Severino-Di-Giovanni.-El-idealista-de-la-violencia%20(1)
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Severino Di Giovanni. El idealista de la violenciatregua. Esto no quiere decir que no haya terminado. Quedamos verdaderamentemuy pocos en pie de guerra. Los demás han tenido que refugiarse en otras playas.Algunos fueron deportados, dos a Italia: Lino Barbeti y Tulio Cardamone. Otrasdecenas, conducidos a naves de guerra. La caza del anarquista va en ferocidadmás allá de toda imaginación’......’No sé más cómo multiplicarme para hacer todo con la dificultad quetengo para moverme de un punto a otro de la ciudad. Pero no es necesarioestancarse pensando en tantas iniciativas y tanto trabajo fecundo a las cualesdar vida’......’Me dices que no me enoje. Pero dime un poco: si hasta algunos seniegan a mandarme el canje de periódicos que les he solicitado!’”...Y finaliza Napolitano: “¡Qué vigor! En un infierno similar pocoshan asumido su constancia sin envilecerse un solo instante!”Por su parte, “Il Risveglio”, de Ginebra, informa: “Severino DiGiovanni, antes de morir regaló a nuestro periódico cien ejemplares del primer ysegundo volumen de los ‘Escritos’ de Reclus, editados amorosamente por él apesar de las terribles amenazas. En una de esas cartas se podía entrever la vidaheroica que llevaba y nos hablaba de otras obras que quería publicar. No podemosreproducir esas cartas porque las destruimos enseguida: la policía cae aallanarnos con el mínimo pretexto”.Quien siguió combatiendo la memoria de Severino Di Giovannifue Diego Abad de Santillán. En una carta escrita al anarquista alemánMax Nettlau el 21 de abril de 1931, a menos de tres meses de losfusilamientos, le dice: “Di Giovanni es realmente el asesino de Arango. Hamuerto de una manera valiente, es verdad, pero difícilmente se pueda borrar coneso el recuerdo de cómo ha vivido. Lamento que haya caído bajo la dictadura,pero no creo que para el movimiento anarquista sea una pérdida. ¿Qué importaque a última hora se haya puesto a editar las obras de Reclus? Lo hacía, estoyseguro, para tratar de reivindicarse de algún modo, no porque estuviera deacuerdo con Reclus. Es el primer dinero que iba a la propaganda de los cientos demiles que habían sacado. Ya hablaremos de ese asunto”.Aquí vuelve Abad de Santillán —aunque no públicamente sinoen una carta— a atacar a Di Giovanni con un argumento que él no habíapodido probar en el juri. Señala una cifra muy abultada: “Los cientos demiles que habían sacado”. El asalto más provechoso había sido en ObrasSanitarias con algo más de doscientos mil pesos de botín. Además, hablade autores ya que pone “habían sacado”, pero sólo mencionó a DiGiovanni. Sostiene que era el primer dinero que iba a la propaganda, ytampoco es cierto, ya que Di Giovanni había financiado “Culmine”,
Regreso al camino de todos los díasfolletos, la Historia de la casa Savoia, Schicchi, volantes, “Anarchia”, ayuda199a presos, etcétera.En 1969, Abad de Santillán declaró al autor de este libro que “DiGiovanni era un espía del partido comunista italiano que había sido enviadopara destruir al movimiento anarquista argentino”. Según él la prueba deesto la había obtenido de la propia boca de Palmiro Togliatti, quien fueradespués secretario general de su partido. Relató Abad de Santillán queestando preso junto con Togliatti en un buque en el puerto de Barcelona,le preguntó a éste si era cierta una sospecha que guardaba desde hacíamucho tiempo: que Di Giovanni era espía comunista. Togliatti lecontestó que sí —según Abad— y que él —Togliatti— lo había entrevistadoen Montevideo y que en esa reunión lo había ganado para lacausa comunista.El autor de este libro, en busca de esa pista, entrevistó a JuanJosé Real —que había sido secretario general del partido comunistaargentino— quien en vida guardaba una estrecha amistad con PalmiroTogliatti. Juan José Real me respondió taxativamente: “Togliatti jamásestuvo en Montevideo. La única vez que estuvo en Sudamérica fue en Río deJaneiro y eso fue después del fusilamiento de Di Giovanni”.Abad de Santillán reprodujo esta versión en sus memorias. Noofreció otra prueba. En ese sentido todos y cada uno pueden sercalificados de espías, la cuestión es probarlo fehacientemente. Por otraparte, toda la correspondencia íntima, los escritos, las acciones —comola de Sacco y Vanzetti— todo tuvo un tinte declaradamente anarquista.Ninguna otra persona —ni de su círculo de allegados ni de sus enemigosdeclarados— jamás lanzó ni aceptó una versión parecida.Abad de Santillán falleció en Barcelona en la década del 80.Queda de él una inmensa producción intelectual entre libros, traduccionesy ediciones. En cambio, su vida como activista político tuvocontradicciones. Se inició como anarquista bolchevique, es decir, admiradorde la Revolución Rusa y apoyó el régimen maximalista de Lenin y200Trotsky. Combatió como ninguno al anarquismo expropiador en laArgentina pero en España apoyó durante la Guerra Civil a BuenaventuraDurruti, el hombre —que por ironías de la historia— había actuadoen la expropiación en la Argentina. Finalmente se convirtió en uno de losenemigos más acérrimos del comunismo soviético, tanto que, en cartadirigida a Hugo Treni, en 1962, señala que ha entrado en conversacionescon el ex vocero del gobierno de Franco en Burgos. Y que él conversa contodos menos con los comunistas (Archivo Abad de Santillán, Museo deHistoria Social de Amsterdam).
