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einstein: relatividad, mecánica cuántica y la teoría del campo unificado

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Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp)Vol. 101, Nº. 1, pp 127-138, 2007VII Programa de Promoción de <strong>la</strong> Cultura Científica y TecnológicaEINSTEIN: RELATIVIDAD, MECÁNICA CUÁNTICA Y LA TEORÍADEL CAMPO UNIFICADOFRANCISCO J. YNDURÁIN MUÑOZ ** Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Departamento de Física Teórica, C-XI Universidad Autónoma deMadrid, Canto B<strong>la</strong>nco. 28049, Madrid. fjy@<strong>del</strong>ta.ft.uam.es“... Does this mean that my observations becomereal only when I observe an observer observingsomething as itappens? This is a horrible viewpoint.Do you seriously entertain the thought thatwithout the observer there is no reality? Whichobserver? Is a fly an observer? Is a star an observer?”R. P. Feynman, a propósito <strong>del</strong> problema de<strong>la</strong> medida en mecánica cuántica1. INTRODUCCIÓNEn el año 1905, Albert Einstein produjo tresartículos básicos para el desarrollo de <strong>la</strong> ciencia <strong>del</strong>siglo XX: un artículo sobre el movimiento Browniano,que lo explicaba y, además, proporcionaba un métodoextremadamente preciso para contar átomos; unartículo en que desarrolló <strong>la</strong> teoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>,algunas de cuyas consecuencias analizaremos; y, finalmente,un artículo en el que estableció que <strong>la</strong> luz (quehasta entonces se había considerado como unavibración) se comportaba, en el efecto fotoeléctrico,como partícu<strong>la</strong>s, a <strong>la</strong>s que él l<strong>la</strong>mó Lichtquanten y queson en <strong>la</strong> actualidad conocidas como fotones. Esteúltimo descubrimiento, tal vez el más fundamental,llevó —entre otras cosas— al desarrollo de <strong>la</strong>mecánica cuántica.No tiene, por supuesto, mucho sentido el discutircuál de los tres descubrimientos es más importante.Cara al gran público, sin duda lo más conocido es <strong>la</strong>teoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>, que ha producido <strong>la</strong> que es,probablemente, <strong>la</strong> ecuación más famosa de <strong>la</strong> física,E = mc 2 .Lo menos conocido es <strong>la</strong> explicación <strong>del</strong>movimiento browniano, que <strong>la</strong> mayor parte de <strong>la</strong> gente(incluidos bastantes físicos) ignora o no aprecia. Entrelos profesionales interesados en <strong>la</strong> historia de <strong>la</strong> física,<strong>la</strong> situación es distinta: <strong>la</strong> importancia <strong>del</strong> trabajo sobreel movimiento browniano es bien sabida. En efecto, ycomo ya se ha dicho, este trabajo proporcionó unmétodo preciso para calcu<strong>la</strong>r el número de átomos enun gramo de hidrógeno, el l<strong>la</strong>mado número deAvogadro, algo que el propio Einstein mejoró en unnuevo trabajo de 1911, lo que permitió establecerdefinitivamente <strong>la</strong> estructura corpuscu<strong>la</strong>r de <strong>la</strong> materia.A pesar de esta importancia, nosotros no discutiremosestas cuestiones en <strong>la</strong> presente nota; entre otrasrazones, porque no cabe duda de que, tanto <strong>la</strong> teoría de<strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> como <strong>la</strong> explicación <strong>del</strong> efecto fotoeléctrico,representaron saltos conceptuales mucho másgrandes que <strong>la</strong> explicación <strong>del</strong> movimiento browniano;después de todo, Dalton formuló <strong>la</strong> hipótesis atómicaen 1808 y Avogadro consideró <strong>la</strong> cuestión de cuál es elnúmero de átomos contenidos en un gramo de materiaya en 1811.No está c<strong>la</strong>ro es cuál de <strong>la</strong>s dos, <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> especialo explicación <strong>del</strong> efecto fotoeléctrico, representan unsalto mayor. En general, puede decirse que los físicoscon temperamento matemático se inclinan por <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>,y los fenomenólogos por los Lichtquanten. Dehecho, el Comité Nobel otorgó a Einstein el premio nopor <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> (especial o general) sino por <strong>la</strong> explicación<strong>del</strong> efecto fotoeléctrico. En lo que sigue voy aintentar transmitir lo que, en mi opinión al menos, esmás impresionante de los prodigios de intuición que


128Francisco J. Ynduráin MuñozRev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2007; 101Einstein derrochó al resolver ambas cuestiones, ydónde condujeron —tanto a <strong>la</strong> física como al propioEinstein— estas soluciones.2. PROBLEMAS DE LA FÍSICA EN ELSIGLO XIXMás de una vez hemos oido hab<strong>la</strong>r <strong>del</strong> “optimismodecimonónico”. El hombre <strong>del</strong> siglo XIX, en EuropaOccidental y Norteamérica, estaba tan impresionadopor los avaces tecnológicos que se sucedieron a lo<strong>la</strong>rgo de ese siglo que dicho optimismo parecía justificado:en ciencia, al menos. En particu<strong>la</strong>r, <strong>la</strong> solidezde <strong>la</strong> física basada en <strong>la</strong>s ecuaciones de <strong>la</strong> mecánica deNewton y Galileo, <strong>la</strong> teoría cinética <strong>del</strong> calor y <strong>la</strong>secuaciones <strong>del</strong> electromagnetismo de Maxwell era talque se conoce a <strong>la</strong> correspondiente física con el bienmerecido nombre de “física clásica”. Las teoríasclásicas parecían ser capaces de explicar todas <strong>la</strong>sfuerzas que actúan en el cosmos.Sin embargo, <strong>la</strong> situación no era tan positiva comopara justificar plenamente el optimismo de nuestrosbisabuelos. En efecto, ya antes de 1900 existían unaserie de puntos obscuros y contradicciones en <strong>la</strong>ciencia (y, en particu<strong>la</strong>r, en <strong>la</strong> física clásica) querequirieron varias revoluciones en <strong>la</strong> misma; revolucionesconectadas con los descubrimientos de Einsteinen su annus mirabilis de 1905. En este texto vamos adiscutir dos de los problemas de <strong>la</strong> física decimonónica,que son <strong>la</strong>s más directamente re<strong>la</strong>cionadascon el tema que nos ocupa.Contradicción entre <strong>la</strong> mecánica de Newton y <strong>la</strong>secuaciones de Maxwell. Desde el último tercio <strong>del</strong>siglo XIX se sabía de <strong>la</strong> existencia de un importanteproblema de consistencia interna en <strong>la</strong> mecánica. Enefecto, <strong>la</strong> teoría <strong>del</strong> electromagnetismo deMaxwellimplicaba que <strong>la</strong> velocidad de <strong>la</strong> luz es una constante,c = µ ε (µ es <strong>la</strong> permeabilidad magnética <strong>del</strong> vacío, yε <strong>la</strong> eléctrica), independientemente <strong>del</strong> sistema de referenciadesde el que <strong>la</strong> luz se emite. Mientras que sesabía, ya desde Galileo, que <strong>la</strong>s velocidades debensumarse. De manera que, si desde una