Severino-Di-Giovanni.-El-idealista-de-la-violencia%20(1)

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12.07.2015 Views

NotasTanto querer proscribir el terrorismo de los medios de lucha de los oprimidoscontra los opresores como pretenden los sentimentalistas, o bien considerarlo, exaltarlo ysostenerlo como el único método, el infalible, el sésamo ábrete que será capaz de forjar unahumanidad nueva y arrancar al individuo de la esclavitud, de la explotación y de labarbarie moral, es un sofisma de los más graves que se pueden cometer en daño delanarquismo.El problema de la realización del anarquismo en la vida práctica no puede serreducido a un mínimo común denominador, de casuística, como quieren esos compañerosque se sienten siempre prontos a romper una lanza contra el uso de aquella violenciaterrorista que no logra dar bien en el blanco y que, golpeando, no es inmune a provocaralguna víctima inocente; o a un bacanal heroicómico de pura violencia por la violenciacomo quisieran aquellos que no saben ver qué figura tiene forma de granada o confundenruidos ensordecedores con descarga de artillería o truenos. ¡No, así no! El anarquismonace y se desarrolla como reacción a todo aquello que significa fraude, expoliación,acaparamiento, monopolismo y violencia.Por eso, tanto el rechazo del terrorismo violento como acto de legítima defensacontra el terrorismo de los opresores como querer hacer de la violencia terrorista undogma, un método preconcebido e incoherente con nuestras ideas, equivale a condenar alanarquismo a la impotencia, a confundir la salud con la patología, lo fundamental con loaccesorio, el determinismo con el libre albedrío, en suma, es el absurdo absolutosustituyendo lo posible relativo.Siendo el anarquismo un problema relativo por lo posible, que tiene por objetoprincipal la eliminación de las causas que generan la violencia en las relaciones humanas,sociales e individuales, es natural que proceda por vía de la eliminación de todo aquelloque es su contrario. Como las causas que producen su contrario son varias y diversastanto en el tiempo como en el espacio, así de diversa y varia debe ser la terapéutica en elcurso del proceso eliminador de su contrario.Por eso, el terrorismo —a pesar de no contemplárselo como un postulado delanarquismo en la lucha contra la autoridad y la libertad— es inevitable, ya que trasciendela libertad humana y por eso no se lo puede negar ni menos desautorizar a priori comomedio excepcional, bajo pena de caer en el más grotesco de los dogmatismos demagógicos.Como tampoco se puede forzar la marcha regular determinística impuesta por lascondiciones históricas objetivas del ambiente (...)”.92Los términos textuales fueron los siguientes: “Si un delincuente vulgar,después de haber cometido una fechoría, recurre a nuestra ayuda para salvarse de laspersecuciones, aún repudiando su acción, no podemos menos de socorrerle. Es unsentimiento instintivo de solidaridad contra un enemigo peor que el delincuente vulgar;el Estado, el agente político del capitalismo. Pero tal vez nuestra manera de ver y de sentirfrente a un anarco-bandido no fuese la misma; no lo sería individualmente, porque notendríamos ningún remordimiento de conciencia en evidenciar la más absolutainsolidaridad, ni lo sería colectivamente (desde ya nuestros comités pro presos se niegan aprestar socorros a los que no caen presos por cuestiones sociales, y mientras ladelincuencia vulgar que trabaja por su cuenta y riesgo nos tiene sin cuidado, la

