trasladaron a El Cairo, a Inteligencia <strong>de</strong>l Estado Mayor. Aquel trabajo me gustaba ysobre todo me interesaba estar en Egipto. En Oxford había <strong>de</strong>vorado el Viaje por el Altoy el Bajo Egipto <strong>de</strong> Denon, los veinticuatro volúmenes <strong>de</strong> la Descripción <strong>de</strong> Egipto <strong>de</strong>François Jomard y los doce lujosísimos tomos <strong>de</strong> Monumentos <strong>de</strong> Egipto y Etiopía <strong>de</strong>Lepsius. Era un mundo que me fascinaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> niño.Tengo un recuerdo muy agradable <strong>de</strong>l tiempo que pasé allí. Una inmensa ciudaddon<strong>de</strong> el comercio prosperaba y reinaba una alegría callejera generalizada, consecuencia<strong>de</strong> su recientísima incorporación al Imperio como protectorado. La vida restallaba y tetransmitía un latido <strong>de</strong> pasión. El clima era agradable porque el calor no es húmedo,salvo en Mayo y Junio, cuando soplaba el terrible jamsín <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto surocci<strong>de</strong>ntal, consus nubes <strong>de</strong> polvo y arena. Y mi trabajo en el Servicio <strong>de</strong> Inteligencia me <strong>de</strong>jabamucho tiempo libre para visitar la ciudad y leer y hacer escapadas a ciertasexcavaciones. Encontré algún conocido <strong>de</strong> Siria, pero no supieron darme noticias <strong>de</strong>Dahum 22 .Paseaba mucho, me mezclaba con la gente, jamás me cansaba <strong>de</strong> contemplaraquel mundo abigarrado, la luz <strong>de</strong> sus rostros, respirando el olor a humanidad,estimulante, que emanaba <strong>de</strong> todos los lugares. Hacía poco que el cauce <strong>de</strong>l Khalighabía sido cegado y sobre él se alzaba la nueva shari Port Said; allí exhibían en cientos<strong>de</strong> ten<strong>de</strong>retes sus productos gentes que venían cada día <strong>de</strong> los campos, como losartesanos se concentraban más hacia los alre<strong>de</strong>dores <strong>de</strong> la Muski. Era feliz perdiéndomepor aquellos laberintos y acercándome <strong>de</strong> vez en cuando a la mezquita <strong>de</strong> EI-Azhar,fascinante, el Zawiyat-at-Umýan, lleno <strong>de</strong> ciegos que oraban fanáticos; o recorriendo elbarrio copto y la mezquita <strong>de</strong> Hassan. En fin…hacia los acontecimientos <strong>de</strong> <strong>Arabia</strong>, apoyándole en todo momento lo mismo en sus intereses universitarios, que militares oliterarios.22 Se habían separado <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la expedición al Sinaí que se relata más a<strong>de</strong>lante. Jamás volvió a saber <strong>de</strong> él.17
Bombay 9 <strong>de</strong> EneroBueno sigo con EgiptoCuando no tenía trabajo, pasaba las tar<strong>de</strong>s así, o leyendo: leí muchísimo; laEnciclopedia Británica era como una Biblia para mí, la abría por cualquier página yleía, leía, y todas las obras <strong>de</strong>l capitán Burton, antologías <strong>de</strong> poesía inglesa, española,alemana, francesa, rusa, textos <strong>de</strong> arqueología, los historiadores <strong>de</strong> la Augusta,Shakespeare una vez más..Descubrí en una librería unos poemas <strong>de</strong> un griego que vivíaen Alejandría, llamado Kavafis, hombre <strong>de</strong> vida, <strong>de</strong>cían, obscura, pero sus poemas eranhermosos, <strong>de</strong> una intensísima luci<strong>de</strong>z. Quise conocerlo y fui tres o cuatro veces aAlejandría -me gustaba mucho sentarme a meditar a la sombra <strong>de</strong> los muro: <strong>de</strong>l fuerte<strong>de</strong> Kait Bey- y lo busqué en un café que según me dijo un librero solía frecuentar y en elMinisterio <strong>de</strong> Riegos, don<strong>de</strong> trabajaba, pero no pu<strong>de</strong> dar con él. Aprovechaba los díasque estaba libre <strong>de</strong> servicio para correr en una motocicleta -ah, aquellas carreras entre ElCairo y Bulaq- y por la noche solía quedarme en mi habitación <strong>de</strong>l Shepheard, sentadoen la terracita contemplaba el Nilo y el manto <strong>de</strong> negrura que cubría la ciudad y susminaretes que parecían <strong>de</strong> plata a la luz <strong>de</strong> la Luna.