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Muero contento - Plan Nacional de Lectura - Educ.ar

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MARTÍNKOHANBUENOS AIRESMUEROCONTENTOBuenos aires<strong>de</strong> lectura


Presi<strong>de</strong>nta <strong>de</strong> la NaciónDra. Cristina Fernán<strong>de</strong>z <strong>de</strong> KirchnerMinistro <strong>de</strong> <strong>Educ</strong>aciónProf. Alberto SileoniSecret<strong>ar</strong>ia <strong>de</strong> <strong>Educ</strong>aciónProf. M<strong>ar</strong>ía Inés Abrile <strong>de</strong> VollmerGobernador Prov. <strong>de</strong> Buenos AiresSr. Daniel ScioliDirector General <strong>de</strong> Cultura y <strong>Educ</strong>aciónProf. M<strong>ar</strong>io OportoSubsecret<strong>ar</strong>io <strong>de</strong> <strong>Educ</strong>aciónLic. Daniel BelincheSubsecret<strong>ar</strong>io AdministrativoSr. Gustavo CorradiniVicepresi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l Consejo GeneralProf. Daniel LauríaDirectora <strong>de</strong>l <strong>Plan</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Lectura</strong>M<strong>ar</strong>g<strong>ar</strong>ita Eggers LanCoordinación <strong>Plan</strong> <strong>Lectura</strong> Región 2:Alicia DieguezE-mail: plecturadieguez@googlemail.comDirectora Provincial<strong>de</strong> <strong>Educ</strong>ación SuperiorLic. M<strong>ar</strong>ía Verónica PiovaniDirectora <strong>de</strong> CapacitaciónLic. Alejandra PazCoordinadores <strong>de</strong>l Programa Provincial<strong>de</strong> lectura en la escuelaDoc. Miguel Dalm<strong>ar</strong>onidalm<strong>ar</strong>oni@gmail.comProf. Ángela Pra<strong>de</strong>llicplaescuelaleemas@ed.gba.gov.<strong>ar</strong>“<strong>Muero</strong> <strong>contento</strong>” <strong>de</strong> M<strong>ar</strong>tín KohanEn <strong>Muero</strong> <strong>contento</strong>, Ros<strong>ar</strong>io, Beatriz Viterbo Editora.© M<strong>ar</strong>tín Kohan© Beatriz Viterbo EditoraDiseño <strong>de</strong> tapa y colección: <strong>Plan</strong> <strong>Lectura</strong> 2009Colección: Buenos aires <strong>de</strong> lecturaMinisterio <strong>de</strong> <strong>Educ</strong>aciónSecret<strong>ar</strong>ía <strong>de</strong> <strong>Educ</strong>ación<strong>Plan</strong> <strong>Lectura</strong> 2009Pizzurno 935. (C1020ACA) Ciudad <strong>de</strong> Buenos Aires. Tel: (011) 4129-1075/1127consultas-planlectura@me.gov.<strong>ar</strong> - www.planlectura.educ.<strong>ar</strong>República Argentina, 2009


MUERO CONTENTOMARTÍN KOHANCabral da dos, tres, cuatro vueltas sobre sí mismo. Sesiente m<strong>ar</strong>eado y aturdido: se siente como cuando hatomado <strong>de</strong>masiado, lo que no quiere <strong>de</strong>cir que hayatomado <strong>de</strong>masiado esta vez. Está, en verdad, tan confundido,que cuando trata <strong>de</strong> pens<strong>ar</strong> si ha tomado o no hatomado <strong>de</strong>masiado la noche previa, no logra siquieraacord<strong>ar</strong>se <strong>de</strong> qué cosas hizo en las horas anteriores. Haymucho ruido y mucho humo en todas p<strong>ar</strong>tes y Cabral seencuentra verda<strong>de</strong>ramente <strong>de</strong>sorientado. Siendo él unapersona <strong>de</strong> aceptable po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> ubicación, podían pregunt<strong>ar</strong>leen medio <strong>de</strong> las sombras en qué dirección quedabael P<strong>ar</strong>aná o en qué dirección quedaba el convento,y él hubiese contestado sin vacil<strong>ar</strong> y sin equivoc<strong>ar</strong>se.Pero ahora no consigue ni tan sólo establecer el lug<strong>ar</strong>exacto <strong>de</strong>l sol en el cielo. Gira atontadamente, con lentitud,con un r<strong>ar</strong>o vértigo alet<strong>ar</strong>gado, procurando <strong>de</strong>termin<strong>ar</strong>un lug<strong>ar</strong> <strong>de</strong> referencia en medio <strong>de</strong> tanto alboroto.Una palabra da vueltas en su cabeza, como da vueltasél, Cabral, en medio <strong>de</strong> la madrugada y <strong>de</strong>l griterío generalizado.