fuente enmovimiento con velocidad v se emite luz, su velocidaddebería ser v+c, siendo c <strong>la</strong> velocidad de <strong>la</strong> luz emitidapor una fuente en reposo.Antes de finales de siglo <strong>la</strong> solución a esta paradojaconsistía en suponer <strong>la</strong> existencia de una substancia, eléter, en reposo absoluto, que permeaba todo el universo,y en el que se propagaban <strong>la</strong>s ondas electromagnéticas,en particu<strong>la</strong>r <strong>la</strong> luz (el “eter luminífero”). Esteéter debería tener propiedades peculiares; para podersoportar <strong>la</strong>s vibraciones <strong>del</strong> <strong>campo</strong> electromagnéticodebía ser más rígido que el acero, pero tenía que serinfinitamente sutil para que su presencia no perturbaselos movimientos de los p<strong>la</strong>netas y otros cuerposcelestes.La radiación a bajas temperaturas. Aunque parecíaun fenómeno menor, lo cierto es que estuvo en elorigen de <strong>la</strong> mayor revolución que se ha producido en<strong>la</strong> ciencia física desde los tiempos de Galileo, <strong>la</strong>mecánica cuántica. El efecto es sencillo: <strong>la</strong> cantidad deenergía radiada por un cuerpo que se calienta está deacuerdo con lo que <strong>la</strong>s leyes de <strong>la</strong> radiación electromagnéticay <strong>la</strong> termodinámica implicaban a altas temperaturas;pero a bajas temperaturas (para valor fijo de<strong>la</strong> frecuencia) los resultados experimentales discrepabanradicalmente de <strong>la</strong>s predicciones teóricas. En1900, Max P<strong>la</strong>nck sugirió que esto podía ser debido aque <strong>la</strong> radiación electromagnética no se emite de formacontinua, sino bajo <strong>la</strong> forma de paquetes discretos deenergía, los quanta de <strong>la</strong> radiación: en total contradiccióncon lo que uno espera <strong>del</strong> electromagnetismoo <strong>la</strong> mecánica clásicos, pero en acuerdo conlos experimentos.3. LA TEORÍA DE LA RELATIVIDADESPECIALVolvamos al problema de <strong>la</strong> inconsistencia de <strong>la</strong>secuaciones de Maxwell y de Galileo. A finales <strong>del</strong>siglo XIX, a partir de 1881, Albert Michelson, primerosólo y luego en co<strong>la</strong>boración con Edward Morley,realizó una serie de experimentos con señales luminosasdiseñados para medir <strong>la</strong> velocidad de <strong>la</strong> tierracon respecto al éter. Los resultados fueron negativos,lo que implicaba <strong>la</strong> necesidad de modificaciones drásticasde <strong>la</strong> hasta entonces sacrosanta mecánica clásica.Primero FitzGerald y luego Lorentz y Poincarécomenzaron <strong>la</strong> formu<strong>la</strong>ción de una nueva mecánica,culminada por Albert Einstein en <strong>la</strong> teoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>,que, con <strong>la</strong> mecánica cuántica, es una de <strong>la</strong>sgrandes revoluciones científicas <strong>del</strong> siglo XX.


Francisco J. Ynduráin Muñoz Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2007; 101 129que no tenemos en cuenta <strong>la</strong>s interacciones gravitatorias,teoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> restringida.No es fácil dilucidar <strong>la</strong> cuestión de los méritos re<strong>la</strong>tivosde Lorentz, Poincaré y Einstein en el desarrollode <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> especial. No cabe duda de que, porejemplo, Poincaré precedió a Einstein en darse cuentade <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> <strong>del</strong> tiempo, y ya en 1898 escribió que“no tenemos intuición directa de <strong>la</strong> noción de simultaneidadde sucesos que ocurren en lugares distintos.”(Pais, 1 p. 36). Sin embargo, no es menos cierto queLorentz y Poincaré estaban inmersos en <strong>la</strong> noción <strong>del</strong>éter, al que atribuian efectos tales como <strong>la</strong> contracciónde <strong>la</strong> longitud de los cuerpos en movimiento (contracciónde Lorentz). Einstein fue quien primero se diocuenta de que <strong>la</strong> teoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> permitía prescindirde tan peculiar substancia.Figura 1. Albert Einstein, en 1905.La simetría re<strong>la</strong>tivista.Podemos expresar <strong>la</strong> contradicciónentre <strong>la</strong> mecánica de Galileo y Newton y <strong>la</strong>teoría <strong>del</strong> electromagnetismo de Maxwell diciendo que<strong>la</strong>s transformaciones de simetría de <strong>la</strong>s ecuaciones deMaxwell no coinciden con <strong>la</strong>s simetrías de <strong>la</strong> mecánicaclásica, lo que <strong>la</strong>s hace incompatibles.Las transformaciones de simetría de <strong>la</strong>s ecuacionesde Maxwell fueron estudiadas por el científico alemánWaldemar Voigt en 1887, bastante antes de que se descubriera<strong>la</strong> teoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>. El trabajo de Voigtno fue apreciado, y <strong>la</strong>s transformaciones de simetría de<strong>la</strong>s ecuaciones de Maxwell, que forman <strong>la</strong>s transformacionesre<strong>la</strong>tivistas (hoy, con cierta injusticia, conocidascomo transformaciones de Lorentz y Poincaré)fueron redescubiertas, independientemente <strong>del</strong> trabajode Voigt, simultáneamente por Poincaré y por Einstein,en 1905. La correspondiente teoría se conoce comoteoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> o, si queremos poner énfasis enLa teoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>, a pesar de que se presentapor los no-profesionales como una teoríaabstrusa, no es excesivamente difícil de comprender yrequiere un formalismo matemático bastante sencillo.Sus consecuencias, sin embargo, sí que van en contrade lo que nuestra intuición nos dicta. Además <strong>del</strong>hecho de que <strong>la</strong> velocidad de <strong>la</strong> luz tenga que ser <strong>la</strong>misma en cualquier sistema de referencia, <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>implica que <strong>la</strong> longitud de un cuerpo que semueve a velocidad v es percibida por un observadorque esté en reposo como contraída en el famoso factorde Lorentz,2 2β = 1 −v c .Más extraño aún es que el tiempo transcurre máslentamente para el objeto que se mueve; esta di<strong>la</strong>tacióntemporal viene dada por el mismo factor de Lorentz.El efecto de ralentización <strong>del</strong> tiempo, indicado porprimera vez por Poincaré, ha sido observado innumerablesveces, tanto en aceleradores de partícu<strong>la</strong>s (en losque se llega a velocidades que sólo se diferencian enuna billonésima parte de <strong>la</strong> velocidad de <strong>la</strong> luz, con loque el efecto es espectacu<strong>la</strong>r) como en aviones a granvelocidad o en satélites artificiales.Finalmente, una consecuencia sorprendente de <strong>la</strong>teoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> es <strong>la</strong> equivalencia entre materia1 Las citas a Pais se refieren a <strong>la</strong> edición españo<strong>la</strong> de su biografía de Einstein. [A. Pais, El señor es sutil, Ariel, 1984].


