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Severino Di Giovanni. El idealista de la violenciaNosotros, acción y pensamiento; nosotros, anarquismo y rebelión;nosotros, iconoclastas y vengadores; no, no damos derecho de vida a la fiera, noestamos de acuerdo en tener misericordia con el reptil. Estamos con el heroísmovindicador, ¡estamos con Gino Lucetti!¡Qué bandera roja y negra podemos ahora hacer flamear al viento!¡Qué júbilo nos hará estremecer de júbilo!¡Gino Lucetti, nombre bandera, antorcha agitada, heroísmo incitante,alma de rebelión, alma dinamitera, alma nuestra, alma anárquica!¡Nuestro, nuestro, nuestro!¡Nos ha dado todo, vida, fiebre, acción, dinamita!VIDA, por que esa debe ser tal, gozada, aspirada, bebida hasta loamargo, a sorbos de cicuta y hiel, a sorbos de amor y de odio: el odio al liberticiday el amor a la libertad. Libertad que es la vida misma.FIEBRE, fiebre y delirio, locura para que se destruya al ídolo. Fiebre yespasmo, ferocidad para que se humille a la fiera. ¡Fiebre de exaltación, dedestrucción para que se salve la especie humana! ¡La especie de los humanosrebeldes!ACCION, que haga temer, empalidecer, temblar, amedrentar, huir depánico, pero que como rayo alcanza, aniquila. Acción, poesía del hombre, frutode mujer, suprema divinización del ser humano. Acción: ¡rebelión!DINAMITA, poder del desheredado, poder de la miseria, poder delhambre, potencia del atormentado. Dinamita, palidez del tirano. Dinamita,nuestra arma, arma anarquista, fuerte voz que rompe los tímpanos másprotegidos.Tú mereces nuestro pensamiento más florido, tú mereces serrecolectada en un jardín espiritual en capullo para que puedas abrirte como unarosa en el corazón de la tiranía.Como hizo Gino Lucetti, el joven héroe, el joven anarquista, el herederodirecto de Bruto, el romano; de Ravachol, el magnánimo; de Caserio, joven decorazón y de edad como él; de Angiolillo, el poeta de ‘Germinal’; de Bresci, eltejedor justiciero del Savoia.Como hiciste tú, Gino Lucetti, con la dinamita.Como harán otros, con la dinamita.Como haremos nosotros, siempre, con la dinamita.Hasta que la tiranía, el verdugo, la inquisición, hayan inclinadomortalmente la cabeza.Y también cuando estemos muertos retornaremos al regazo de la vida ycantaremos de nuevo tu himno, el himno a la dinamita. Será el canto de nuestrosprecursores, de los Ginos Lucetti de todas las épocas, y servirá para cerrar
Por Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzettidefinitivamente el sepulcro sangriento del fascismo, de la guardia blanca, de lossomatenes, de los camelots du roi, del Ku-Klux-Clan y de los liguistas”.El lenguaje estaba claro. La policía política estaba habituada aoír hablar de la dinamita a muchos revolucionarios de salón de corbatavoladora y sombrerones, intelectuales que después terminaban engrosandolas filas de partidos políticos burgueses. Pero este Severino Di12Giovanni vestía mono de trabajador y era obrero gráfico.El tiempo de la violencia se aproximaba, se olía ya en elambiente anarquista y proletario en general. El 24 de octubre de 1926, laCorte Suprema del Estado de Massachusetts rechazaba el recurso derevisión del proceso de Sacco y Vanzetti. “No más ilusiones”, es el titularde “Culmine”. Pero todavía no iba a llegar el momento de la ejecución.La burocracia norteamericana sabía cómo ir desinflando las accionescon nuevos recursos, nuevas demoras. Se alargaba la vida de losacusados con cuentagotas, se hacían renacer esperanzas que luegoserían cortadas abruptamente.A Severino se le hace cada vez más difícil sostener “Culmine” apesar de que todos los meses pone 20 pesos de su bolsillo paramantenerlo y que allí va a parar toda la ganancia de la venta de libros,que ha sido de 75 pesos en el último semestre. El déficit es constante. Poreso recurre a la impresión de tres mil retratos de Bakunin, del dibujanteLluch, que vende a diez centavos cada uno, a beneficio de la publicación.Pero comprende que con ese método va a vivir en un constante ahogoeconómico, que no podrá cumplir con su sueño de grandes campañaspara conmover a la opinión publica. Por ejemplo, quiere ayudar a loscompañeros que están en Francia y que cuentan con muy pocosrecursos. Principalmente a uno, por quien tiene gran admiración, PaoloSchicchi, el rebelde por excelencia, que ha sufrido castigos y cárcelescomo ningún otro. En ese tiempo, Schicchi —expulsado de Túnez y deMarsella y obligado a vivir en una aldea de Provenza— edita elperiódico “La Diana”, en París. Severino hace un ferviente llamado a loslectores para que ayuden a esa nueva publicación.Mussolini vio a tiempo el peligro que significaba que losantifascistas en el exterior se organizaran. En ese sentido preparó unared de espías que se introdujo en las organizaciones de emigrados y