Él mira y mira y mira y en la cabeza tiene rondandola palabra don<strong>de</strong>. Primero le suena como un nombre,como si se estuviese acordando <strong>de</strong> alguien, como si estuvieseextrañando a una mujer. Después se da cuenta <strong>de</strong>que no, <strong>de</strong> que ese don<strong>de</strong> que le suena y le resuena en lacabeza no es un nombre, sino una pregunta, y entoncesCabral, no sin confusión, reconoce que lo que mero<strong>de</strong>asus pensamientos no es la expresión don<strong>de</strong>, sino la expresión¿dón<strong>de</strong>?, lo cual representa dos o tres v<strong>ar</strong>iaciones <strong>de</strong>1


sentido o <strong>de</strong> matices que Cabral está en condiciones <strong>de</strong>presentir, pero no <strong>de</strong> <strong>de</strong>finir con niti<strong>de</strong>z.Sólo entonces, y no con total cl<strong>ar</strong>idad, Cabral advierteque esa especie <strong>de</strong> voz interior que le grita y a la vezmurmura: ¿dón<strong>de</strong>? ¿dón<strong>de</strong>? ¿dón<strong>de</strong>?, es en cierta manerael efecto o la consecuencia <strong>de</strong> otra voz, exterior en estecaso, que es puro grito y ni remotamente murmullo, yque le dice: ¡acá! ¡acá! ¡acá! Es como una especie <strong>de</strong>diálogo, por así <strong>de</strong>cir, aunque p<strong>ar</strong>a ser un diálogo en elsentido estricto <strong>de</strong>l término la voz interior <strong>de</strong> Cabral<strong>de</strong>bería convertirse en exterior. De la manera en queestán las cosas, el diálogo es diálogo solamente p<strong>ar</strong>aCabral; p<strong>ar</strong>a el otro, p<strong>ar</strong>a el que lo llama a gritos, es otracosa que Cabral, inmerso en el caos <strong>de</strong> caballos y <strong>de</strong>sables, no termina <strong>de</strong> precis<strong>ar</strong>.–Acá, acá, acá –grita el otro. Acá, sí, ¿pero dón<strong>de</strong>? –piensa Cabral. Yo también estoy acá. Todos estamos acá.Lo que Cabral tiene que resolver, y con premura, es cuáles el allá <strong>de</strong> ese acá que le están gritando. Pero en medio<strong>de</strong> tanto moribundo ni siquiera él, que habitualmente seubica con facilidad aún en terrenos <strong>de</strong>sconocidos, tienei<strong>de</strong>a <strong>de</strong> su situación.–¡Acá, acá, la puta madre! –grita el otro. Y grita, esa vez,en un momento en el que en el lug<strong>ar</strong> don<strong>de</strong> Cabral davueltas sobre sí mismo, y en sus inmediaciones, no hay,por casualidad, ningún otro grito, ni quejido <strong>de</strong> moribundoni relincho <strong>de</strong> caballo. Entonces Cabral escucha con unaceptable grado <strong>de</strong> niti<strong>de</strong>z y, p<strong>ar</strong>a su sorpresa, cree reconocerla voz. En un primer momento lo que experimentaes alivio. Es lógico que alguien que se siente tan absolutamenteperdido y solo en medio <strong>de</strong> siluetas extrañasencuentre alivio en el hecho fortuito <strong>de</strong> reconocer unavoz. Pero pronto retorna todo el humo y todo el ruido yCabral ahora no sólo se pregunta ¿dón<strong>de</strong>? sino ¿quién?Al p<strong>ar</strong>ecer ahora está quieto. Es una suposición, nadaseguro: al p<strong>ar</strong>ecer, está quieto. Pero también es posibleque siga dando vueltas como estuvo dándolas durantequién sabe cuánto tiempo, y que ahora todo su entorno,la batalla entera, haya comenzado a gir<strong>ar</strong> en el mismosentido que él, y a la misma velocidad, y al mismo tiempo,y que el resultado <strong>de</strong> todo eso sea que Cabral creaque por fin se quedó quieto, cuando en verdad siguedando vueltas como al principio.A Cabral le p<strong>ar</strong>ece <strong>de</strong>cisivo resolver esta cuestión, sóloél sabe por qué. Pero antes <strong>de</strong> que consiga hacerlo -aúnmás: antes <strong>de</strong> que consiga comenz<strong>ar</strong> a hacerlo- una c<strong>ar</strong>acruza por su mente y lo distrae <strong>de</strong>l asunto <strong>de</strong> si giraba o siestaba quieto. Cabral imagina la c<strong>ar</strong>a, o la recuerda, perocon tanta certeza que cree que la ve. ¿Dón<strong>de</strong>? ¿dón<strong>de</strong>?