130Francisco J. Ynduráin MuñozRev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2007; 101siguen trayectorias rectilíneas, mantenía que estosrayos entán constituidos de un enjambre de partícu<strong>la</strong>s.Huygens sostenía, por el contrario, que <strong>la</strong> luz consisteen vibraciones <strong>del</strong> éter.Figura 2. Fotografía de <strong>la</strong> figura de interferencia entre dosondas, en una superficie de agua.y energía. Esto se utiliza en los grandes aceleradoresde partícu<strong>la</strong>s para crear partícu<strong>la</strong>s a partir de puraenergía; el proceso inverso, <strong>la</strong> transformación de partede <strong>la</strong> masa de los átomos de uranio (o de hidrógeno) enenergía nos proporciona <strong>la</strong> energía nuclear, pacífica ono, además de explicar <strong>la</strong> procedencia de <strong>la</strong> energíaliberada en procesos radiactivos.4. LA EXPLICACIÓN DEL EFECTOFOTOELÉCTRICOEntre <strong>la</strong>s polémicas científicas que jalonaron elsiglo XVIII una de el<strong>la</strong>s, de interés para nosotros eneste artículo, fue <strong>la</strong> que enfrentó a Isaac Newton y alho<strong>la</strong>ndés Cristiaan Huygens acerca de <strong>la</strong> naturaleza de<strong>la</strong> luz. Newton, basándose en que los rayos de luzLa evidencia experimental estaba a favor <strong>del</strong>ho<strong>la</strong>ndés; tanto los fenómenos de difracción —estudiadospor el propio Huygens— como <strong>la</strong>s leyes deSnell-Descartes de refracción de <strong>la</strong> luz implican queésta es un fenómeno vibratorio. Ciertamente, fue elenorme prestigio de Newton lo que mantuvo abierta <strong>la</strong>polémica, y sólo en vida de éste. En especial desde losexperimentos de interferencia realizados por Young entorno a 1800, que parecían definitivos, <strong>la</strong> comunidadcientífica se había decantado por <strong>la</strong>s ideas de Huygens.Fue, por tanto, una sorpresa descomunal para dichacomunidad cuando Einstein mostró que <strong>la</strong>s propiedades<strong>del</strong> efecto fotoeléctrico sólo podían explicarse si<strong>la</strong> luz se comportaba en él como un enjambre departícu<strong>la</strong>s, con propiedades de energía idénticas a <strong>la</strong>simaginadas por P<strong>la</strong>nck en su explicación de <strong>la</strong>radiación <strong>del</strong> cuerpo negro cinco años antes. En ciertomodo, es un caso de justicia poética el que <strong>la</strong> mismapersona (Einstein) que demostró que había que abandonar<strong>la</strong> mecánica newtoniana fuese <strong>la</strong> que diera <strong>la</strong>razón a Newton, 2 vindicando sus ideas sobre <strong>la</strong> naturalezade <strong>la</strong> luz: ésta también tiene una estructura corpuscu<strong>la</strong>r,y un rayo de luz puede también considerarsecomo un enjambre de partícu<strong>la</strong>s, para <strong>la</strong>s que se haacuñado el nombre de fotones (en lugar <strong>del</strong> de“Lichtquanten” original de Einstein).El efecto fotoeléctrico se produce cuando <strong>la</strong> luzincide sobre ciertas sustancias, a <strong>la</strong>s que arranca electrones.Su utilidad, en célu<strong>la</strong>s fotoeléctricas o cámaraselectrónicas o digitales es conocida por todos, demanera que <strong>la</strong> explicación de dicho efecto tenía nosólo importancia teórica sino también repercusionesprácticas. Durante un cierto tiempo, <strong>la</strong> explicación deEinstein era un tanto ad hoc: para un efecto había quehacer una hipótesis. Pero esto cambió poco tiempodespués. A partir de 1920 el físico americano Comptonencontró una propiedad más que implicaba un caractercorpuscu<strong>la</strong>r de <strong>la</strong> luz: los fotones pueden “rebotar”sobre partícu<strong>la</strong>s materiales y lo hacen con <strong>la</strong>spropiedades de choques entre partícu<strong>la</strong>s. Indudablemente,esto ayudó al Comité Nobel para decidirse a2 Pero sólo en un sentido poético; en <strong>la</strong> polémica científica entre Newton y Huygens era el ho<strong>la</strong>ndés el que tenía razón.


Francisco J. Ynduráin Muñoz Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2007; 101 131otorgar a Einstein su preciado ga<strong>la</strong>rdón (en 1922).Pero <strong>la</strong> explicación de Einstein <strong>del</strong> efecto fotoeléctricono invalidaba <strong>la</strong> ap<strong>la</strong>stante evidencia de que <strong>la</strong> luz, o,más generalmente, <strong>la</strong> radiación electromagnética, presentaen muchos fenómenos un comportamiento ondu<strong>la</strong>torio.¿Cómo es posible que un único fenómeno (ennuestro caso, <strong>la</strong> luz) tenga a <strong>la</strong> vez propiedades tan distintascomo <strong>la</strong>s de ondas y partícu<strong>la</strong>s? Porque hay unsinfín de diferencias: <strong>la</strong>s ondas interfieren; <strong>la</strong>spartícu<strong>la</strong>s (al menos según lo que se creía en 1905), no.Otra diferencia entre ondas y partícu<strong>la</strong>s es <strong>la</strong> siguiente:<strong>la</strong>s partícu<strong>la</strong>s llegan de una en una al detector, pero <strong>la</strong>sondas llegan de forma continua. Parece por tanto queambas entidades, ondas y partícu<strong>la</strong>s, son bien distintasy fáciles de diferenciar.Los resultados que hemos mencionado son los quese obtienen con partícu<strong>la</strong>s y rendijas macroscópicas.Supongamos ahora que realizamos el experimento conelectrones 3 y con rendijas microscópicas; típicamente,<strong>del</strong> orden de <strong>la</strong>s distancias interatómicas, una millonésimade milímetro. Entonces, encontramos quehay interferencias, con lo cual parece que debemosconcluir que el electrón no es una partícu<strong>la</strong>, sino unaonda. La posibilidad de un caracter ondu<strong>la</strong>torio <strong>del</strong>electrón fue sugerida, en 1923, por Louis de Broglie,que también indicó un posible método de detectar <strong>la</strong>scorrespondientes interferencias, en difracción porredes cristalinas. Estas fueron observadas experimentalmentepoco después. El francés se inspiró en <strong>la</strong>sideas de Einstein para formu<strong>la</strong>r su hipótesis, hipótesisque a su vez impresionó fuertemente a Einstein.Pero <strong>la</strong> hipótesis de de Broglie (o <strong>la</strong> de Einstein) noes aceptable sin más: en efecto, los electrones nollegan de forma continua al detector (como lo hacen<strong>la</strong>s ondas ordinarias), sino que lo hacen de uno en uno,tal como ocurriría si fuesen partícu<strong>la</strong>s; y lo mismoocurre con los fotones, en el efecto fotoeléctrico.Tenemos pues una aparente contradicción, unaparadoja, cuya solución llevó a <strong>la</strong> formu<strong>la</strong>ción de unanueva mecánica, conocida como mecánica cuántica,mucho más revolucionaria con respecto a <strong>la</strong> de Galileoy Newton que <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>, y según <strong>la</strong> cual esimposible tener una descripción completa (en elsentido clásico) <strong>del</strong> mundo microscópico.5. LA MECÁNICA CUÁNTICALa solución a <strong>la</strong> paradoja <strong>del</strong> carácter dual ondacorpúsculode electrones o fotones <strong>la</strong> dieron Max Borny, con más profundidad, Werner Heisenberg, entre1925 y 1927. Born propuso interpretar <strong>la</strong> amplitud de<strong>la</strong> “onda” <strong>del</strong> electrón, o <strong>del</strong> fotón, en un punto,amplitud que podemos denotar como ϕ (x), como unaamplitud de probabilidad; de forma que su módulo alcuadrado |ϕ (x)| 2 —que, si el electrón o el fotón fuesenondas ordinarias, mediría su intensidad— nos proporciona<strong>la</strong> probabilidad de encontrar a electrón o fotónen el punto x.Figura 3. Imagen de difracción producida por electrones a<strong>la</strong>travesar una red de átomos (oro cristalino)Puesto que, según esto, no podemos saber exactamentedónde está el electrón, resulta que, a nivelmicroscópico, <strong>la</strong>s partícu<strong>la</strong>s no tienen una trayectoriabien definida. De hecho, se cumplen <strong>la</strong>s famosas re<strong>la</strong>cionesde incertidumbre de Heisenberg: el producto de3 Consideramos electrones para fijar ideas; el argumento es válido para cualquier tipo de partícu<strong>la</strong>s microscópicas.


