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Lawrence de Arabia - JOSE MARIA ALVAREZ - José María Álvarez

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esplan<strong>de</strong>ciente como lomos <strong>de</strong> sardinas. Atracamos en El Pireo y me instalé en unapensión en la colina <strong>de</strong>l Lycabitos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> veía toda la ciudad y sobre ella laAcrópolis y el Partenón.Siempre había amado Grecia su arte, su «libertad», la sensación <strong>de</strong> «salud» queirradiaba. Pensé en el arco que iba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquellas tobas blanquecinas don<strong>de</strong> cincelaronsus primeras estatuas al or<strong>de</strong>n radiante que contemplaba allí, esas ruinas orgullosas. Ladistancia no era tan gran<strong>de</strong>; <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio habían fundido el sentido <strong>de</strong> lomaravilloso con su propia existencia diaria. Creo que los griegos miraban el mundocomo nosotros hoy, ante un escenario, Macbeth, Hamlet, no nos preguntamos si sonposibles esas hermanas fatídicas o el fantasma <strong>de</strong>l rey. Ese mármol era carne, lo serápara siempre. Ni aquellos para quienes un día ya sea incomprensible se atreverán aolvidarlo.Una noche, poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> Aqaba, conversaba con Auda abu Tayi 25 -habíamosestado escuchando a un recitador <strong>de</strong> mu'allaqat- 26 y le dije:-Es admirable. Palabras que nacieron hace mil cuatrocientos años están frescascomo aquel día. Es el privilegio sagrado <strong>de</strong> la poesía.-¿Modificarías el amanecer? -me contestó-. Alá lo hizo perfecto. Po<strong>de</strong>mostransformar con cuidado nuestras costumbres, y nuestras ropas y nuestros enemigos,pero eso que has oído está inspirado por Alá y como el fresco <strong>de</strong> la noche o el agua <strong>de</strong>los pozos, o lo que sientes gozando <strong>de</strong> una mujer, si Alá quiere que esté bien contado, seaña<strong>de</strong> al mundo como un oasis, sin edad, sin tiempo, para que todos los hombres lodisfruten, tan perfecto que ninguno sentirá la necesidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirlo <strong>de</strong> otra manera.Cuando, dos años antes <strong>de</strong> esa noche, yo contemplaba el Partenón, sentí esamisma sensación. Una vez se añadió al mundo ese equilibrio perfecto, esa plenitud <strong>de</strong> laalegría, <strong>de</strong> la inteligencia, <strong>de</strong>l talento artístico, y aun tan <strong>de</strong>struido por el tiempo y losacontecimientos como yo lo contemplaba, ahí estaba, cimero, dispensando or<strong>de</strong>n ycompasión por nuestra suerte. ¿Qué camino habría sido el <strong>de</strong>l Arte en Europa sin esaconstante veta grecizante? Sin esa gran<strong>de</strong>za a la medida <strong>de</strong>l hombre, <strong>de</strong> lo mejor <strong>de</strong> loshombres. Esa gran<strong>de</strong>za me estremeció entonces y aún hoy, cuando ya soy <strong>de</strong>spojos <strong>de</strong> lamuerte, todavía me emociona en su recuerdo. Llevaba razón Auda: el arte conseguidono precisa variaciones. Es eso que sobrevive a su creación, a las significaciones <strong>de</strong>lmundo al que ésta estuvo vinculada. He olvidado páginas <strong>de</strong> la laboriosidad <strong>de</strong>l bueno<strong>de</strong> Robinson, pero no el instante en que ve -no ese <strong>de</strong>slumbramiento- sobre la arena <strong>de</strong>su playa, aquella huella <strong>de</strong> un pie.Las formas <strong>de</strong> producir la emoción artística cambian según el acontecer <strong>de</strong> loshombres, su sensibilidad, sus costumbres, las metas <strong>de</strong> su sociedad. Pero la permanencia<strong>de</strong> su frescura avivando nuestra emoción se <strong>de</strong>be siempre a razones que sólo al artepertenecen. No es que el Arte no tenga que ver con la vida. Es un pedazo <strong>de</strong> vida, yprecisamente por ello tiene todo el <strong>de</strong>recho a su vida propia como cualquier otro serbajo el sol o la Luna. Lo que suce<strong>de</strong> es que el Arte elabora su discurso a partir <strong>de</strong> unterritorio que no es la vida, sino lo que ella es ya en un ámbito don<strong>de</strong> su memoria estámixturada con una sabiduría, una luz que sólo al Arte correspon<strong>de</strong>, don<strong>de</strong> todareferencia está bañada por un encantamiento que no es lo que suele llamarse «larealidad», sino el Arte, que transfigura toda evocación revistiéndola <strong>de</strong> significacionesestéticas. No es a la vida, sino a ese dominio <strong>de</strong>l Arte al que habían invocado los seresexcelententes que habían construido el Partenón. Y a él también me acogía yo en micontemplación.25 Jefe hoveitah. Legendario guerrero que tuvo un papel importantísimo tanto en la guerra contra los turcos como en la amistad <strong>de</strong><strong>Lawrence</strong>.26 Poemas árabes preislámicos20

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