expresividad genérica, en el lenguaje de Bajtín), en el cual el testimonio, lacrítica y la denuncia son los inevitables tonos en que desemboca el ejerciciorealista de representación de la realidad.En las líneas anteriores se ha querido dar una mirada a la historia dela novela policíaca desde sus orígenes hasta las formas de su vigencia hoyen día, sobre todo en Latinoamérica. Se planteó su nexo con la literatura deterror de finales del siglo XVIII y el impulso dado por el folletín durante elsiglo XIX. Con estos dos antecedentes quedaron sentados los supuestospopulares que nutrieron la literatura policial, en particular la simple peripeciaque pone en escena la lucha del bien contra el mal.Se planteó además que el género surgió con Poe, y fue canonizadogenéricamente con Conan Doyle y en un nivel más artístico por Chesterton.Luego la novela policial se desarrolló hasta llegar al período de entre guerrasque es donde predomina la llamada novela-problema. El relato popular queoponía el bien contra el mal se aburguesó transformándose en un juego. Asíse institucionalizó lo que se conoce como la novela de enigma o de misterio,cuya función era ex<strong>cl</strong>usivamente lúdica y evasiva.Entretanto, en Estados Unidos comenzaba a gestarse lo que seconocería como la novela policial negra. En directa oposición a la corrientede enigma, planteó una función de escritura centrada en la crítica y ladenuncia con un concepto realista de representación de la realidad. Ladetección tomó un sentido social hasta entonces no explorado en el género.Finalmente, fueron esta función y este concepto del relato policial de laserie negra de lo que se apropiaron los escritores latinoamericanos parahacer literatura policial 13 . El valor testimonial de este género es lo que explica13Para corroborar esta idea resulta interesante consultar las actas del Encuentro deNarrativa Policial organizado en Valparaíso en abril de 2002. En ellas, hay consenso tantoentre escritores y críticos sobre el carácter testimonial, transgresor y democrático que tiene42
esta elección, en un continente donde el testimonio ha sido un género centraldesde su conquista 14 , por razones ligadas estrechamente -y permítasenoseste salto- a la colonización de sus culturas, como señala Ana Pizarro:Así Bernal Díaz con su Historia Verdadera estuvo preso en TresÁlamos y sin duda también el padre Las Casas y todos los tanteos,reflexiones, tuvieron como eje al testimonio, constituyendo géneroshíbridos, intentos de algún Facundo que saldría de allí, arraigándoseen esa mez<strong>cl</strong>a y esa búsqueda que acaso constituyen como tales elgénero que nos corresponde más cabalmente como expresióncontinental. (1994: 217).A esos géneros híbridos a que alude esta autora -la crónica, porejemplo, que por largo tiempo postergó el surgimiento de la novela ennuestra época colonial- es que creemos que pertenece el policial étnico. A sumanera particular, no cabe duda. Es<strong>cl</strong>arecerla es uno de los objetivos delanálisis.Planteadas así las cosas, cabe preguntarse si en los textos quehemos definido como policiales étnicos hay un impulso testimonial dados loscontextos postcoloniales que tematizan. Por lo menos, un autor del género,Bartolomé Leal, así lo explicita. De ser así, el género étnico estaría máscerca de una función de escritura más acorde a la corriente negra, en el casoel género negro. Véase, entre otros, Giardinelli, Mempo: “La otra cara del espejo”, pp. 29-32;Díaz Eterovic, Ramón: “Novela policial en Latinoamérica”, pp. 43-52; Espinoza, Patricia:“Género literario, sujeto y resistencia en la obra de Ramón Díaz Eterovic”, pp. 105-108;Sepúlveda, Luis: “Novela transgresora y democrática”, pp. 127-134. En Bisama, Adolfo(editor) (2004) El neopolicial latinoamericano: De los sospechosos de siempre a loscrímenes de Estado. Valparaíso: Editorial Puntángeles de la Universidad de Playa Ancha deCiencias de la Educación.14 Ana Pizarro señala que el género testimonial es por excelencia “el” formato de expresiónde Latinoamérica, cuyos antecedentes se remontan a los cronistas de Indias. Refiriéndose alos relatos de las víctimas de las torturas (conocido como el relato testimonial), señala: “Bajodiferentes formas literarias se desencadena la anécdota, el testimonio. El género testimonialtoma de pronto el sitial que siempre le correspondió dentro de la expresión literaria deAmérica desde los Cronistas de Indias, el primordial.” En Pizarro, Ana (1994) De ostras ycaníbales: ensayos sobre la cultura latinoamericana. Santiago: Ediciones de la Universidadde Santiago de Chile., p.217.43
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del canon de lo policial y de una r