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Lawrence de Arabia - JOSE MARIA ALVAREZ - José María Álvarez

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Alejandro: Y la tierra temblaba ante él. Feyssal era la cristalización <strong>de</strong> las energíasárabes. Su espada se templaría en ese huracán formidable que iba uniendo a las tribus yque yo ya veía exten<strong>de</strong>rse sobre el <strong>de</strong>sierto como una plaga <strong>de</strong> langostas.Acordé con Feyssal que se establecería una base en Yanbu para almacenar armasy pertrechos y que yo comunicaría al Estado Mayor en El Cairo sus inquietu<strong>de</strong>s ynecesida<strong>de</strong>s. Con una guardia <strong>de</strong> catorce Jerifes <strong>de</strong> los jujeina, fui a Yanbu, don<strong>de</strong> meembarqué para Jiddah. En Yanbu pasé unos días <strong>de</strong> obligado -no había barcodisponible- <strong>de</strong>scanso, que aproveché para releer La muerte <strong>de</strong> Arturo <strong>de</strong> Mallory. Ah,cuánto he amado siempre ese libro, y cómo sonaban sus palabras, que leía en voz alta, lamagia <strong>de</strong> esa gesta suspendida en una irrealidad misteriosa, allí, en Yanbu, don<strong>de</strong> todaslas formas se <strong>de</strong>sdibujaban por el calor. Yanbu era una ciudad extraña, como sostenidaen brumas <strong>de</strong> vapor color madreperla que se perdían hacia Rudwa. No era una ciudad <strong>de</strong>belleza memorable. Daba una sensación <strong>de</strong> pétrea, como un caparazón <strong>de</strong> tortuga,blanca, sobre una llanura calcinada. Pero el aire aromado <strong>de</strong> aquel mar color <strong>de</strong> amatistay como un cerco <strong>de</strong> cielo anaranjado por efecto <strong>de</strong>l sol abrasador sobre ese caparazón <strong>de</strong>blancura le daba un aspecto fantasmagórico que acordaba muy bien con Mallory y conmis pensamientos. Cuando la noche caía -esa caída violentísima <strong>de</strong> las sombras- lasestrellas llenaban los cielos <strong>de</strong> un fulgor insondable. Ese minuto <strong>de</strong> muerte <strong>de</strong>l díaformaba en un aire don<strong>de</strong> ya las formas <strong>de</strong>l paisaje iban fijándose, como un arco iris <strong>de</strong>inusitada belleza.De Yanbu fui a Jiddah, don<strong>de</strong> embarqué en el Eutyalus, el buque insignia <strong>de</strong>lalmirante sir Rosslyn Wemyss, jefe <strong>de</strong> la flota <strong>de</strong>l Mar Rojo, partidario también <strong>de</strong> larebelión árabe. Después fui a Karthum para entrevistarme con sir Reginald Wingate,quien pronto sería Alto Comisario en Egipto, y que se inclinaba por la rebelión y lanecesidad <strong>de</strong> prestarle ayuda. Wingate me dijo que tanto él como Wemyss sostendríanmis peticiones en El Cairo, sobre todo la necesidad <strong>de</strong> enviar artillería a Feyssal.Cuando por fin, a mediados <strong>de</strong> Noviembre, llegué a El Cairo, no tardé en serrecibido por el general Murray. Murray se mostró reacio a la contribución británica yplanteó muchos problemas. Yo traté <strong>de</strong> convencerlo «militarmente», mediantemalabarismos mentales intenté que entendiera las ventajas <strong>de</strong> que los árabes, conrápidas incursiones, esos «ghazus» mezcla <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ales y rapiña que tanto les gustaban,atacaran <strong>de</strong> flanco a los turcos, lo que aliviaría a los soldados ingleses «clavados» en elSinaí. Me dijo Murray que existía un plan francés, encomendado a coronel Brémond,para un <strong>de</strong>sembarco aliado en Jiddah. Eso me alarmó. Significaría un aumento <strong>de</strong> lainfluencia francesa. Hablé con el general Clayton y le expuse la situación. Claytonpareció compren<strong>de</strong>rlo mucho mejor, y se mostró favorable a mis planes. Le comuniquéque sería conveniente -pues lo único que yo quería era volver con Feyssal- mantener unenlace permanente con las tropas árabes. Así logré que me <strong>de</strong>stinara como consejeromilitar cerca <strong>de</strong>l Emir 31 .A principios <strong>de</strong> Enero <strong>de</strong> 1917, acompañado por el Jerife Abd el Kerim elBeidawi, un guerrero brutal con aspecto <strong>de</strong> abisinio, fui a buscar a Feyssal que estaba enNajl Mubarak, cerca <strong>de</strong> Yanbu. Me dijo que los turcos habían conquistado Uadi Safra yque había tenido que replegarse allí. Aziz al-Mashi estaba intentando conformar unatropa regular con los beduinos. Pero me di cuenta <strong>de</strong> que se producían muchas<strong>de</strong>serciones y <strong>de</strong> que en aquel momento, entre las tropas allí acampadas y lo que pudieraquedar en Yanbu, no alcanzaban los tres mil hombres. Era absolutamente precisovigorizar aquellos esfuerzos, apoyar con armamento el ansia <strong>de</strong> los insurrectos. Pedí aEl Cairo que me enviaran ametralladoras y algunos expertos en artillería. Destinaron a31 Veáse el apéndice.32

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