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2007 471 472 LNB - Biblioteca Virtual El Dorado

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liga el mismo anhelo de soluciones democráticas de gobierno, aunqueal practicarlas, haya notables diferencias de grado; la asistenciarecíproca contra el agresor, sea continental o extracontinental, en lostérminos exactos del Convenio de Petrópolis; el respeto a los fuerosde la persona humana y la estrecha cooperación de nuestros pueblosen los diferentes órdenes de la vida.Con justiciero encomio ha de mencionarse la tarea de integracióny perfeccionamiento, en el campo de las relaciones continentales,cumplida por las Conferencias Panamericanas, verdaderoslaboratorios de concordia, arcas de alianza de nuestra estirpe en losmomentos más difíciles del hemisferio. Cada una de ellas marcauna etapa ascensional en la vía del panamericanismo. Así 1890 enWashington, el nacimiento de la Unión Panamericana, discreto,modestísimo; pero viven las palabras de James C. Blaine, queparecen desglosadas del ideario bolivariano: “Nos reunimos con lafirme convicción de que las naciones de América pueden y deben apoyarsemutuamente con más extensión que hoy, y que cada cual encontrará ventajasy utilidades de sus relaciones más estrechas con las otras. Confiamos en quela cooperación cordial, basada en la fe mutua, librará a todos los EstadosAmericanos de las cargas y males que han afligido cruelmente y por muchotiempo a las naciones más antiguas del mundo”.Y después, en serie interrumpida, las reuniones de Méjico, Río deJaneiro y Buenos Aires; Santiago de Chile y la Habana; Montevideo yLima; Bogotá y Caracas, que cubren la primera mitad de este siglo y encada una de las cuales progresa visiblemente la causa panamericana:por medio de resoluciones, convenios, fórmulas que se repiten y enveces se modifican y derogan, es lo cierto que el panamericanismo- vocablo usado después de 1882 - transciende el marco sentimentalpara adquirir contornos doctrinarios; y se ahondan sus cimientos,ensánchase su patrimonio, se rectifican planes, se erigen columnas yse fragua la vasta arquitectura jurídica que ha de quedar consagradadefinitivamente, como bloque perdurable, en la Carta de Bogotá.<strong>El</strong> estudio del documento precitado comprueba, desde luego,el tránsito a las formas estables de una ley orgánica superior -Pacto Constitutivo de Sociedad de Naciones - de lo que era hastaesa época expresión, en instrumentos múltiples y dispersos, de launión moral de las repúblicas americanas. Ese habría sido el viejosueño de 1826, calificado entonces como el más portentoso intento42

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