132Francisco J. Ynduráin MuñozRev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2007; 101<strong>la</strong> indefinición en <strong>la</strong> posición de un electrón y <strong>la</strong>indefinición en su velocidad son <strong>del</strong> orden de unaconstante característica de los fenómenos cuánticos,dividida por <strong>la</strong> masa de <strong>la</strong> partícu<strong>la</strong>: esto es lo quepermite a un mismo objeto ser, a <strong>la</strong> vez, onda ypartícu<strong>la</strong>. La constante característica es <strong>la</strong> l<strong>la</strong>madaconstante de P<strong>la</strong>nck; se denota por el símbolo (“hache con barra”) y es de valor aproximado (enunidades de centímetros, gramos y segundos) de =10 −27 . Por supuesto, esta pequeñez es <strong>la</strong> que haceque los fenómenos cuánticos no sean perceptibles, engeneral, en objetos (partícu<strong>la</strong>s u ondas) macroscópicos;aunque hay excepciones. Por ejemplo, <strong>la</strong> superconductividad,que es un típico fenómeno cuántico,afecta a conductores macroscópicos, y <strong>la</strong>s propiedadestermodinámicas de un gas de partícu<strong>la</strong>s idénticasdependen de efectos cuánticos.Al igual que <strong>la</strong> mecánica clásica, newtoniana o re<strong>la</strong>tivista,tiene sus ecuaciones que nos describen elmovimiento de <strong>la</strong>s partícu<strong>la</strong>s, <strong>la</strong> evolución en eltiempo de <strong>la</strong>s funciones ϕ (x), conocidas como funcionesde onda, viene dada por otras ecuaciones,notablemente por <strong>la</strong>s introducidas por Schr odinger en1926. Sin embargo, y a diferencia de <strong>la</strong>s ecuaciones deNewton, <strong>la</strong>s de Schrödinger no describen <strong>la</strong> trayectoriade electrones y fotones —ya hemos dicho que <strong>la</strong>spartícu<strong>la</strong>s no tienen trayectoria definida— sino quegobiernan <strong>la</strong> evolución de probabilidades.Así como hemos dicho antes que <strong>la</strong> teoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>(especial) si bien extraña, no es excesivamentedifícil de comprender por un profesional, puededecirse que, aunque sepamos utilizar<strong>la</strong> con gran éxito,todavía hoy no hemos acabado de comprender <strong>la</strong>mecánica cuántica. Desde este punto de vista, no cabeduda que <strong>la</strong> explicación <strong>del</strong> efecto fotoeléctrico dadapor Einstein en 1905 abrió <strong>la</strong> puerta a un universomucho más extraño que el descrito por <strong>la</strong> teoría de <strong>la</strong><strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>. En particu<strong>la</strong>r, <strong>la</strong> mecánica cuántica contieneal azar de forma intrínseca y, contrariamente a <strong>la</strong>objetividad que parece consustancial a <strong>la</strong> ciencia,nadie ha sido capaz de formu<strong>la</strong>r<strong>la</strong> sin introducir unobservador. Esto <strong>la</strong> hace desasosegante para muchosfísicos (véase por ejemplo <strong>la</strong> frase de Feynman citadaal principio de este artículo) y, de hecho, Einsteinjam´as <strong>la</strong> aceptó.6. ELECTRODINÁMICA CUÁNTICA: LAPRECISIÓN INHUMANA DERELATIVIDAD Y MECÁNICA CUÁNTICAEN CONJUNCIÓNCuando escribió su famosa ecuación que describe<strong>la</strong> evolución de partícu<strong>la</strong>s en mecánica cuántica, en <strong>la</strong>aproximación no-re<strong>la</strong>tivista, Schrödinger tambiénsugirió una generalización que <strong>la</strong> hiciese compatiblecon <strong>la</strong> teoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>. Tal ecuación (conocidacomo ecuación de Klein-Gordon, por los nombres <strong>del</strong>os científicos que más <strong>la</strong> estudiaron) no describe correctamentelos electrones, únicas partícu<strong>la</strong>s elementalesque se conocían en <strong>la</strong> época; pero no pasó muchotiempo hasta que Dirac, en 1928, propusiese unaecuación que describe <strong>la</strong> evolución de electrones yque, en una primera aproximación, es compatible con<strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> y mecánica cuántica. Aunque <strong>la</strong> ecuaciónde Dirac no es completamente satisfactoria, representósin embargo un importante paso en <strong>la</strong> comprensión <strong>del</strong>os requisitos que <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> impone sobre <strong>la</strong>mecánica cuántica: además de producir varios resultadosen acuerdo con <strong>la</strong>s medidas experimentales.Algunos de los problemas de <strong>la</strong> ecuación de Diracfueron resultos por el propio Dirac en 1927, de hechoantes de inventar <strong>la</strong> ecuación que lleva su nombre, enun trabajo que impresionó a Einstein. 4 En él se consideraal potencial vectorial electromagnético como unoperador, capaz de crear o aniqui<strong>la</strong>r fotones. El reemp<strong>la</strong>zamiento<strong>del</strong> <strong>campo</strong> electromagnético clásico(“número-c”, c de clásico) por un operador (“númeroq”,q de cuántico-quantum) que crea y aniqui<strong>la</strong> <strong>la</strong>spartícu<strong>la</strong>s asociadas indicaba <strong>la</strong> dirección correcta.Todas <strong>la</strong>s partícu<strong>la</strong>s deben ser representadas, en unateoría completamente cuántica y re<strong>la</strong>tivista, en <strong>la</strong> quese implemente <strong>la</strong> posibilidad indicada por <strong>la</strong> ecuación2de Einstein E = mc de transformación de materia enenergía, por operadores <strong>campo</strong> conteniendo creación yaniqui<strong>la</strong>ción de partícu<strong>la</strong>s. A este proceso se le conocea veces como “segunda cuantización”.Es difícil de sobreestimar <strong>la</strong> importancia de <strong>la</strong> formu<strong>la</strong>ciónde segunda cuantización de <strong>la</strong>s interaccionesentre electrones (y positrones) y fotones. Esta permitedar una descripción, unificando <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> y mecánica4 Éste escribió a Ehrenfest: “Tengo dificultad con Dirac. Este equilibrismo sobre <strong>la</strong> mareadora senda entre genio y locura, es sobrecogedor”.(Citado en el libro de A. Pais, p. 443).