¿dón<strong>de</strong>? -vuelve a pens<strong>ar</strong>, casi obnubilado, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>un rato, no es posible saber si l<strong>ar</strong>go o corto, compren<strong>de</strong>que la c<strong>ar</strong>a no respon<strong>de</strong> a ¿dón<strong>de</strong>?, sino a ¿quién?Cabral consigue asoci<strong>ar</strong> la voz y el rostro, cosa quepue<strong>de</strong> p<strong>ar</strong>ecer no tan meritoria p<strong>ar</strong>a aquel que no seencuentra en una situación <strong>de</strong> <strong>de</strong>sconcierto como éstaque a él lo emb<strong>ar</strong>ga. Reconocer la voz le produjo alivio,pero reconocer el rostro lo sobresalta: ¡es él! –se dice,liberado <strong>de</strong> la pregunta ¿quién? pero infinitamente másabrumado por la pregunta ¿dón<strong>de</strong>? Es él, nada menos, ylo está llamando. ¡Acá! ¡Acá! ¡C<strong>ar</strong>ajo! –le grita, y Cabralno tiene i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> nada.Es tanta la <strong>de</strong>sesperación que siente que le entran ganas<strong>de</strong> llor<strong>ar</strong>. Más grita el otro y él menos sabe qué hacer.¿Llor<strong>ar</strong> es <strong>de</strong> mujeres? ¿Llor<strong>ar</strong> es <strong>de</strong> m<strong>ar</strong>icón? Atribulado,23


Cabral se hace visera sobre los ojos, pero es inútil: no esel sol lo que le molesta, no es un reflejo lo que le impi<strong>de</strong>ver, sino el humo <strong>de</strong> los cañones y los gritos <strong>de</strong> los que se<strong>de</strong>sangran. ¿Qué imagen brind<strong>ar</strong>ía un s<strong>ar</strong>gento llorandoen el campo <strong>de</strong> batalla? Cabral se avergüenza <strong>de</strong> sólo pens<strong>ar</strong>lo.Pero <strong>de</strong>spués recapacita: si él no pue<strong>de</strong> ver a losotros por culpa <strong>de</strong>l humo, ni siquiera a los que le pasancerca, ni siquiera al jefe que le grita y a quien él trata <strong>de</strong>ver, entonces, <strong>de</strong>scubre conmovido, tampoco los otrospue<strong>de</strong>n verlo a él. Ahora no le p<strong>ar</strong>ece tan mal est<strong>ar</strong> unpoco solo. La vida <strong>de</strong> campaña tiene eso: que uno siempreestá con un montón <strong>de</strong> gente. Todo el tiempo ro<strong>de</strong>ado<strong>de</strong> soldados que cuentan historias alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l fogón:llega un punto en que uno quiere qued<strong>ar</strong>se un poco solo.Y bueno, piensa Cabral, no con tanta cl<strong>ar</strong>idad: ahoraestoy solo. Es un pensamiento prec<strong>ar</strong>io, y aun así Cabralllega a d<strong>ar</strong>se cuenta <strong>de</strong> que la soledad que siente no esla mejor que pudiera pedirse. Está solo, es verdad, o estácomo si estuviera solo, sí, pero con tanto ruido y tantohumo y tanta muerte que ni siquiera pue<strong>de</strong> disfrut<strong>ar</strong> <strong>de</strong>lcampo y sent<strong>ar</strong>se a reflexion<strong>ar</strong> sobre algún tema que leinterese. Nada <strong>de</strong> eso: tiene que ubic<strong>ar</strong> el acá <strong>de</strong>s<strong>de</strong>don<strong>de</strong> le gritan, y tiene que ubic<strong>ar</strong>lo con urgencia porqueel que grita es el jefe. ¡Acá! ¡acá! –le grita <strong>de</strong> nuevo–.¡Cabral, no sea m<strong>ar</strong>mota!Cabral se atribula aún más: ¿eso lo pensó o se lo dijeron?