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Muero contento - Plan Nacional de Lectura - Educ.ar

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aunque no es <strong>de</strong>scabellado suponer que siguió así todoel tiempo y que lo que ahora suce<strong>de</strong> es que la batalla yano gira al mismo ritmo que él, y entonces él pue<strong>de</strong> d<strong>ar</strong>secuenta <strong>de</strong> que da vueltas. Todo esto le da más ganas <strong>de</strong>llor<strong>ar</strong>. Pero se aguanta. ¿Cómo se vería -y, si la voz eraexterior, a él lo están viendo- un s<strong>ar</strong>gento llorando en elcampo <strong>de</strong> batalla?Cabral se aguanta <strong>de</strong> llor<strong>ar</strong>. Aguant<strong>ar</strong>se significa hacerfuerza en el momento mismo en el que la g<strong>ar</strong>ganta seatasca y las lágrimas le vienen raudamente hacia los ojos.El resultado <strong>de</strong> esta contradicción es que las lágrimas sequedan en los ojos, en el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> los ojos. No se quedana<strong>de</strong>ntro -¿a<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> dón<strong>de</strong>? ¿<strong>de</strong> dón<strong>de</strong> vienen laslágrimas? ¿están ya en el ojo? ¿le vienen a uno <strong>de</strong>lalma?-, pero tampoco se caen <strong>de</strong>cididamente haciafuera, a rod<strong>ar</strong> por las mejillas, a correr entre los mocos.A Cabral las lágrimas se le quedan en el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> losojos y entonces, milagrosamente, le funcionan comopequeñas pero incomp<strong>ar</strong>ables lentes <strong>de</strong> aumento. AhoraCabral ve, aunque sigue el humo y el remolino por todasp<strong>ar</strong>tes. Con alguna zona difuminada, es cierto, pero ve. Yve el quién (el quién ya lo sabía, porque reconoció lavoz) y ve también el acá. El acá no era tan allá comopudo haber pensado: está bastante cerca y no será difícilhacer un mismo acá <strong>de</strong>l acá <strong>de</strong>l jefe y <strong>de</strong>l suyo propio.Ahora Cabral quiere llor<strong>ar</strong>, se lo propone <strong>de</strong>cididamente,se esmera en ello. Ya no es un llanto que avergüence:es un llanto <strong>de</strong>stinado a servir a la patria. Perolas lágrimas no vuelven ahora, cuando más se las necesita.Cabral trata entonces <strong>de</strong> orient<strong>ar</strong>se hacia la direcciónen la que vio al jefe. Camina, cree, en ese sentido, y enuna línea más o menos recta. El humo se entreabre en unmomento <strong>de</strong>terminado, o posiblemente Cabral ha vueltoa lagrime<strong>ar</strong> sin proponérselo en este caso y tal vez sind<strong>ar</strong>se cuenta siquiera.El asunto es que vuelve a ver al jefe, y lo ve tan cerca,que ya pue<strong>de</strong> prácticamente <strong>de</strong>cirse que están los dos enel mismo acá. Pero la escena que ve Cabral es r<strong>ar</strong>ísima:en lug<strong>ar</strong> <strong>de</strong> est<strong>ar</strong>, como era digno <strong>de</strong> esper<strong>ar</strong>se y comotodos los retratos habrían <strong>de</strong> evoc<strong>ar</strong>lo, el gran jefe sobresu caballo, está, ¡quién lo diría!, el caballo sobre el granjefe. Una extraña pregunta emerge en la mente <strong>de</strong>Cabral: ¿<strong>de</strong> qué color es el caballo blanco <strong>de</strong> San M<strong>ar</strong>tín?Cabral no sabe exactamente por qué ha pensado en eso.Pero la pregunta le p<strong>ar</strong>ece estúpida: ¡contesta, en su formulación,exactamente aquello que está preguntando! Elhecho es que ahí (¡acá!) está el caballo, y el jefe, increíblemente,<strong>de</strong>bajo y no encima <strong>de</strong> él.Cabral se dirige con presteza a poner las cosas en sulug<strong>ar</strong>. La vida <strong>de</strong> cu<strong>ar</strong>tel lo ha acostumbrado al or<strong>de</strong>n.Pero no es fácil mover ese caballo, salv<strong>ar</strong> ese jefe, contanto ruido, con tanto humo. Cabral hace fuerza y fuerzay fuerza y le p<strong>ar</strong>ece que no va a po<strong>de</strong>r, hasta que al finalpue<strong>de</strong>. Tira y tira y tira y <strong>de</strong> pronto el jefe sale. Cabralresopla, un poco por el esfuerzo, otro poco por el alivio.Y es entonces cuando <strong>de</strong>l humo, <strong>de</strong> en medio <strong>de</strong>l humo,sale el maturrango y le clava la bayoneta.Mucho le duele la tetilla a Cabral. ¿La tetilla o másabajo? No hay manera <strong>de</strong> saberlo. Duele y <strong>ar</strong><strong>de</strong>. Echadoen el suelo, Cabral vuelve a pregunt<strong>ar</strong>se ¿dón<strong>de</strong>? ¿dón<strong>de</strong>?¿dón<strong>de</strong>? Después piensa, bastante sereno: qué c<strong>ar</strong>ajoimporta dón<strong>de</strong>, la cosa es que estoy jodido. Jodido y bienjodido. Lo único que sabe Cabral es que le duele acá,pero ni i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> en qué jodida p<strong>ar</strong>te <strong>de</strong>l cuerpo queda ese6 7

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