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Por Nico<strong>la</strong> Sacco y Bartolomeo Vanzetti<strong>de</strong>finitivamente el sepulcro sangriento <strong>de</strong>l fascismo, <strong>de</strong> <strong>la</strong> guardia b<strong>la</strong>nca, <strong>de</strong> lossomatenes, <strong>de</strong> los camelots du roi, <strong>de</strong>l Ku-Klux-C<strong>la</strong>n y <strong>de</strong> los liguistas”.<strong>El</strong> lenguaje estaba c<strong>la</strong>ro. La policía política estaba habituada aoír hab<strong>la</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong> dinamita a muchos revolucionarios <strong>de</strong> salón <strong>de</strong> corbatavo<strong>la</strong>dora y sombrerones, intelectuales que <strong>de</strong>spués terminaban engrosando<strong>la</strong>s fi<strong>la</strong>s <strong>de</strong> partidos políticos burgueses. Pero este <strong>Severino</strong> <strong>Di</strong>12<strong>Giovanni</strong> vestía mono <strong>de</strong> trabajador y era obrero gráfico.<strong>El</strong> tiempo <strong>de</strong> <strong>la</strong> violencia se aproximaba, se olía ya en e<strong>la</strong>mbiente anarquista y proletario en general. <strong>El</strong> 24 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1926, <strong>la</strong>Corte Suprema <strong>de</strong>l Estado <strong>de</strong> Massachusetts rechazaba el recurso <strong>de</strong>revisión <strong>de</strong>l proceso <strong>de</strong> Sacco y Vanzetti. “No más ilusiones”, es el titu<strong>la</strong>r<strong>de</strong> “Culmine”. Pero todavía no iba a llegar el momento <strong>de</strong> <strong>la</strong> ejecución.La burocracia norteamericana sabía cómo ir <strong>de</strong>sinf<strong>la</strong>ndo <strong>la</strong>s accionescon nuevos recursos, nuevas <strong>de</strong>moras. Se a<strong>la</strong>rgaba <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> losacusados con cuentagotas, se hacían renacer esperanzas que luegoserían cortadas abruptamente.A <strong>Severino</strong> se le hace cada vez más difícil sostener “Culmine” apesar <strong>de</strong> que todos los meses pone 20 pesos <strong>de</strong> su bolsillo paramantenerlo y que allí va a parar toda <strong>la</strong> ganancia <strong>de</strong> <strong>la</strong> venta <strong>de</strong> libros,que ha sido <strong>de</strong> 75 pesos en el último semestre. <strong>El</strong> déficit es constante. Poreso recurre a <strong>la</strong> impresión <strong>de</strong> tres mil retratos <strong>de</strong> Bakunin, <strong>de</strong>l dibujanteLluch, que ven<strong>de</strong> a diez centavos cada uno, a beneficio <strong>de</strong> <strong>la</strong> publicación.Pero compren<strong>de</strong> que con ese método va a vivir en un constante ahogoeconómico, que no podrá cumplir con su sueño <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s campañaspara conmover a <strong>la</strong> opinión publica. Por ejemplo, quiere ayudar a loscompañeros que están en Francia y que cuentan con muy pocosrecursos. Principalmente a uno, por quien tiene gran admiración, PaoloSchicchi, el rebel<strong>de</strong> por excelencia, que ha sufrido castigos y cárcelescomo ningún otro. En ese tiempo, Schicchi —expulsado <strong>de</strong> Túnez y <strong>de</strong>Marsel<strong>la</strong> y obligado a vivir en una al<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Provenza— edita elperiódico “La <strong>Di</strong>ana”, en París. <strong>Severino</strong> hace un ferviente l<strong>la</strong>mado a loslectores para que ayu<strong>de</strong>n a esa nueva publicación.Mussolini vio a tiempo el peligro que significaba que losantifascistas en el exterior se organizaran. En ese sentido preparó unared <strong>de</strong> espías que se introdujo en <strong>la</strong>s organizaciones <strong>de</strong> emigrados y