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Lawrence de Arabia - JOSE MARIA ALVAREZ - José María Álvarez

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11 <strong>de</strong> Enero. Mar Arabigo.Releo lo <strong>de</strong> ayerEl camino en las siguientes jornadas estuvo sumido en el silencio. Avanzábamossobre un campo <strong>de</strong> lava que hacía aún más espantoso el camino. Nadie cantaba. Cuandollegamos al campamento <strong>de</strong> Abdullah, apenas pu<strong>de</strong> hablar con él. Le transmití la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>frenar la retirada <strong>de</strong> los hombres <strong>de</strong> Fakhri Bajá, y me <strong>de</strong>smayé.Estuve varios días muy enfermo. La fiebre me consumía y unido al calor <strong>de</strong> latienda, me asfixiaba. Mis pensamientos eran un tumulto espeso como el sudor. Veía elrostro <strong>de</strong>l marroquí al que había asesinado, la imagen <strong>de</strong> Feyssal avanzando a la cabeza<strong>de</strong> su ejército; notaba mis manos húmedas y las veía ensangrentadas. Otras veces yo erael marroquí y alguien me disparaba. Y al mismo tiempo le daba vueltas y vueltasobsesivamente a los planes <strong>de</strong> penetración hacia el Norte <strong>de</strong> nuestras tropas. Damasco,sí, Damasco. Pero Damasco pasaba por la línea Beersheva-Ma'an, y ésta eraimpenetrable sin Aqaba. Y Aqaba era invulnerable <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el mar y por tierra seinterponían las baterías turcas, y la garganta <strong>de</strong> cuarenta kilómetros <strong>de</strong>l Uadi Itm era unmata<strong>de</strong>ro 32 .Me encontraba ya un poco recuperado, cuando una mañana, en el corte <strong>de</strong> sol ysombra <strong>de</strong> la entrada <strong>de</strong> mi tienda, vi una serpiente. Le tiré una piedra y la serpiente,veloz como un rayo, zigzagueó y se perdió en las arenas. De pronto lo vi con todaclaridad.Esa serpiente éramos nosotros. Mi i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que no <strong>de</strong>bíamos formar un ejército <strong>de</strong>las características <strong>de</strong> los europeos, con sus movimientos lentos y pesados, o fijos en lastrincheras, sino una fuerza ágil, rápida, como esa serpiente, atacando y <strong>de</strong>sapareciendo,usando lo que era la naturaleza <strong>de</strong> mis guerreros: su movilidad, su adaptación al terreno.Invisibles como ella, <strong>de</strong>sapareciendo en el <strong>de</strong>sierto. Claro. Ésa era la solución. El<strong>de</strong>sierto. Un mundo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el que nadie esperaría vernos aparecer. Como aquellaserpiente, arena como ella. Y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> esas arenas, atacar. Atacar Aqaba. Pero <strong>de</strong>s<strong>de</strong> eleste, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el sol. Sí. Lo sentí, no como un razonamiento estratégico. Lo vi. Lo sentífísicamente, como al viento ardiente. Éramos el viento y éramos la serpiente. Sí. Aqaba.Des<strong>de</strong> el <strong>de</strong>sierto. Y sentí como si una mano me apretara las entrañas, un vértigo <strong>de</strong> luz,como si toda mi vida confluyese en ese instante.Vehementes imágenes pasaron ante mis ojos. El rostro <strong>de</strong> mi madre un día <strong>de</strong> miniñez regalándome La isla <strong>de</strong>l tesoro, un retrato -¿dón<strong>de</strong> lo había visto?- <strong>de</strong> WalterRaleigh. Vi, borroso, el pueblecito don<strong>de</strong> nací 33 nuestra casa entre árboles, una cala <strong>de</strong> laisla <strong>de</strong> Man, casi podía tocar los empapelados <strong>de</strong> nuestra casa <strong>de</strong> Polstead Road, 34 suventanal enorme en aquella fachada <strong>de</strong> ladrillo rojo, los baluartes <strong>de</strong> Dinard, un viejofarol que había en Oxford <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> nuestra casa... Todo como en un caleidoscopiovertiginoso. Aqaba. El <strong>de</strong>sierto. El rostro <strong>de</strong> Dahum una noche <strong>de</strong> Luna en Karkemish,32 Véase el Apéndice.33 Dudosa afirmación, si tenemos en cuenta que <strong>Lawrence</strong> <strong>de</strong>jó la hermosa casa familiar <strong>de</strong> Tremadoc -en el Norte <strong>de</strong> Gales- contrece meses <strong>de</strong> edad. Creemos que se refiere a la que sí fue su casa <strong>de</strong> la infancia, en Kirkcudbright, Escocia -aunque también<strong>de</strong>jaron ésta cuando él estaba a punto <strong>de</strong> cumplir tres años-. Después se instalaron en la isla <strong>de</strong> Man, en Jersey, y en 1891, enDinard.34 El número 2, una magnífica casa. Oxford.37

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