¿Fue la voz exterior o la voz interior la que dijo esafrase terrible? No logra est<strong>ar</strong> seguro. Las batallas <strong>de</strong>finitivamentelo aturullan. Si fue la voz interior, el asunto noes grave: Cabral, como todo el mundo, por otra p<strong>ar</strong>te,tiene el hábito <strong>de</strong> habl<strong>ar</strong>se a sí mismo y <strong>de</strong> <strong>de</strong>dic<strong>ar</strong>sepequeños insultos. Mirá que sos boludo, Cabral, se dijo,por ejemplo, a sí mismo, por supuesto que c<strong>ar</strong>iñosamente,la noche en que tratando <strong>de</strong> <strong>de</strong>ducir la dirección enla que estaba el P<strong>ar</strong>aná se cayó a una zanja. Es que élsiempre trataba <strong>de</strong> saber adón<strong>de</strong> se encontraba. Y ahora,precisamente ahora, cuando más lo <strong>de</strong>seaba en su vida,no podía establecerlo.Pero, ¿ese m<strong>ar</strong>mota lo pensó él, p<strong>ar</strong>a sí mismo, o se lodijeron <strong>de</strong>s<strong>de</strong> afuera? Si se lo dijeron <strong>de</strong>s<strong>de</strong> afuera,entonces verda<strong>de</strong>ramente había <strong>de</strong> qué preocup<strong>ar</strong>se.Porque la voz que lo dijo -cl<strong>ar</strong>o que él podría habersehablado, interiormente, con la voz <strong>de</strong>l otro- era la mismaque gritaba todo el tiempo ¡acá! ¡acá!; es <strong>de</strong>cir que erala voz <strong>de</strong>l jefe. Y había, todavía, algo peor. Cabral seestremece. ¿Él recordaba mal, cosa nada improbable enmedio <strong>de</strong> tanto aturdimiento, o la voz había dicho:Cabral, no sea m<strong>ar</strong>mota? La voz lo había nombrado. Si setrataba <strong>de</strong> la voz interior, todo estaba en or<strong>de</strong>n: Cabralsiempre se llama a sí mismo Cabral cuando se hablabainternamente. Pero si la voz vino <strong>de</strong> afuera, y Cabral yasabe que la voz que viene <strong>de</strong> afuera es la voz <strong>de</strong>l jefe,eso significa que si lo nombró es que lo reconoció. Yque, <strong>de</strong>duce Cabral, a pes<strong>ar</strong> <strong>de</strong> tanto espanto, si lo reconocióes porque pudo verlo. Si él pue<strong>de</strong> verme, sigue,tratando <strong>de</strong> cl<strong>ar</strong>ific<strong>ar</strong> su panorama, entonces yo tendríaque po<strong>de</strong>r verlo a él. Es reconfortante razon<strong>ar</strong> con tantalógica, pero lo cierto es que no pue<strong>de</strong> verlo. ¿Dón<strong>de</strong>?¿dón<strong>de</strong>? ¿dón<strong>de</strong>? -piensa otra vez. A Cabral, dadas lascircunstancias, no le p<strong>ar</strong>ecen p<strong>ar</strong>a nada injustificadas lasganas <strong>de</strong> llor<strong>ar</strong>. ¿Cómo soport<strong>ar</strong> tanta impotencia? Llor<strong>ar</strong>,o, mejor dicho, cierta forma <strong>de</strong> llor<strong>ar</strong>, ¿no es tambiéncosa <strong>de</strong> hombres? Quien sabe, piensa con <strong>de</strong>sdicha. Alp<strong>ar</strong>ecer, se encuentra otra vez girando sobre sí mismo,45


aunque no es <strong>de</strong>scabellado suponer que siguió así todoel tiempo y que lo que ahora suce<strong>de</strong> es que la batalla yano gira al mismo ritmo que él, y entonces él pue<strong>de</strong> d<strong>ar</strong>secuenta <strong>de</strong> que da vueltas. Todo esto le da más ganas <strong>de</strong>llor<strong>ar</strong>. Pero se aguanta. ¿Cómo se vería -y, si la voz eraexterior, a él lo están viendo- un s<strong>ar</strong>gento llorando en elcampo <strong>de</strong> batalla?Cabral se aguanta <strong>de</strong> llor<strong>ar</strong>. Aguant<strong>ar</strong>se significa hacerfuerza en el momento mismo en el que la g<strong>ar</strong>ganta seatasca y las lágrimas le vienen raudamente hacia los ojos.El resultado <strong>de</strong> esta contradicción es que las lágrimas sequedan en los ojos, en el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> los ojos. No se quedana<strong>de</strong>ntro -¿a<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> dón<strong>de</strong>? ¿<strong>de</strong> dón<strong>de</strong> vienen laslágrimas? ¿están ya en el ojo? ¿le vienen a uno <strong>de</strong>lalma?