Severino-Di-Giovanni.-El-idealista-de-la-violencia%20(1)

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12.07.2015 Views

Notasjuventud, su espíritu de riesgo y disposición calurosa y humilde de verdadero militanteanónimo del anarquismo. Porque José Romano constituía, para cuantos tienen el sentidode la lucha anarquista directa, algo más que un escritor, o un conferencista: era la napavirtual de este anarquista que está continuamente sobre los hechos y su figura que pasabaa menudo desapercibida para quienes gustan de grandes palabras, erguíase en el silenciopara la lucha más pesada de la propaganda y la permanencia a través de los hechosignorados de la lucha y la revolución cotidianas”.149150Relato de América Scarfó al autor.Simón Radowitzky escribirá a Severino Di Giovanni desdeMontevideo, el 6 de julio de 1930, su opinión sobre los calificativos recibidos poréste en “La Protesta”. “Hay en nuestras filas —dice Simón— elementos que esnecesario hacer entrar en razón; algo se ha conseguido, y veremos si nuestra prensaanarquista es nada más que para la propaganda y el movimiento obrero”. Agrega: “Bastade usar esas armas charlatanescas” y “debemos, por dignidad, ser un poco mássuperiores a esas intrigas. Yo sé lo que ha pasado. Me lo contaron aquí algunoscamaradas. Es cierto. Hay veces que es imposible tolerar algunos chismes”.151Severino Di Giovanni, con el seudónimo de Alberto Lubeni, publicaen ese número bajo el título “La batalla de hoy. Cárcel perpetua”, un artículo enel que señala que las penas de prisión pedidas por el fiscal Goyena para los cincoprisioneros es un claro desafío . Y se pregunta: “¿Qué armas esgrimiremos pararescatarlos? Por cierto no podemos perder el tiempo de elegirlas. Todas son buenas. Esnecesario obrar pronto, para no mancharnos de vergüenza. El desafío debe ser recogido.No permitiremos que la cárcel perpetua nos arranque a dos compañeros, no permitiremosque a otros tres se los prive por tantos años de la libertad. El desafío del fiscal Goyena hasido recogido. ¡Veremos quiénes serán los vencedores!”En el Nº del 10 de mayo de 1930 de “La Antorcha” se trae una biografíade Simplicio de la Fuente, uno de los presos. Se dice allí: “A (nuestro) ambientetodo ardor y voluntad anarquistas, llegóse un día, hará cuatro o cinco años, el compañeroSimplicio de la Fuente. Venía de Córdoba, después de sufrir una dolorosa amputación desu mano derecha, desgarrada por el estallido de dinamita en la mina donde trabajaba.Menudo de cuerpo, con esa afabilidad y pinta silenciosa y humilde de los obreros surgidosa una conciencia moral a través del anarquismo. Simplicio anudó desde ese instante anosotros lazos de afecto, comprensión y camaradería que no se quebrantaron jamás. Sunombre, su actividad, su trabajo de propagandista ya nos era familiar, aun noconociéndolo personalmente. Es uno de esos hombres que edificaron su vida derevolucionario con su solo esfuerzo, desde las filas de los combatientes rasos.Autodicacta, su evolución cultural anarquista no se apoyó en ninguna muleta mental, nien lo efímero de los juicios consagrados o el ‘programa’ de una colectividad o institución.Rota su mano derecha, imposibilitado de escribir con ella, Simplicio, que apreciaba y teníaconciencia de su puesto en la propaganda, toma primero la lapicera con los dedos aúntorpes e inhábiles de su mano izquierda para luego, a solas y en largas noches, ireducándola en su manejo. Y escribe. Llena, movido por la voluntad grande que atesora lomenudo de su cuerpo, dos o cuatro carillas de escritura irregular, pero caracterizada por

