hizo sinoavivar el fuego <strong>de</strong> mis <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> aventura.Gracias a Hogarth, a<strong>de</strong>más, hice mi primer viaje a Siria.Pienso en mi equipaje. Es como un símbolo <strong>de</strong> mi vida. Salí, bien lo recuerdo, condos camisas, dos mudas, una kodac, un par <strong>de</strong> botas <strong>de</strong> repuesto, cien libras, unsalvoconducto y un revólver por si fallaba el salvoconducto. Cuando cruzamos por elestrecho <strong>de</strong> Messina aún eran visibles las huellas <strong>de</strong>l terremoto. Yo pasé casi toda latravesía en cubierta, mirando extasiado el mar que brillaba ante mí como una promesa<strong>de</strong> «mi gesta». Llegué a Beirut el 7 <strong>de</strong> Julio <strong>de</strong> 1909. Qué luz. Tenía sed <strong>de</strong> ver, <strong>de</strong> verlotodo. Eran las tierras con las que tanto había soñado, las que habían conocido el temblor<strong>de</strong>l galope <strong>de</strong> los caballeros cruzados. Beirut era una pequeña ciudad portuaria -aunqueel puerto estaba en parte inservible porque hacía algún tiempo que los italianos habíanhundido un carguero <strong>de</strong> armas turco-, con un inusitado tráfago comercial, habitadamayormente por árabes, maronitas y griegos ortodoxos, pero los resi<strong>de</strong>ntes europeos,sobre todo franceses, le daban un aire cosmopolita a cafés y zonas ocupadas por susviviendas. No pu<strong>de</strong> ver mucho, porque iba corto <strong>de</strong> tiempo, pero estudié las ruinas <strong>de</strong>l35 Vyvan Richards confesó en cierta ocasión que su relación con <strong>Lawrence</strong> -que duraria toda su vida- estuvo siempre teñida <strong>de</strong>atracción sexual. Pero que «<strong>Lawrence</strong> no entendía eso. Carecía <strong>de</strong> libido».36 Aunque el tutor <strong>de</strong> <strong>Lawrence</strong> en la Universidad <strong>de</strong> Oxford era Reginal Lane Poole, que pertenecía al Saint John College, mantuvouna relación más estrecha con C. F. Bell, perteneciente al Museo Ashmolean, y está probado que fue éste quien orientó sus estudioshacia las tres primeras Cruzadas y le presentó al doctor Hogarth (en 1909).38
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