-, pero tampoco se caen <strong>de</strong>cididamente haciafuera, a rod<strong>ar</strong> por las mejillas, a correr entre los mocos.A Cabral las lágrimas se le quedan en el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> losojos y entonces, milagrosamente, le funcionan comopequeñas pero incomp<strong>ar</strong>ables lentes <strong>de</strong> aumento. AhoraCabral ve, aunque sigue el humo y el remolino por todasp<strong>ar</strong>tes. Con alguna zona difuminada, es cierto, pero ve. Yve el quién (el quién ya lo sabía, porque reconoció lavoz) y ve también el acá. El acá no era tan allá comopudo haber pensado: está bastante cerca y no será difícilhacer un mismo acá <strong>de</strong>l acá <strong>de</strong>l jefe y <strong>de</strong>l suyo propio.Ahora Cabral quiere llor<strong>ar</strong>, se lo propone <strong>de</strong>cididamente,se esmera en ello. Ya no es un llanto que avergüence:es un llanto <strong>de</strong>stinado a servir a la patria. Perolas lágrimas no vuelven ahora, cuando más se las necesita.Cabral trata entonces <strong>de</strong> orient<strong>ar</strong>se hacia la direcciónen la que vio al jefe. Camina, cree, en ese sentido, y enuna línea más o menos recta. El humo se entreabre en unmomento <strong>de</strong>terminado, o posiblemente Cabral ha vueltoa lagrime<strong>ar</strong> sin proponérselo en este caso y tal vez sind<strong>ar</strong>se cuenta siquiera.El asunto es que vuelve a ver al jefe, y lo ve tan cerca,que ya pue<strong>de</strong> prácticamente <strong>de</strong>cirse que están los dos enel mismo acá. Pero la escena que ve Cabral es r<strong>ar</strong>ísima:en lug<strong>ar</strong> <strong>de</strong> est<strong>ar</strong>, como era digno <strong>de</strong> esper<strong>ar</strong>se y comotodos los retratos habrían <strong>de</strong> evoc<strong>ar</strong>lo, el gran jefe sobresu caballo, está, ¡quién lo diría!, el caballo sobre el granjefe. Una extraña pregunta emerge en la mente <strong>de</strong>Cabral: ¿<strong>de</strong> qué color es el caballo blanco <strong>de</strong> San M<strong>ar</strong>tín?Cabral no sabe exactamente por qué ha pensado en eso.Pero la pregunta le p<strong>ar</strong>ece estúpida: ¡contesta, en su formulación,exactamente aquello que está preguntando! Elhecho es que ahí (¡acá!) está el caballo, y el jefe, increíblemente,<strong>de</strong>bajo y no encima <strong>de</strong> él.Cabral se dirige con presteza a poner las cosas en sulug<strong>ar</strong>. La vida <strong>de</strong> cu<strong>ar</strong>tel lo ha acostumbrado al or<strong>de</strong>n.Pero no es fácil mover ese caballo, salv<strong>ar</strong> ese jefe, contanto ruido, con tanto humo. Cabral hace fuerza y fuerzay fuerza y le p<strong>ar</strong>ece que no va a po<strong>de</strong>r, hasta que al finalpue<strong>de</strong>. Tira y tira y tira y <strong>de</strong> pronto el jefe sale. Cabralresopla, un poco por el esfuerzo, otro poco por el alivio.Y es entonces cuando <strong>de</strong>l humo, <strong>de</strong> en medio <strong>de</strong>l humo,sale el maturrango y le clava la bayoneta.Mucho le duele la tetilla a Cabral. ¿La tetilla o másabajo? No hay manera <strong>de</strong> saberlo. Duele y <strong>ar</strong><strong>de</strong>. Echadoen el suelo, Cabral vuelve a pregunt<strong>ar</strong>se ¿dón<strong>de</strong>? ¿dón<strong>de</strong>?¿dón<strong>de</strong>? Después piensa, bastante sereno: qué c<strong>ar</strong>ajoimporta dón<strong>de</strong>, la cosa es que estoy jodido. Jodido y bienjodido. Lo único que sabe Cabral es que le duele acá,pero ni i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> en qué jodida p<strong>ar</strong>te <strong>de</strong>l cuerpo queda ese6 7