Severino Di Giovanni. El idealista de la violenciala firmeza de sus trazos. Al cabo de corto tiempo, nuestra común mesa de redacción de ‘LaAntorcha’ acoge nuevamente su colaboración interrumpida por el accidente. Quien,como nosotros, recuerde esa actitud tan suya de afincamiento con el trabajo a pesar de ladesgracia, y la tenacidad concentrada para sortear la imposibilidad física, sabrá valorar loque Simplicio representa en la propaganda.Luego vinieron los tiempos de lucha, de pasión y quehacer en el anarquismo dela Argentina. Pasada la escisión última y definida en el movimiento revolucionario,surgió a través del renaciente esfuerzo la vitalidad de los núcleos orientados a unavigorosa afirmación anarquista. Grandes campañas, hechos rotundos, polémicas ybravuras marcaban la marea alta del espíritu combatiente. Con Simplicio, ya ligado porsiempre a nuestra despreocupación bohemia, nos encontrábamos de la mano, a todas lashoras. El mismo nos evoca esos tiempos en una carta reciente: ‘En medio de todo aquelfárrago de la lucha ¿cuántos compañeros éramos que podíamos comprendernos íntimamente,a veces, hasta guardando el más profundo silencio, con sólo mirarnos al rostro?Muy pocos. Sin embargo, aquellos tiempos eran mejores, colmados de pasión y de fe. Losperiódicos eran constantes, los actos públicos numerosos, las giras frecuentes. Nospasábamos las horas en vela, sobre los papeles, cuando no charlando y vagando algúnamanecer por las calles, durmiendo en los bancos de la redacción y poniendo buena cara almal año. Pelea, lucha, afán. Y es que no puedo concebir otra vida para el militanteanarquista que no sea ésta. Así me figuro que debe haber sido la de aquellos buenos viejos,precursores de nuestro anarquismo de abajo, que si surgieron de arriba fue por sucapacidad y sus gestos, sin proponérselo como cálculo.’Desde esos tiempos, nítida y tiernamente evocados por él, Simplicio, ligado aesta trama de secreta e íntima bohemia, sin proponérselo tampoco, se instaló en el afecto yla cordialidad de todos. Anduvo el país, con sus escritos para los periódicos, o en giras depropaganda. Desde 1925 hasta su entrada en la cárcel, en 1929, toda agitación, todaempresa de riesgo lo halló entre sus gestores más directos. Y aún hoy, prisionero, sucontribución no cesa, es permanente, por intermedio de trabajos que acusan su sentidomilitante y su reflexión siempre puesta en lo vivo de nuestros problemas.Jueces y policías lo sindican como quién venía facilitando el material explosivopara la consumación de los atentados terroristas del periodo 1926-28 y le son pedidos porel fiscal quince años de prisión.”152El periódico de Severino y Aguzzi, “Anarchia”, tomó posición conrespecto al asalto y a la prisión de sus compañeros. En primer término critica a“La Nación”—“el diario más untuosamente jesuítico y el más agrio verdugo de toda laprensa continental”— por haber lanzado la pregunta a los “anarquismos buenos”si ellos apoyan también esa clase de asaltos. Con orgullo “Anarchia” señala queesta vez, al contrario de años anteriores, ningún periódico anarquista diodesmentidos ni expresó que no tenían responsabilidad en los hechos. Señala“Anarchia” que considera a los expropiadores como rebeldes, revolucionarios,vanguardistas que luchan “para destruir completamente el sistema social tan queridopor ‘La Nación’”.Luego “Anarchia” se burla de las informaciones de los diarios porteños