Francisco J. Ynduráin Muñoz Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2007; 101 133No es este el lugar de exhibir un conjunto completode predicciones teóricas, y medidas experimentales enelectrodinámica cuántica que hacen a esta teoría deuna precisión inhumana (en frase de Horgan, en sulibro The End of Science, Abacus, 1996). Simplementemencionaremos dos ejemplos. El primero, tal vez elmás impactante, se refiere al momento magnético <strong>del</strong>electrón. Aquí, damos los valores de <strong>la</strong> anomalía,a = g −2,que es en lo que se diferencia el momentomagnético <strong>del</strong> magnetón de Bohr (predicho en primeraaproximación por <strong>la</strong> teoría de Dirac). Tenemos,−12Experimento: ae ( ) = (1159652188 ± 3) × 10−12Teoría: ae ( ) = (1159652153 ± 1,2 ± 28,0) × 10 ;Figura 4. La interacción entre dos partícu<strong>la</strong>s se entiende, enmecánica cuántica re<strong>la</strong>tivista, a través <strong>del</strong> intercambio de <strong>la</strong>partícu<strong>la</strong> correspondiente a <strong>la</strong> interacción. La línea ondu<strong>la</strong>darepresenta el intercambio de un fotón para interacciones electromagnéticas.cuántica, de todos los procesos puramente elctromagnéticos,y resuelve los problemas que presentaba <strong>la</strong>ecuación de Dirac. Así, <strong>la</strong> interacción entre partícu<strong>la</strong>scargadas resulta ser debida al intecambio de fotonesentre éstas partícu<strong>la</strong>s, como se muestra en <strong>la</strong> figura 4.En el límite de velocidades pequeñas en comparacióncon <strong>la</strong> de <strong>la</strong> luz, puede demostrarse que <strong>la</strong> interacciónrepresentada en esta figura se reduce a una interaccióncon un potencial coulombiano ordinario, con correccionesre<strong>la</strong>tivistas. Estas correcciones, evaluadas porG. Breit (1929) y E. Fermi y H. A. Bethe (1932) sedeben, en particu<strong>la</strong>r, a que <strong>la</strong> interacción descrita por <strong>la</strong>figura 4 no es instantánea, produciéndose un efecto deretardación en el potencial debido a <strong>la</strong> velocidad finitade propagación <strong>del</strong> fotón. Las correcciones de retardaciónfueron comprobadas experimentalmente, enespecial en el positronio (estado ligado de electrón ypositrón) y en el átomo de helio.Estos éxitos culminaron entre 1949 y 1952 en lostrabajos de Schwinger y Feynman (entre otros) quedesarrol<strong>la</strong>ron una formu<strong>la</strong>ción completa de <strong>la</strong>s interaccioneselectromagnéticas consistente, a <strong>la</strong> vez, con <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>y mecánica cuántica. Además, mostraroncómo obtener, al menos en principio, predicciones aorden arbitrario de precisión desarrol<strong>la</strong>ndo en serie depotencias de <strong>la</strong> l<strong>la</strong>mada constante de estructura fina,2α = e c1 .137,036...El primer error en el valor teórico para a(e) es eldebido al cálculo teórico; el segundo es debido a <strong>la</strong>incertidumbre experimental en el valor de α, quehemos tomado como el obtenido <strong>del</strong> efecto Hallcuántico. De hecho, el error <strong>del</strong> cálculo teórico cuánticore<strong>la</strong>tivistade a(e) es tan pequeño que podemosobtener el valor más preciso de α utilizándolo. Si lohacemos, obtenemos un valor para α,α (<strong>del</strong> momento magnético) = 1 (137,035 99 57 ± 0,000 000 52),casi diez veces más preciso que lo más exacto obtenidocon física macroscópica,α (efecto Hall) = 1 (137,036 003 70 ± 0,000 003 30).El segundo efecto es el conocido como efectoLamb(desp<strong>la</strong>zamientos en los niveles energéticos <strong>del</strong>átomo de hidrógeno). Aquí,Experimento: ∆E(2S 1− 2P1) = 1057851 ± 20 kHz2 2Teoría: ∆E(2S − 2P ) = 1057862 ± 30 kHz.1 12 2El fantástico grado de precisión a que hemos llegadoes más evidente si consideramos que los números queestamos citando son correcciones a los nivelesenergéticos, los que, al orden más bajo vienen dadospor <strong>la</strong> ecuación de Scrödinger. Es decir, los números de<strong>la</strong>s ecuaciones demás arriba deben ser comparados conel Rydberg, energía <strong>del</strong> estado fundamental de átomoshidrogenoides, de valor91 Ry = 38 423,289 × 10 MHz:<strong>la</strong> precisión es pues <strong>del</strong> orden de una parte en 10 9 oincluso 10 12 .


134Francisco J. Ynduráin MuñozRev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2007; 1017. LA RELATIVIDAD GENERALComo ya hamos dicho, no es fácil dilucidar <strong>la</strong>cuestión de los méritos re<strong>la</strong>tivos de Lorentz, Poincaréy Einstein en el desarrollo de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> especial.Pero si hay dudas acerca de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> especial,pocas caben acerca de <strong>la</strong> paternidad de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>general, que es como se conoce a <strong>la</strong> teoría re<strong>la</strong>tivista de<strong>la</strong> gravitación: sin despreciar <strong>la</strong>s contribuciones deGrossmann, Hilbert y (posteriormente) Weyl, <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>general es c<strong>la</strong>ramente hija de Einstein. La <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>especial permitía reconciliar <strong>la</strong> mecánica con <strong>la</strong>teoría de <strong>la</strong>s interacciones electromgnéticas; a partir de1907 Einstein se concentró en intentar aplicar <strong>la</strong>s ideasre<strong>la</strong>tivistas a <strong>la</strong> otra interacción que se conocía en <strong>la</strong>época, <strong>la</strong> interacción gravitatoria, culminando susolución bril<strong>la</strong>ntemente en noviembre de 1915.Los primeros pasos para <strong>la</strong> solución <strong>del</strong> problemade cómo integrar <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> y <strong>la</strong> interacción gravitatorialos dio Einstein entre 1907 y 1909. Con re<strong>la</strong>tivarapidez se dio cuenta de algunos efectos que <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>implica para los <strong>campo</strong>s gravitatorios. Enprimer lugar, <strong>la</strong> luz debe hacerse menos energéticacuando más fuerte es el <strong>campo</strong> gravitatorio en el que seemite; en segundo lugar, un <strong>campo</strong> gravitatorio debetorcer <strong>la</strong> trayectoria de los rayos de luz, igual quetuerce <strong>la</strong> trayectoria de <strong>la</strong>s partícu<strong>la</strong>s materiales.El primer efecto, conocido como el desp<strong>la</strong>zamietohacia el rojo de <strong>la</strong> luz es una consecuencia <strong>del</strong> principiode equivalencia de <strong>la</strong> masa y <strong>la</strong> energía, re<strong>la</strong>cionadocon <strong>la</strong> famosa fórmu<strong>la</strong> E = mc ; de hecho, es2un efecto completamente general que sólo depende de<strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> restringida. En su cálculo de este efecto,Einstein obtuvo el resu<strong>la</strong>do correcto; no así para elsegundo efecto, <strong>la</strong> curvatura de <strong>la</strong> luz en <strong>campo</strong>s gravitatorios,para el que encontró un valor <strong>la</strong> mitad <strong>del</strong> correcto.Esto se debe a que, en 1909, Einstein aúnpensaba que el espacio es l<strong>la</strong>no.Todavía le llevó a Einstein tres años hasta que, en1912, durante su estancia en Zurich, se dio cuenta deque el principio de equivalencia entre <strong>la</strong> masa inerte (<strong>la</strong>responsable de que cueste poner en movimiento a uncuerpo) y <strong>la</strong> pesante (<strong>la</strong> que hace que el cuerpo seaatraido por <strong>la</strong> tierra) sólo puede mantenerse si existeuna conexión entre <strong>la</strong> fuerza gravitatoria y <strong>la</strong>geometría <strong>del</strong> espacio, lo que implica que, en presenciade un <strong>campo</strong> gravitatorio, el espacio no es l<strong>la</strong>no. En losaños siguientes, y ayudado por el matemático MarcelGrossmann, Einstein estableció los primeros vínculosentre geometría y gravitación. En este momentoEinstein cree, equivocadamente, tener ya resuelto elproblema; sólo en 1915 se dio cuenta de que <strong>la</strong> teoríacon <strong>la</strong> que estaba trabajando era incorrecta. En elmismo año, el 25 de noviembre de 1915, Einsteinprodujo <strong>la</strong> versión final de <strong>la</strong> teoría re<strong>la</strong>tivista <strong>del</strong><strong>campo</strong> gravitatorio.¿Por qué se equivocaba Eistein en 1912, y cómo sedió cuenta de su error en 1915? El error de losprimeros intentos de Einstein se debió a tomar <strong>la</strong>solución más sencil<strong>la</strong> posible para el <strong>campo</strong> gravitatorio,y suponer que tiene una so<strong>la</strong> componente (es loque se l<strong>la</strong>ma un esca<strong>la</strong>r). Einstein era un físico, sinduda, y desde el principio consideró que su teoríadebía estar de acuerdo con lo que se sabía experimentalmenteen <strong>la</strong> época. Por supuesto, <strong>la</strong> teoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>restringida, y el principio de equivalencia entre<strong>la</strong> masa pesante y <strong>la</strong> inerte; pero también <strong>la</strong> precesión<strong>del</strong> perihelio <strong>del</strong> p<strong>la</strong>neta Mercurio que se sabía, graciasa medidas de gran exactitud, que es de 42,11′′ ± 0,45′′segundos de arco por siglo. 5 Pues bien: su teoríaesca<strong>la</strong>r no proporcionaba sino una parte de esta cantidad.Este desacuerdo con el experimento fue el queespoleó a Einstein a seguir buscando alternativas hastaque llegó a <strong>la</strong> conclusión de que el principio de equivalenciaentre masa pesante y masa inerte, que, en particu<strong>la</strong>r,implica que todas <strong>la</strong>s partícu<strong>la</strong>s siguen <strong>la</strong>misma trayectoria en un <strong>campo</strong> gravitatorio (independientementede su masa), obliga a admitir que <strong>la</strong> presenciade un <strong>campo</strong> gravitatorio modifica <strong>la</strong> propiaestructura <strong>del</strong> espacio. Por decirlo con <strong>la</strong>s propias pa<strong>la</strong>brasde Einstein, “Si todos los sistemas referencialesson equivalentes, no pueden ser euclídeos.” (Pais, p.218).A partir de este momento, Einstein intentó describirel <strong>campo</strong> gravitatorio con lo que se l<strong>la</strong>ma un tensor,g µν, que, a <strong>la</strong> vez que <strong>la</strong> intensidad de <strong>la</strong> interaccióngravitatoria, describiera <strong>la</strong> distancia en el espacio y <strong>la</strong>5 Este pequeño efecto se conocía desde mediados <strong>del</strong> siglo XIX y era inexplicable con <strong>la</strong> mecánica de Newton.


