La Gaceta 253 | Septiembre - Octubre de 2009 - Club Cartagena

Personajes SociosTienen tres hijos: Orlando Enrique, Clara Inés y MaríaVictoria. Sus hijas tuvieron la oportunidad de presentarseen sociedad en el Club en compañía de su padre;Clara Inés lo hizo en 1979 y María Victoria en 1987.Además de sus hijos, esta pareja disfruta de sus nietas.“Tenemos cinco nietas: Natalie, Andrea, Diana Carolina,Antonia y Victoria; yo llamo a mi familia el harem deOrlando Vergara porque entre mis hijas y nietas sólo haydos hombres”, comenta este orgulloso abuelo. Varias desus nietas desde temprana edad también se han hechosocias del Club.“Somos socios desde 1938; ingresé alClub después de estudiar la carrera deOdontología” afirma Orlando. Él fue vocalde la Junta Directiva por dos periodos,durante la presidencia de Manuel delCristo Pareja. “La labor de los dos últimospresidentes ha sido muy buena, ya quedespués de la recesión, el Club ha salidoadelante”, comenta con admiración.Orlando por su parte es un gran aficionado a los toros;es miembro de la Peña Taurina Cartagena de Indias.“Cada vez que nos reunimos en “La Peña”, rematamos enel Club Cartagena para comer, porque en nuestro sitiode encuentro no hay restaurante”, comenta emocionado.Es un aficionado de las corralejas, pero despuésde la histórica caída de estas el 20 de Enero de 1980, enSincelejo, no ha regresado a ese espectáculo. “Estuve en1980 cuando se cayeron las corralejas. Fui con micuñado ya que él me convenció; cuando llegamos nosubicamos en el último piso, en la zona de los palcos.Empezó a lloviznar y como nos daba el agua de frente,todo el mundo se hizo hacia atrás y ante semejantepeso se empezaron a derrumbar las corralejas. Caí sobreel techo, de pie; por fortuna no sentí absolutamentenada, pero los dolores me salieron al día siguiente”,asegura este experto en toros.Orlando presentando en sociedad a su hijaClara Ines.Orlando y Nidia aseguran que han vivido el Club Cartagenaen dos etapas diferentes: en la primera ibanmucho al Club; después de cine, llegaban a cenar.También disfrutaban de las fiestas de nuestrainstitución. Tenían una mesa muy animada con grandesamigos que disfrutaban de estos eventos al máximo.“Nos llamaban la mesa de los toreros por nuestra granafición a estos animales”, asegura Orlando.La segunda etapa fue después de la jubilación deOrlando, en donde él pudo encontrar un espacio deesparcimiento en las mesas de billar de nuestro Club.“Me he dedicado a jugar billar; voy todas las tardes demartes a viernes. Los domingos vamos al Comedor deVerano con nuestros hijos a tomarnos unas ginebritas”,asegura Vergara. También disfruta los fines de semanadel gimnasio y el sauna del Club.“Cuando mis nietas vienen de Bogotá a pasar vacacionesen Cartagena, las llevo al Club a clases de natación ytenis”, exclama Nidia. Ella por su parte es aficionada a lalectura, a las mesas de juego y al bingo. Estudió bacteriologíaen la Universidad Javeriana y se considera unabuena ama de casa, aunque la cocina no es su fuerte.Orlando y Nidia con sus hijas Clara Inés y María Victoria, y sus nietas Natalie,Andrea, Diana Carolina, Antonia y Victoria.Nidia y Orlando piensan que la Junta Directiva le haabierto las puertas a los jóvenes en el Club, ya que les habrindado la oportunidad de hacerse socios desdetemprana edad. “Esto ha hecho que la institución tomefuerza desde un aspecto diferente. La juventud es elfuturo y si ellos no se interesan por el Club este no tienea donde ir”. Aseguran que con el convenio deintegración con el Club Campestre, los socios tienen ungran portafolio de actividades dentro de los serviciosque brinda la institución.6 Septiembre - Octubre 2009