acá. Antes se sabía a él, a sí mismo, y no el lug<strong>ar</strong> en elque estaba. Ahora que se lo llev<strong>ar</strong>on ap<strong>ar</strong>te, ahora que elhumo se está disipando y que el único grito que escuchaes el suyo, lo que Cabral no logra poner en cl<strong>ar</strong>o esdón<strong>de</strong> le duele a él.Se le acercan v<strong>ar</strong>ios. Lo miran, lo miran. Él los ve<strong>de</strong>s<strong>de</strong> abajo, tirado en el suelo. Le dicen que la batalla segana. La tetilla, dice Cabral, y nadie le hace caso. Le danvueltas alre<strong>de</strong>dor y por un rato no le hablan. Despuésvuelven a <strong>de</strong>cirle que la batalla se gana y que el jefe estáentero. Cabral se da cuenta <strong>de</strong> que se va a morir. No esque le p<strong>ar</strong>ece, no es que lo sospecha, no es que tiene esaimpresión. Cabral sabe positivamente que se va a morir yeso le provoca una inmensísima tristeza. Cabral siente,allí tirado, en medio <strong>de</strong>l polvo, una enorme congoja, unaterrible pena, una <strong>de</strong>sdicha imposible <strong>de</strong> medir. Sabe quese va a morir. Y no es ningún tonto, <strong>de</strong> modo que está tristísimo.Alguien, quizás el jefe, se le acerca, se pone encuclillas junto a él y le pregunta cómo se siente. Cabralalcanza a pens<strong>ar</strong>, mientras se muere, que nunca jamás enla historia existió hombre que sintiera más tristeza que élen ese momento. Pero <strong>de</strong>cirlo le da vergüenza. ¿Qué vana pens<strong>ar</strong> <strong>de</strong> él? Van a pens<strong>ar</strong> que es una mujercita, van apens<strong>ar</strong> que es un m<strong>ar</strong>icón. Es sumamente probable queCabral tenga razón, que nunca haya habido un hombreque estuviese más triste que él. Siente una tristeza inconmensurable.Pero, cuando se lo preguntan, no lo dice.¿Qué van a pens<strong>ar</strong> <strong>de</strong> él? Sólo le queda aliento p<strong>ar</strong>a pronunci<strong>ar</strong>cuatro o cinco palabras, que apenas si se oyen:es su mo<strong>de</strong>sta <strong>de</strong>spedida, es su página mejor.8


MARTÍN KOHANNació en Buenos Aires en enero <strong>de</strong> 1967. Se doctoró en Letras en laFacultad <strong>de</strong> Filosofía y Letras <strong>de</strong> la Universidad <strong>de</strong> Buenos Aires. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong>escritor, trabaja en crítica liter<strong>ar</strong>ia; y ha colaborado en diversos medios.También se <strong>de</strong>sempeña como docente <strong>de</strong> Teoría Liter<strong>ar</strong>ia en la Universidad<strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> Buenos Aires y en la Universidad <strong>de</strong> la Patagonia. En 2007obtuvo el XXV Premio Herral<strong>de</strong> <strong>de</strong> Novela por Ciencias morales. Su obra hasido traducida al italiano, inglés, francés y alemán.¿QUERÉS LEER MÁS DE ESTE AUTOR?Eva Perón, cuerpo y política (ensayo, 1998). Ensayo <strong>de</strong> lectura sobre WalterBenjamin (ensayo, 2004). N<strong>ar</strong>r<strong>ar</strong> a San M<strong>ar</strong>tín (ensayo, 2005). <strong>Muero</strong> <strong>contento</strong>(cuentos, 1994). Una pena extraordin<strong>ar</strong>ia (cuentos, 1998). La pérdida <strong>de</strong> Laura(novela, 1993). El informe (novela, 1997). Los cautivos (novela, 2000). Dosveces junio (novela, 2002). Segundos afuera (novela, 2005). Museo <strong>de</strong> la revolución(novela, 2006). Ciencias morales (novela, 2007).¿QUERÉS SABER MÁS DE ESTE AUTOR?www.buenosaires.gov.<strong>ar</strong>/<strong>ar</strong>eas/com_social/audiovi<strong>de</strong>oteca/literatura/kohanEjempl<strong>ar</strong> <strong>de</strong> distribución gratuita. Prohibida su venta.

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