<strong>Severino</strong> <strong>Di</strong> <strong>Giovanni</strong>. <strong>El</strong> <strong>i<strong>de</strong>alista</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> violencia<strong>la</strong> firmeza <strong>de</strong> sus trazos. Al cabo <strong>de</strong> corto tiempo, nuestra común mesa <strong>de</strong> redacción <strong>de</strong> ‘LaAntorcha’ acoge nuevamente su co<strong>la</strong>boración interrumpida por el acci<strong>de</strong>nte. Quien,como nosotros, recuer<strong>de</strong> esa actitud tan suya <strong>de</strong> afincamiento con el trabajo a pesar <strong>de</strong> <strong>la</strong><strong>de</strong>sgracia, y <strong>la</strong> tenacidad concentrada para sortear <strong>la</strong> imposibilidad física, sabrá valorar loque Simplicio representa en <strong>la</strong> propaganda.Luego vinieron los tiempos <strong>de</strong> lucha, <strong>de</strong> pasión y quehacer en el anarquismo <strong>de</strong><strong>la</strong> Argentina. Pasada <strong>la</strong> escisión última y <strong>de</strong>finida en el movimiento revolucionario,surgió a través <strong>de</strong>l renaciente esfuerzo <strong>la</strong> vitalidad <strong>de</strong> los núcleos orientados a unavigorosa afirmación anarquista. Gran<strong>de</strong>s campañas, hechos rotundos, polémicas ybravuras marcaban <strong>la</strong> marea alta <strong>de</strong>l espíritu combatiente. Con Simplicio, ya ligado porsiempre a nuestra <strong>de</strong>spreocupación bohemia, nos encontrábamos <strong>de</strong> <strong>la</strong> mano, a todas <strong>la</strong>shoras. <strong>El</strong> mismo nos evoca esos tiempos en una carta reciente: ‘En medio <strong>de</strong> todo aquelfárrago <strong>de</strong> <strong>la</strong> lucha ¿cuántos compañeros éramos que podíamos compren<strong>de</strong>rnos íntimamente,a veces, hasta guardando el más profundo silencio, con sólo mirarnos al rostro?Muy pocos. Sin embargo, aquellos tiempos eran mejores, colmados <strong>de</strong> pasión y <strong>de</strong> fe. Losperiódicos eran constantes, los actos públicos numerosos, <strong>la</strong>s giras frecuentes. Nospasábamos <strong>la</strong>s horas en ve<strong>la</strong>, sobre los papeles, cuando no char<strong>la</strong>ndo y vagando algúnamanecer por <strong>la</strong>s calles, durmiendo en los bancos <strong>de</strong> <strong>la</strong> redacción y poniendo buena cara almal año. Pelea, lucha, afán. Y es que no puedo concebir otra vida para el militanteanarquista que no sea ésta. Así me figuro que <strong>de</strong>be haber sido <strong>la</strong> <strong>de</strong> aquellos buenos viejos,precursores <strong>de</strong> nuestro anarquismo <strong>de</strong> abajo, que si surgieron <strong>de</strong> arriba fue por sucapacidad y sus gestos, sin proponérselo como cálculo.’Des<strong>de</strong> esos tiempos, nítida y tiernamente evocados por él, Simplicio, ligado aesta trama <strong>de</strong> secreta e íntima bohemia, sin proponérselo tampoco, se instaló en el afecto y<strong>la</strong> cordialidad <strong>de</strong> todos. Anduvo el país, con sus escritos para los periódicos, o en giras <strong>de</strong>propaganda. Des<strong>de</strong> 1925 hasta su entrada en <strong>la</strong> cárcel, en 1929, toda agitación, todaempresa <strong>de</strong> riesgo lo halló entre sus gestores más directos. Y aún hoy, prisionero, sucontribución no cesa, es permanente, por intermedio <strong>de</strong> trabajos que acusan su sentidomilitante y su reflexión siempre puesta en lo vivo <strong>de</strong> nuestros problemas.Jueces y policías lo sindican como quién venía facilitando el material explosivopara <strong>la</strong> consumación <strong>de</strong> los atentados terroristas <strong>de</strong>l periodo 1926-28 y le son pedidos porel fiscal quince años <strong>de</strong> prisión.”152<strong>El</strong> periódico <strong>de</strong> <strong>Severino</strong> y Aguzzi, “Anarchia”, tomó posición conrespecto al asalto y a <strong>la</strong> prisión <strong>de</strong> sus compañeros. En primer término critica a“La Nación”—“el diario más untuosamente jesuítico y el más agrio verdugo <strong>de</strong> toda <strong>la</strong>prensa continental”— por haber <strong>la</strong>nzado <strong>la</strong> pregunta a los “anarquismos buenos”si ellos apoyan también esa c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> asaltos. Con orgullo “Anarchia” seña<strong>la</strong> queesta vez, al contrario <strong>de</strong> años anteriores, ningún periódico anarquista dio<strong>de</strong>smentidos ni expresó que no tenían responsabilidad en los hechos. Seña<strong>la</strong>“Anarchia” que consi<strong>de</strong>ra a los expropiadores como rebel<strong>de</strong>s, revolucionarios,vanguardistas que luchan “para <strong>de</strong>struir completamente el sistema social tan queridopor ‘La Nación’”.Luego “Anarchia” se bur<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong>s informaciones <strong>de</strong> los diarios porteños

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