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Lawrence de Arabia - JOSE MARIA ALVAREZ - José María Álvarez

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tumba <strong>de</strong> Hanza, en las afueras <strong>de</strong> Medina, Feyssal y Alí, hijos <strong>de</strong>l Jerife <strong>de</strong> La Meca,Hussein, convocaron a las tribus a rebelión contra los turcos. El siguiente amanecervería el ataque, <strong>de</strong>scontrolado pero espléndido, a las fortificaciones turcas que <strong>de</strong>fendíanla Ciudad Santa. Hussein en persona capitaneó a los suyos en La Meca. Muchoscadáveres cubrirían sus calles. El fuego <strong>de</strong> la artillería turca arrasó hasta el palacio <strong>de</strong>lJerife y el paño sagrado que cubre la Kaaba, y tampoco Feyssal y Alí tuvieron más éxitoen Medina. Pero fue la señal <strong>de</strong>l alzamiento <strong>de</strong> las tribus. Y tres meses más tar<strong>de</strong>,Hussein ya era señor <strong>de</strong> todo el territorio <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Jiddah y Taif hasta Yanbu.El ansia -como respirar, como el legendario remembrar <strong>de</strong> los placenteros jardines<strong>de</strong> Córdoba- <strong>de</strong> los árabes contra la Sublime Puerta, había empezado, lógicamente, en lazona menos beduina, en Siria, a finales <strong>de</strong> los años veinte, cuando algunos ilustradoseducados en Occi<strong>de</strong>nte formaron en París el Comité Nacional Árabe. No creo que alprincipio se plantearan la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> «una nación», pero sí una unidad <strong>de</strong> pueblos que<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ría <strong>de</strong> una especie <strong>de</strong> califato que ellos ubicaban en Damasco. El movimientohabía tenido su alma en la publicación en 1905 <strong>de</strong>l manifiesto <strong>de</strong> Negib Azury, El<strong>de</strong>spertar <strong>de</strong> la nación árabe; rápidamente aquellos ilustrados lo tomaron como ban<strong>de</strong>ray prepararon un programa que hicieron llegar a los gobiemos <strong>de</strong> Inglaterra y Francia.Des<strong>de</strong> luego, tanto a Gran Bretaña como a Francia, y sin duda a Rusia, les interesabaesa corriente nacionalista para oponerla a Turquía, liquidar su vasto y resquebrajadoimperio y ocupar ellos su lugar; el petróleo <strong>de</strong> Mossul era un faro que iluminaba anuestros financieros. La revuelta <strong>de</strong> 1908 <strong>de</strong> los «jóvenes turcos» contra AbdulHammid, intentando mo<strong>de</strong>nizar Turquía, aquel Hombre Enfermo <strong>de</strong> Europa, habíarepresentado para todas las naciones sometidas una centralización aún mayor, yresultaron más intransigentes que el sultán para las pretensiones árabes, hasta para lasmás mo<strong>de</strong>radas. Hubo algunas sublevaciones en Palestina, en Siria y en el Yemen, quepronto fueron abatidas con dureza, y sobre todo a partir <strong>de</strong> que Turquía entrara en laguerra, la represión <strong>de</strong> las minorías étnicas fue en aumento; más <strong>de</strong> dos millones <strong>de</strong>armenios fueron asesinados, y la misma suerte corrieron kurdos, maronitas y hastaalgunos árabes.Kitchener 16 vio pronto con toda claridad que ese ansia <strong>de</strong> libertad era una fuerzaque se podía usar a favor <strong>de</strong> Inglaterra, ya que ofrecía la posibilidad <strong>de</strong> atacar aAlemania por todos los flancos. Kitchener estaba informado sobre <strong>Arabia</strong> yMesopotamia y era consciente <strong>de</strong>l inmenso po<strong>de</strong>r y prestigio <strong>de</strong>l Jerife Hussein sobre elatomizado universo <strong>de</strong> las tribus. Hussein, por su parte, conocía muy bien a los turcos;no en vano había pasado veinte años en Constantinopla sometido al Sultán, y sólo se lehabía consentido regresar a La Meca cuando en 1911 creyeron que así podía contentarsea los árabes, si bien tuvieron buen cuidado en mantener como rehenes a sus hijos,Feyssal, Alí y Abdullah.Debieron ser años muy amargos para estos príncipes. Alguna vez Feyssal mecontó cómo durante su estancia en Damasco, adon<strong>de</strong> lo habían mandado bajo la «tutela»<strong>de</strong>l sanguinario Yemal Bajá éste lo humillaba obligándole a presenciar las ejecuciones<strong>de</strong> los sirios comprometidos con la ya palpable rebelión. No podían tocarlo, puesto quehasta en la pirámi<strong>de</strong> <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r turco, Feyssal era un miembro <strong>de</strong>stacadísimo; pero sívejado con aquellos sacrificios, pensando que su presencia mermaría la autoridad quepudiera tener entre los insurrectos.16 Horacio Herbert Kitchener (1850-1916). Después <strong>de</strong> una brillante carrera <strong>de</strong> armas --entre otros empleos, como GobernadorGeneral (Sirdar) <strong>de</strong> Sudán occi<strong>de</strong>ntal- en 1892 tomó la jefatura <strong>de</strong>l ejército <strong>de</strong> Egipto. Aplastó la sublevación <strong>de</strong>l Mahdis por lo quese le elevó a barón Kitchener <strong>de</strong> Kharthum; más tar<strong>de</strong> participó victoriosamente en la guerra contra los bóers y <strong>de</strong>spués fuenombrado Comandante en Jefe <strong>de</strong> la India. En 1909 fue nombrado Mariscal, Comandante en Jefe y Alto Comisario <strong>de</strong>lMediterráneo. En 1914 volvió a Inglaterra para ocuparse en tareas <strong>de</strong> Estado14

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