Severino Di Giovanni. El idealista de la violenciadelincuencia que se encubre con el manto de las ideas para desprestigiar éstas y al mismotiempo explotarlas en su beneficio, merece nuestro repudio más completo)”.Para que se comprenda más tarde la tragedia interna que se avecinaba,debemos reproducir textualmente partes del artículo: “No son hechos aislados, esla crónica policial de todos los días la que se llena con hechos de delincuencia vulgar más omenos relacionados intencionalmente con el anarquismo. En los últimos cinco años, loshechos criminosos más salientes de la crónica policial —asaltos a bancos y pagadores,fabricación de moneda falsa, bombas irresponsables, etcétera—, se han echado como unmontón de lodo sobre el movimiento anarquista. Si se tratase de algunos hechos aislados ysin mayores consecuencias, saldríamos del paso diciendo que nos calumnian, que lapolicía inventa conexiones falsas, etc. Pero el más paciente se cansa de mentirse a símismo; además que nadie nos creería si nos empeñásemos en negar sistemáticamente larelación de algunos sujetos que se dicen anarquistas con esas hazañas. Al fin tenemos quereconocer francamente que es verdad: en nombre del anarquismo hay una plaga devividores que viven al margen del trabajo, confundiendo nuestra tesis revolucionaria dela expropiación social con una vulgar ‘apropiación’ individual, con una ratería o unverdadero banditismo, según el temperamento de los sujetos. Vivimos justamente en unperiodo moralmente inferior; el gran público no tiene más preocupaciones que la lecturade la crónica policial y la de deportes; las otras cuestiones sólo interesan de una manerarelativa. En asuntos policiales el público de nuestros días es una enciclopedia, y cualquiertranseúnte os explicará con mil detalles el asalto al Rawson, las bombas del consuladoitaliano, la fabricación de moneda falsa descubierta en estos últimos tiempos y os dirá queen eso consiste la actividad específica del anarquismo.Hay además toda una literatura de donde nuestros adversarios podrían sacarabundantes datos para denigrar las ideas anarquistas; por ejemplo, en ‘L’Adunata deirefrattari’, de Nueva York, que en su último número se entretiene en insultarnos de todasmaneras porque combatimos el anarco-banditismo y decimos que las bombas delconsulado eran fascistas, policiales u obra de algún anormal digno del manicomio. En ‘L’Adunata’ los compañeros italianos de Estados Unidos tiene un órgano que sobre todo enestos últimos tiempos se ha convertido en un pregonero de todas las degeneraciones delanarquismo; de allí se pueden tomar en abundancia apologías del anarco-banditismohasta en las manifestaciones más repulsivas. Esas gentes han aceptado las desfiguracionesdel movimiento por la literatura burguesa como moneda legítima y parece queno tuvieran otro propósito que justificar todas las leyendas que la burguesía ha inventadosobre los anarquistas. Y como ‘L’Adunata’ de Nueva York hay algunos otros periódicosque bajo el ropaje del anarquismo defienden los actos más antianarquistas y másabsurdos.Contra todo eso nosotros decimos que es imposible armonizar con la propiaconciencia una actitud de eterna hipocresía. Estamos cansados de echar a la policía laculpa de todo y estamos cansados de forjar inocencias falsas. Queremos tener en nuestraprensa un vehículo de nuestros pensamientos y de nuestros sentimientos y no un mediomás para engañar al público y engañarnos a nosotros mismos. Si es que en nombre de unasolidaridad que no existe ni puede existir, hemos de tolerar y de defender alguna vez, si es