Francisco J. Ynduráin Muñoz Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2007; 101 135duración en el tiempo. A finales de 1915 Einstein fuecapaz de calcu<strong>la</strong>r, con esta teoría, <strong>la</strong> precesión <strong>del</strong> periheliode Mercurio encontrando el valor correcto citadomás arriba. De hecho, fue sin duda el esperar a haberacabado dicho cálculo antes de enviar a publicar susideas lo que retrasó a Einstein con respecto a Hilbertquién, como matemático, no se preocupó de <strong>la</strong>cuestión. Este fantástico acuerdo entre <strong>la</strong> teoría y elexperimento fue un auténtico shock para Einstein, que(según Pais, p. 265) “estaba fuera de sí por su cálculo<strong>del</strong> perihelio”. Hasta tal punto de que no fue capaz detrabajar durante los tres dias siguientes.La formu<strong>la</strong>ción de <strong>la</strong> teoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> generales bastante esotérica; de manera que sólo los especialistasconsiguen comprender<strong>la</strong>, y ello con dificultades.Como se ha repetido muchas veces, <strong>la</strong> virtud principalde <strong>la</strong> formu<strong>la</strong>ción einsteniana de <strong>la</strong> gravitación es quereduce ésta a geometría: en efecto, <strong>la</strong> misma cantidadg que proporciona <strong>la</strong> métrica <strong>del</strong> espacio ( ) representatambién al <strong>campo</strong> gravitatorio, lo que obliga aµνutilizar métodos matemáticos muy complicados,incluso hoy (en especial en conexión con el problemade los agujeros negros) no bien comprendidos.Este eclipse no tardó mucho en producirse, enEl triunfo de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> general. El acuerdoentre el resultado de <strong>la</strong> teoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> generaly el valor observado para <strong>la</strong> precesión <strong>del</strong> perihelio deMercurio era, sin duda, importante; pero, en ciencia,no basta con explicar. Como dice G<strong>la</strong>show, es muysencillo inventar teorías que expliquen hechos conocidos.1919. Entonces dos equipos británicos, uno de ellosdirigido por el gran astrónomo Arthur StanleyEddington, se desp<strong>la</strong>zaron a brasil y a <strong>la</strong> is<strong>la</strong> Príncipe,enfrente de <strong>la</strong>s costas de <strong>la</strong> Guinea Ecuatorialespaño<strong>la</strong>, lugares desde los que <strong>la</strong> ocultación <strong>del</strong> solera completa.Por ejemplo, <strong>la</strong> precesión <strong>del</strong> perihelio deMercurio también puede obtenerse suponiendo que elsol tiene una ligera asimetría (un momentocuadrupo<strong>la</strong>r distinto de cero), como hizo notar, entreotros y algo más tarde, Dicke, o postu<strong>la</strong>ndo un p<strong>la</strong>netamuy próximo al sol, como hizo a finales <strong>del</strong> siglo XIXLe Verrier (al que l<strong>la</strong>mó Vulcano). Lo difícil es que unaLa expectación era enorme. <strong>la</strong> teoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>restringida predecía un valor para el ángulode desviación de <strong>la</strong> luz (ver <strong>la</strong> figura 5) de 0,85′′ ; estefue el valor incorrecto hal<strong>la</strong>do por Einstein en 1912.pero, teniendo en cuenta <strong>la</strong> curvatura <strong>del</strong> espacio que<strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> general implicaba, el número se convertíateoría también acierte en sus predicciones: una teoríaen el doble, 1,7′′ , que es el valor que Einsteinsólo puede ser tomada en serio si estas predicciones predijo en su artículo de noviembre de 1915.resultan ser validadas por el experimento.Figura 5. Línea de puntos: trayectoria de <strong>la</strong> luz enviada por <strong>la</strong>estrel<strong>la</strong>, según <strong>la</strong> teoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> restringida. Línea continua:trayectoria según <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> general.En 1915 había, además de <strong>la</strong> explicación de <strong>la</strong> precesión<strong>del</strong> perihelio de mercurio, una predicción de <strong>la</strong>teoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> general que se podía comprobarexperimentalmente, que era <strong>la</strong> desviación de <strong>la</strong> luz porun <strong>campo</strong> gravitatorio. Este efecto es muy pequeño, ysólo es posible medirlo si el <strong>campo</strong> gravitatorio es muyintenso: de hecho, sólo el sol posee un <strong>campo</strong> gravitatoriocapaz de producir un efecto medible con losinstrumentos de <strong>la</strong> época. El efecto que se busca es <strong>la</strong>desviación por el <strong>campo</strong> gravitatorio <strong>del</strong> sol de <strong>la</strong> luzproducida por una estrel<strong>la</strong> que está justo encima <strong>del</strong>borde <strong>del</strong> disco so<strong>la</strong>r (fig. 5). Para observar esto hacíafalta esperar a un eclipse total ya que, si el brillo <strong>del</strong> solno está suprimido, no es posible observar <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s.Los primeros resultados, preliminares, daban unvalor para el ángulo de desviación entre 0,9′′ y 1,8′′ : seobservaba c<strong>la</strong>ramente un efecto pero todavía no podíadecirse qué teoría validaba. Pero los resultados definitivos,tal como se presentaron el 6 de noviembre de1919 en Londres, en una reunión conjunta de <strong>la</strong> RoyalSociety y <strong>la</strong> Astronomical Society, no dejaron lugar adudas. El grupo de Brasil obtenía un ángulo de


136Francisco J. Ynduráin MuñozRev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2007; 1011,98′′ ± 0,30′′y el de África 1,61′′ ± 0,30′′: el acuerdocon <strong>la</strong> predicción realizada por <strong>einstein</strong> cuatro añosantes era perfecto. A partir de este momento <strong>la</strong> fama deEinstein, y el prestigio de <strong>la</strong> teoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>general se dispararon. Las a<strong>la</strong>banzas recibidas porambos (sin duda en un principio merecidas) se hincharonhasta <strong>la</strong> hipérbole, convirtiéndose persona yteoría en objetos de culto para los media; y no sólo losmedia: sobre <strong>la</strong> base de sus éxitos científicos, aEinstein le ofrecieron <strong>la</strong> presidencia <strong>del</strong> estado deIsrael.No cabe duda que <strong>la</strong>s posteriores comprobacionesexperimentales de <strong>la</strong> teoría han seguido añadiéndoleprestigio; y también es cierto que <strong>la</strong> teoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>general es elegante. Sin embargo, tampococabe duda de que los éxitos de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> general nojustifican el tratamiento reverencial que muchas vecesse le da: <strong>la</strong> teoría einsteniana