¿Por qué he amado tanto correr en motocicleta ¿Qué sentía? Era una alegría queno he experimentado con la misma intensidad ni cuando volaba. Creo que era la soledad<strong>de</strong> la emoción. Algo que hendía 1a nada y que se acoplaba a mi cuerpo y yo al suyocomo un solo ser, un ser orgulloso y radiante que <strong>de</strong>safiaba a la muerte internándose enun túnel <strong>de</strong> viento y luz, libre. Resbalando por el flujo <strong>de</strong> lo absoluto, amando esepaisaje <strong>de</strong>l mundo que <strong>de</strong>saparecía más rápido que la vista a mis espaldas porque cadasegundo podía ser el último <strong>de</strong> esa perfección. Y sólo un punto en el infinito, el gran ojo<strong>de</strong> Dios, fijo en mí. La mano que gira apretando el mando <strong>de</strong> la velocidad, cada vez másrápido, cada vez más, hasta que <strong>de</strong>saparece todo lo que no sea ese ser mágico queatraviesa el viento, que incluso <strong>de</strong>ja atrás la muerte. Una exaltación <strong>de</strong> los sentidoscomo <strong>de</strong>bieron sentir los santos. El éxtasis.Fui muchas veces hasta las pirámi<strong>de</strong>s y la Esfinge. Me quedaba absorto ante eseespectáculo <strong>de</strong> inteligencia humana. No me asombraba su monumentalidad, sino susentido. Todo tenía sentido. Lo que en las salas <strong>de</strong> los museos eran piezas muertas, aquíeran objetos vivos, y verlo me permitía estudiarlos luego en las vitrinas, como lasarmaduras Cruzadas <strong>de</strong> mi niñez, como los sellos <strong>de</strong> Karkemish, sin <strong>de</strong>sprecio. Porquetodo había servido para algo, y había servido con dignidad y con gran<strong>de</strong>za. La figurita<strong>de</strong> un pren<strong>de</strong>dor para el pecho que <strong>de</strong>cía: «Vive y al que yo mire, reténlo para que meame», ahí no era el objeto muerto <strong>de</strong> una vitrina, perdido entre muchos, sino el latidoapasionado <strong>de</strong> un corazón <strong>de</strong> mujer. Todo vencía a la muerte, que acaso es lo que yoquería con mi propia vida.Un día se me rompió la motocicleta y tuve que regresar en el <strong>de</strong>startalado tranvía,el 14, que hacía el trayecto. Apretado entre la muchedumbre sentí como nunca laimpenetrabilidad, el «sagrario» <strong>de</strong> ese mundo. Ya había tenido esa sensación unamañana, en la mezquita <strong>de</strong> alabastro <strong>de</strong> Mehemet Alí; una figura envuelta en andrajosextendió hacia mí su mano pidiendo limosna; era una mano <strong>de</strong>strozada -¿lepra quizá?-.Le di unas monedas, y entonces me miró. En sus ojos había la indiferencia <strong>de</strong> un Dios o18
- Page 2 and 3: LAWRENCE DE ARABIALA CORONA DE AREN
- Page 4 and 5: En recuerdo de mi madre, María del
- Page 6: O THOU, ARABIAN BIRD!-WILLIAN SHAKE
- Page 9 and 10: noche casi podía tocar las estrell
- Page 11 and 12: enormes pórticos cavernosos sobre
- Page 13 and 14: miraba extasiado ese rostro, suave
- Page 15 and 16: tumba de Hanza, en las afueras de M
- Page 17: comprender que es un instrumento m
- Page 21 and 22: esplandeciente como lomos de sardin
- Page 23 and 24: Las quebradas de olivares hacia Anf
- Page 25 and 26: ese ataque hacia el ala izquierda d
- Page 27 and 28: corazón ardían en ese sueño magn
- Page 29 and 30: vigilaba sus campamentos del desier
- Page 31 and 32: Mando de El Cairo por su retraso y
- Page 33 and 34: Alejandro: Y la tierra temblaba ant
- Page 35 and 36: su arte más sutil en atraerse a to
- Page 37 and 38: como había pensado, apartar la mir
- Page 39 and 40: sus ojos. Los gritos del marroquí
- Page 41 and 42: Llegué a Alepo para Año Nuevo. Me
- Page 43 and 44: continuidad. En uno de los viajes a
- Page 45 and 46: que quisiera y me ofreció al Jerif
- Page 47 and 48: artista en untar con manteca a los
- Page 49 and 50: Establecimos un campamento para alg
- Page 51 and 52: derramarme en esa carne.Abracé a A
- Page 53 and 54: 12 de Enero. Mar Arabigo.Lo que cad
- Page 55 and 56: ultratumba la formación de muertos
- Page 57 and 58: facilitasen dinero y municiones, au
- Page 59 and 60: ¿Y era ésta la esposa de Héctor,
- Page 61 and 62: Le ordené a Alí ibn Hussein que a
- Page 63 and 64: -Sí. Es un espectáculo hermosísi
- Page 65 and 66: presencia del gobernador, Hajim Bey
- Page 67 and 68: sentirse Dios. En aquel mundo de so
- Page 69 and 70:
Auda y yo. Thomas, henchido de demo
- Page 71 and 72:
He intentado dormir. Pero no puedo.
- Page 73 and 74:
moverse una cabra o un perro. Algun
- Page 75 and 76:
Y subí al Rolls y nos pusimos en m
- Page 77 and 78:
No logré poner orden. Recuerdo mi
- Page 79 and 80:
También me acompañaron mucho la A
- Page 81 and 82:
Qué imbécil.Pero esos casi cinco
- Page 83 and 84:
en un desastre. Tuve que huir, me e
- Page 85 and 86:
Antología de Spoon River, de un no
- Page 87 and 88:
Guy era una imagen amorosa que me e
- Page 89 and 90:
está detrás de las Secciones de A
- Page 91 and 92:
emocionado y que la altura literari
- Page 93 and 94:
En el mar Rojo, frente a Wejh, 19 d
- Page 95 and 96:
NOTA FINAL DE LOS EDITORESEl corone
- Page 97 and 98:
Pero sé que de todos los reyes, s
- Page 99 and 100:
explican estas memorias quien dio l
- Page 101 and 102:
Página 64Más interesante que lo q
- Page 103 and 104:
BIBLIOGRAFÍASobre la rebelión ár