<strong>Severino</strong> <strong>Di</strong> <strong>Giovanni</strong>. <strong>El</strong> <strong>i<strong>de</strong>alista</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> violencia<strong>de</strong>lincuencia que se encubre con el manto <strong>de</strong> <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>as para <strong>de</strong>sprestigiar éstas y al mismotiempo explotar<strong>la</strong>s en su beneficio, merece nuestro repudio más completo)”.Para que se comprenda más tar<strong>de</strong> <strong>la</strong> tragedia interna que se avecinaba,<strong>de</strong>bemos reproducir textualmente partes <strong>de</strong>l artículo: “No son hechos ais<strong>la</strong>dos, es<strong>la</strong> crónica policial <strong>de</strong> todos los días <strong>la</strong> que se llena con hechos <strong>de</strong> <strong>de</strong>lincuencia vulgar más omenos re<strong>la</strong>cionados intencionalmente con el anarquismo. En los últimos cinco años, loshechos criminosos más salientes <strong>de</strong> <strong>la</strong> crónica policial —asaltos a bancos y pagadores,fabricación <strong>de</strong> moneda falsa, bombas irresponsables, etcétera—, se han echado como unmontón <strong>de</strong> lodo sobre el movimiento anarquista. Si se tratase <strong>de</strong> algunos hechos ais<strong>la</strong>dos ysin mayores consecuencias, saldríamos <strong>de</strong>l paso diciendo que nos calumnian, que <strong>la</strong>policía inventa conexiones falsas, etc. Pero el más paciente se cansa <strong>de</strong> mentirse a símismo; a<strong>de</strong>más que nadie nos creería si nos empeñásemos en negar sistemáticamente <strong>la</strong>re<strong>la</strong>ción <strong>de</strong> algunos sujetos que se dicen anarquistas con esas hazañas. Al fin tenemos quereconocer francamente que es verdad: en nombre <strong>de</strong>l anarquismo hay una p<strong>la</strong>ga <strong>de</strong>vividores que viven al margen <strong>de</strong>l trabajo, confundiendo nuestra tesis revolucionaria <strong>de</strong><strong>la</strong> expropiación social con una vulgar ‘apropiación’ individual, con una ratería o unverda<strong>de</strong>ro banditismo, según el temperamento <strong>de</strong> los sujetos. Vivimos justamente en unperiodo moralmente inferior; el gran público no tiene más preocupaciones que <strong>la</strong> lectura<strong>de</strong> <strong>la</strong> crónica policial y <strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>de</strong>portes; <strong>la</strong>s otras cuestiones sólo interesan <strong>de</strong> una manerare<strong>la</strong>tiva. En asuntos policiales el público <strong>de</strong> nuestros días es una enciclopedia, y cualquiertranseúnte os explicará con mil <strong>de</strong>talles el asalto al Rawson, <strong>la</strong>s bombas <strong>de</strong>l consu<strong>la</strong>doitaliano, <strong>la</strong> fabricación <strong>de</strong> moneda falsa <strong>de</strong>scubierta en estos últimos tiempos y os dirá queen eso consiste <strong>la</strong> actividad específica <strong>de</strong>l anarquismo.Hay a<strong>de</strong>más toda una literatura <strong>de</strong> don<strong>de</strong> nuestros adversarios podrían sacarabundantes datos para <strong>de</strong>nigrar <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>as anarquistas; por ejemplo, en ‘L’Adunata <strong>de</strong>irefrattari’, <strong>de</strong> Nueva York, que en su último número se entretiene en insultarnos <strong>de</strong> todasmaneras porque combatimos el anarco-banditismo y <strong>de</strong>cimos que <strong>la</strong>s bombas <strong>de</strong>lconsu<strong>la</strong>do eran fascistas, policiales u obra <strong>de</strong> algún anormal digno <strong>de</strong>l manicomio. En ‘L’Adunata’ los compañeros italianos <strong>de</strong> Estados Unidos tiene un órgano que sobre todo enestos últimos tiempos se ha convertido en un pregonero <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s <strong>de</strong>generaciones <strong>de</strong><strong>la</strong>narquismo; <strong>de</strong> allí se pue<strong>de</strong>n tomar en abundancia apologías <strong>de</strong>l anarco-banditismohasta en <strong>la</strong>s manifestaciones más repulsivas. Esas gentes han aceptado <strong>la</strong>s <strong>de</strong>sfiguraciones<strong>de</strong>l movimiento por <strong>la</strong> literatura burguesa como moneda legítima y parece queno tuvieran otro propósito que justificar todas <strong>la</strong>s leyendas que <strong>la</strong> burguesía ha inventadosobre los anarquistas. Y como ‘L’Adunata’ <strong>de</strong> Nueva York hay algunos otros periódicosque bajo el ropaje <strong>de</strong>l anarquismo <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n los actos más antianarquistas y másabsurdos.Contra todo eso nosotros <strong>de</strong>cimos que es imposible armonizar con <strong>la</strong> propiaconciencia una actitud <strong>de</strong> eterna hipocresía. Estamos cansados <strong>de</strong> echar a <strong>la</strong> policía <strong>la</strong>culpa <strong>de</strong> todo y estamos cansados <strong>de</strong> forjar inocencias falsas. Queremos tener en nuestraprensa un vehículo <strong>de</strong> nuestros pensamientos y <strong>de</strong> nuestros sentimientos y no un mediomás para engañar al público y engañarnos a nosotros mismos. Si es que en nombre <strong>de</strong> unasolidaridad que no existe ni pue<strong>de</strong> existir, hemos <strong>de</strong> tolerar y <strong>de</strong> <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r alguna vez, si es

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