de <strong>la</strong> gravitación esmucho menos exitosa que, por ejemplo, <strong>la</strong> teoría <strong>del</strong>electromagnetismo consistente con <strong>la</strong> mecánicacuántica que se desarrolló en 1940-1950, y que hemoscomentado con anterioridad. Aunque en su dominio devalidez aparece muy precisa (hasta 9 cifras decimalesen algunos casos), este dominio es limitado. Tal vez <strong>la</strong>admiración que provoca <strong>la</strong> teoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>general se deba, sobre todo entre los profesionales, aque aparece como una creación pura <strong>del</strong> intelectohumano; muchos físicos (que no conocen <strong>la</strong> historia)piensan que Einstein, basándose tan sólo en consideracionesde simetría y simplicidad muy generales, fuecapaz de crear (sin ayuda de información experimental)un edificio que se reveló como una exitosateoría física.Este punto de vista es muy peligroso. El propioEinstein, en carta al matemático Felix Klein, en 1917,manifestaba que“en verdad, me parece que usted sobreestima mucho elvalor de los puntos de vista formales. pueden ser valiososcuando una verdad ya encontrada [el subrayado es deEinstein] deba formu<strong>la</strong>rse de una forma definitiva; pero,como ayudas heurísticas [<strong>la</strong>s consideraciones formales]fal<strong>la</strong>n casi siempre.” (pais, p. 329).Einstein sabía esto muy bien por su propia experiencia:sus teorías de 1909, basadas en el requisito formal desimplicidad (<strong>campo</strong> gravitatorio esca<strong>la</strong>r) tuvieron queser abandonadas. no por falta de belleza o elegancia,sino porque no llevaban al valor correcto de <strong>la</strong> precesión<strong>del</strong> perihelio de Mercurio.8. EL RECHAZO DE EINSTEIN A LAMECÁNICA CUÁNTICA; LA TEORÍA DELCAMPO UNIFICADO Y LOS ÚLTIMOSAÑOS DE EINSTEINComo ya hemos mencionado antes, y a pesar dehaber sido uno de sus creadores, Einstein nunca eceptó<strong>la</strong> mecánica cuántica. Sin que obstasen sus impresionanteséxitos en describir <strong>la</strong> situación experimental,algunos de los cuales hemos comentado en esteartículo, Einstein rechazó tanto el caracter probabilísticode <strong>la</strong> mecánica cuántica como el su falta deobjetividad, en el sentido de requerir un observador.A pesar de reconocer los éxitos de <strong>la</strong> mecánicacuántica en su confrontación con el experimento,Einstein siempre pensó que esta teoría era incompleta,y se desinteresó por su desarrollo: cuando no intentódemostrar <strong>la</strong> inconsistencia de dicha teoría, como enun artículo que escribió en 1934 en co<strong>la</strong>boración conPodolsky y Rosen, 6 conocido como <strong>la</strong> paradoja deEinstei, Podolsky y Rosen. No es unánime <strong>la</strong> opiniónde los físicos respecto a <strong>la</strong> importancia de estaparadoja. Así, Schrödinger pareció muy impresionadopor el<strong>la</strong>; pero, todo hay que decirlo, en aquel<strong>la</strong> épocaya había éste perdido en buena parte el sentido crítico,embarcado en una estéril lucha contra <strong>la</strong> mecánicacuántica. Bohr, como consta en sus discusiones conEinstein (reproducidas, por ejemplo, en el libro de A.P. Schilpp Albert Einstein, Philosopher-Scientist,Tudor, N. Y., 1949) no le dio importancia. La paradojade Einstein, Rosen y Podolsky ha tenido un gran éxitoentre periodistas y filósofos, pero muy poco entre científicos.Los libros de texto estándar sobre mecánicacuántica (los de Dirac, Pauli, Schiff, Landau y Lifshitz,Messiah, Dicke y Wittke, etc.) ni <strong>la</strong> mencionan. Queyo sepa, sólo el de Sakurai y el de Galindo y Pascual serefieren a el<strong>la</strong>; pero únicamente de pasada para ir,inmediatamente, a <strong>la</strong>s desigualdades de Bell, muchomás profundas.6 Albert Einstein, Boris Podolsky y Nathan Rosen, Phys. Rev., Vol 47, p. 777 (1935). El título <strong>del</strong> artículo, “Can the quantum-mechanicaldescription of reality be considered complete?” es muy significativo.


Francisco J. Ynduráin Muñoz Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2007; 101 137Personalmente pienso que, si no hubiera sido por elprestigio que proporcionaba al artículo el estarEinstein entre sus autores, quizá ni se hubiera publicado.La percepción de una paradoja por Einstein,Podolsky y Rosen se debe a su utilización muyrestrictiva <strong>del</strong> concepto de “localidad”. Clásicamente,el principio de localidad quiere decir que no es posiblededucir propiedades de un sistema que está localizado,por ejemplo en nuestro <strong>la</strong>boratorio, estudiando <strong>la</strong>spropiedades de un sistema localizado en un <strong>la</strong>boratorioalejado: <strong>la</strong>s propiedades de ambos deben ser independientes.Pero cuánticamente <strong>la</strong> situación es distinta.sólo podemos requerir que <strong>la</strong>s medidas que hagamosen nuestro <strong>la</strong>boratorio sean compatibles con <strong>la</strong>s que sehagan en un <strong>la</strong>boratorio alejado: pero es perfectamenteposible (y de hecho ocurre) que existan corre<strong>la</strong>ciones,con tal que estas corre<strong>la</strong>ciones no transmitan información.Esta es <strong>la</strong> razón por <strong>la</strong> que <strong>la</strong> pretendidaparadoja no es tal; y, de hecho, pasaron casi treintaaños en los que nadie se tomó en serio el trabajo de<strong>einstein</strong> y sus colegas.Porque, en efecto, esta situación de olvido duróhasta que John Bell, 7 interesado en <strong>la</strong> cuestión de <strong>la</strong>svariables ocultas y el problema de <strong>la</strong> medida en <strong>la</strong>mecánica cuántica, y habiéndose dado cuenta de que <strong>la</strong>pretendida demostración de <strong>la</strong> imposibilidad de <strong>la</strong>sprimeras dada por J. von Neumann (en su conocidolibro Mathematische Grund<strong>la</strong>gen der Quantenmechanik,Springer, 1932) era, en cierto modo, tautológica,escribió una serie de trabajos esenciales sobrefundamentos de <strong>la</strong> mecánica cuántica.En ellos, y entre otras cuestiones, se discute <strong>la</strong>paradoja de Einstein, Podolsky y Rosen, y sedemuestra que, si el universo siguiera <strong>la</strong>s ideas <strong>del</strong>ocalidad de Einstein, entonces deberían, en procesoscomo el de doble desintegración gamma de átomos uotros simi<strong>la</strong>res al que hemos descrito, satisfacerse unasciertas desigualdades, conocidas como desigualdadesde Bell. Estas desigualdades afectan a <strong>la</strong>s corre<strong>la</strong>cionesentre <strong>la</strong>s probabilidades de encontar los fotones en distintasdirecciones. (No es fácil describir en términosasequibles para los no expertos el contenido de <strong>la</strong>sdesigualdades de Bell, y nosotros no lo intentaremosaquí. Una descripción, re<strong>la</strong>tivamente sencil<strong>la</strong>, seencuentra