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Regreso al camino <strong>de</strong> todos los díasfolletos, <strong>la</strong> Historia <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa Savoia, Schicchi, vo<strong>la</strong>ntes, “Anarchia”, ayuda199a presos, etcétera.En 1969, Abad <strong>de</strong> Santillán <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ró al autor <strong>de</strong> este libro que “<strong>Di</strong><strong>Giovanni</strong> era un espía <strong>de</strong>l partido comunista italiano que había sido enviadopara <strong>de</strong>struir al movimiento anarquista argentino”. Según él <strong>la</strong> prueba <strong>de</strong>esto <strong>la</strong> había obtenido <strong>de</strong> <strong>la</strong> propia boca <strong>de</strong> Palmiro Togliatti, quien fuera<strong>de</strong>spués secretario general <strong>de</strong> su partido. Re<strong>la</strong>tó Abad <strong>de</strong> Santillán queestando preso junto con Togliatti en un buque en el puerto <strong>de</strong> Barcelona,le preguntó a éste si era cierta una sospecha que guardaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacíamucho tiempo: que <strong>Di</strong> <strong>Giovanni</strong> era espía comunista. Togliatti lecontestó que sí —según Abad— y que él —Togliatti— lo había entrevistadoen Montevi<strong>de</strong>o y que en esa reunión lo había ganado para <strong>la</strong>causa comunista.<strong>El</strong> autor <strong>de</strong> este libro, en busca <strong>de</strong> esa pista, entrevistó a JuanJosé Real —que había sido secretario general <strong>de</strong>l partido comunistaargentino— quien en vida guardaba una estrecha amistad con PalmiroTogliatti. Juan José Real me respondió taxativamente: “Togliatti jamásestuvo en Montevi<strong>de</strong>o. La única vez que estuvo en Sudamérica fue en Río <strong>de</strong>Janeiro y eso fue <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l fusi<strong>la</strong>miento <strong>de</strong> <strong>Di</strong> <strong>Giovanni</strong>”.Abad <strong>de</strong> Santillán reprodujo esta versión en sus memorias. Noofreció otra prueba. En ese sentido todos y cada uno pue<strong>de</strong>n sercalificados <strong>de</strong> espías, <strong>la</strong> cuestión es probarlo fehacientemente. Por otraparte, toda <strong>la</strong> correspon<strong>de</strong>ncia íntima, los escritos, <strong>la</strong>s acciones —como<strong>la</strong> <strong>de</strong> Sacco y Vanzetti— todo tuvo un tinte <strong>de</strong>c<strong>la</strong>radamente anarquista.Ninguna otra persona —ni <strong>de</strong> su círculo <strong>de</strong> allegados ni <strong>de</strong> sus enemigos<strong>de</strong>c<strong>la</strong>rados— jamás <strong>la</strong>nzó ni aceptó una versión parecida.Abad <strong>de</strong> Santillán falleció en Barcelona en <strong>la</strong> década <strong>de</strong>l 80.Queda <strong>de</strong> él una inmensa producción intelectual entre libros, traduccionesy ediciones. En cambio, su vida como activista político tuvocontradicciones. Se inició como anarquista bolchevique, es <strong>de</strong>cir, admirador<strong>de</strong> <strong>la</strong> Revolución Rusa y apoyó el régimen maximalista <strong>de</strong> Lenin y200Trotsky. Combatió como ninguno al anarquismo expropiador en <strong>la</strong>Argentina pero en España apoyó durante <strong>la</strong> Guerra Civil a BuenaventuraDurruti, el hombre —que por ironías <strong>de</strong> <strong>la</strong> historia— había actuadoen <strong>la</strong> expropiación en <strong>la</strong> Argentina. Finalmente se convirtió en uno <strong>de</strong> losenemigos más acérrimos <strong>de</strong>l comunismo soviético, tanto que, en cartadirigida a Hugo Treni, en 1962, seña<strong>la</strong> que ha entrado en conversacionescon el ex vocero <strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong> Franco en Burgos. Y que él conversa contodos menos con los comunistas (Archivo Abad <strong>de</strong> Santillán, Museo <strong>de</strong>Historia Social <strong>de</strong> Amsterdam).