en una serie de artículos publicados porMeiman en Physics Today; un intento de contar elproblema de forma amena puede verse en el vol. 8,núm. 4, de <strong>la</strong> revista Physics World titu<strong>la</strong>do “Sherlockinvestiga los misterios cuánticos”).Pocos años más tarde, y en una serie de experimentosliderados por el francés Aspect, se comprobóque, efectivamente, <strong>la</strong>s desigu<strong>la</strong>dades de Bell se vio<strong>la</strong>banen <strong>la</strong> naturaleza; y se vio<strong>la</strong>ban, exáctamente, en<strong>la</strong> cantidad predicha por <strong>la</strong> mecánica cuántica.Quedaba c<strong>la</strong>ro, por tanto, que <strong>la</strong> visión de Einstein era<strong>la</strong> equivocada, y el aspecto probabilístico y no-local(en sentido clásico) se mostraban consustanciales a <strong>la</strong>naturaleza. Los experimentos de Aspect se llevaron acabo por primera vez a principios de los años 1980; 8Aspect y sus co<strong>la</strong>boradores los han continuado perfeccionando.Einstein, en los años 30, 40 y 50 siguió un caminopersonal al margen de <strong>la</strong> corriente central de <strong>la</strong> física.Desgraciadamente, tal vez deslumbrado por <strong>la</strong>s excesivasa<strong>la</strong>banzas que recibió a propósito de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>gneral, Einstein olvidó los principios que hastaentonces siempre había seguido y experimentó encarne propia <strong>la</strong>s frustraciones que implica el basarse en“consideraciones formales” y olvidar <strong>la</strong> esencial ayuday guía que proporcionan a <strong>la</strong> ciencia los resultadosexperimentales. A partir de 1922, Einstein intentóconstruir —sobre <strong>la</strong> base de requisitos formales deconsistencia, localidad estricta y simetría— una teoría<strong>del</strong> <strong>campo</strong> <strong>unificado</strong> que aunara <strong>la</strong>s dos interaccionesque se conocían en <strong>la</strong> época, electromagnetismo ygravitación, y que evitara <strong>la</strong>s paradojas de <strong>la</strong> mecánicacuántica.Einstein fue alejándose más y más de <strong>la</strong> realidadfísica; recordemos que, ya en 1924, Chadwickdemostró que <strong>la</strong>s interacciones nucleares fuertes nosiguen una ley 1/r como <strong>la</strong>s eléctricas y gravitatorias,y, en 1932, Fermi escribió <strong>la</strong> primera teoría de <strong>la</strong>sinteracciones nucleares débiles (responsables entre7 J. S. Bell, Physics, 1, 195 (1964); recogido, junto con otras contribuciones re<strong>la</strong>tivas a fundamentos de <strong>la</strong> mecánica cuántica en el libroSpeakable and Unspeakable in Quantum Mechanics, Cambridge, 1987, una colección de artículos en que se discuten, a un nivel bastante técnico,los problemas de <strong>la</strong> mecánica cuántica. Existe traducción españo<strong>la</strong>.8 A. Aspect, P. Grangier and G. Roger, Phys. Rev. Letters, 47, 460, 1981.


138Francisco J. Ynduráin MuñozRev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2007; 101otras de <strong>la</strong>s desintegraciones beta) que se separaba aúnmás de <strong>la</strong>s tratadas por Einstein. Como sabemos hoy,cualquier intento de unificar <strong>la</strong>s interacciones fundamentalesrequiere, en particu<strong>la</strong>r, integrar <strong>la</strong>s interaccionesnucleares (fuertes y, en especial, débiles) con<strong>la</strong>s electromagnéticas, mucho antes de intentar incluir<strong>la</strong> gravitación. y en esta integración, en particu<strong>la</strong>r <strong>la</strong> de<strong>la</strong>s interacciones débiles y electromagnéticas, bril<strong>la</strong>ntementerealizada entre 1964 y 1971 por G<strong>la</strong>show yWeinberg, ’t Hooft y Veltman, <strong>la</strong> mecánica cuántica,lejos de ser “superada,” juega un papel central.Los coetáneos de Einstein tenían c<strong>la</strong>ro lo equivocado<strong>del</strong> camino que éste seguía. Así, en 1932, Pauli,en una reseña acerca <strong>del</strong> trabajo sobre teorías unificadasde Einstein escribió:“La siempre fértil inventiva [de Einstein], así como sutenaz energía en <strong>la</strong> persecución [de <strong>la</strong> unificación] nosgarantizan, en años recientes, un promedio de una nuevateoría por año ... es interesante psicológicamente que <strong>la</strong>teoría <strong>del</strong> momento es, por un tiempo, considerada por e<strong>la</strong>utor como <strong>la</strong> “solución definitiva.”(W. Pauli, Naturw., 20, 186, 1932).Einstein aún conservaba su lucidez; poco despuéscontestó a Pauli: “Sie haben also recht gehabt, SieSpitzbube”: “después de todo tuvo usted razón,bribón.” (Citado en Pais, p. 351). Pero, a pesar de ello,Einstein volvió a enfrascarse en su programa, <strong>del</strong> quenunca salió nada de interés. Algunos de los últimosartículos de Einstein traslucen su amargura por estefracaso. Así, en el artículo escrito en ScientificAmerican en abril de 1950, Einstein escribe:“el escéptico dirá: ‘puede muy bien ser cierto que estesistema de ecuaciones sea razonable desde el punto devista lógico, pero esto no demuestra que corresponda a <strong>la</strong>naturaleza’. Tiene usted razón, querido escéptico. Só<strong>la</strong>mente<strong>la</strong> experiencia puede decidir sobre <strong>la</strong> verdad.”Lo cierto es que <strong>la</strong> tarea de Einstein era imposible.De hecho, cada vez nos parece más c<strong>la</strong>ro que subuscada unificación era una quimera; y ello, entremuchas otras razones (alguna de <strong>la</strong>s cuales ya hemoscitado), porque —a pesar de su belleza— <strong>la</strong> propiateoría de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong> general tiene serios problemasde consistencia. Tanto experimentales, en <strong>la</strong>descripción <strong>del</strong> cosmos, donde nos obliga a introducirentes tales como <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>madas materia oscura yenergía oscura para <strong>la</strong>s que no tenemos ninguna evidenciadirecta, como teóricos. En efecto, nadie ha sidocapaz de presentar una formu<strong>la</strong>ción de <strong>la</strong> <strong>re<strong>la</strong>tividad</strong>general compatible con <strong>la</strong> mecánica cuántica.BIBLIOGRAFÍA1. Más detalles sobre los temas tratados aquí, asi comouna lista completa de referencias complementarias,pueden encontrarse en los dos libros <strong>del</strong> autorElectrones, neutrinos y quarks, Ed. Crítica, 2002 yLos desafíos de <strong>la</strong> ciencia, Ed. Crítica, 2003.El presente texto está basado en el artículo de<strong>la</strong>utor publicado por <strong>la</strong> revista de <strong>la</strong> Real SociedadEspaño<strong>la</strong> de Física con motivo <strong>del</strong> centenario <strong>del</strong>“Annus Mirabilis” de Einstein.

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