Severino-Di-Giovanni.-El-idealista-de-la-violencia%20(1)
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La muerteDepartamento Central de Policía no había dado resultados. Américahabía dicho la verdad cuando señaló que jamás Severino ni Paulino lehabían confiado sus planes. Pero Florio tenía la carta de triunfo en lamano. De la cartera de la muchacha —que había secuestrado en la quinta“Ana María”—, sacó un plano con los detalles de una bomba de humo.Era el papel que le había dado Severino al despedirse.América dijo no saber cómo había llegado eso a su cartera. Queno se acordaba. Florio, todopoderoso frente a esa chica de 17 años le dijoentre amenazante y displicente: “ya te voy a hacer acordar”.Pero luego vino el subjefe de policía, Echeberry, quien en elhabitual juego de malos y buenos en los interrogatorios, hacía el últimopapel. Echeberry se dio cuenta —como ya dijimos— que América poco onada sabía sobre los hechos ilegales. Además, había quedadoimpresionado por la sinceridad de la mujer. América le había dichoespontáneamente que Severino era su compañero. Cuando le hubierasido más fácil decir que estaba en la quinta “Ana María” por su hermano.Y que lo del matrimonio Dionisi lo habían disimulado sólo para alquilarla quinta.América no había querido mentir su amor. Si era necesario iba aenfrentar a toda la sociedad. Aunque se complicaba innecesariamente,no quiso retroceder ni un paso con respecto a sus sentimientos para conel perseguido. (Severino no había podido verla porque la hubieracomplicado ya que hasta ese momento la policía no sabía que eranamantes.)Será ella quien le pedirá a Echeberry que le permita ver porúltima vez a Severino, para llevarle, también, a su hija Laura. Y que se leavise a Teresina para que le lleve a sus otros dos hijos: Aurora e Ilvo.Echeberry hizo las consultas. Al final se accedió al pedido. Paraesa sociedad ávida y farisea era el detalle que faltaba: podía demostrarsetoda la abyección moral de estos antifascistas, anarquistas, comunistas ocomo quieran llamarse. ¡El hombre casado, con tres hijos, con unaamante de 17 años! ¡Y Paulino Scarfó, el hermano de ella permitiendo esarelación!(Especialmente el diario fascista italiano de Buenos Aires “IlMattino d’Italia” aprovechará ese detalle para regodearse con el nivel debajeza moral de los enemigos de Mussolini. Será, además, tema clásicode púlpito en aquellos años para los sacerdotes católicos que sumían enel terror a sus fieles contando a qué extremos llegaban los enemigos deDios cuando se alejaban de la Gracia Divina.)
Severino Di Giovanni. El idealista de la violenciaEl juicio a Paulino Scarfó será mucho más breve. Matías SánchezSorondo ha protestado enérgicamente por la defensa del tenienteFranco, diciendo que el Ejército se ha prestado a hacer la apología de unpistolero extranjero. Por eso, el general Medina designa defensor deScarfó a un oficial incondicional, de profunda fe católica: el tenienteprimero David Armando Lavori.Los testigos serán policías y un periodista que sirvió deacompañante en el allanamiento de la quinta. Por supuesto, todos daránla versión oficial. Luego traerán a Paulino. El cronista de “Crítica”escribe: “Después de haber depuesto los testigos fue conducido a presencia delTribunal el acusado. Frente a la mesa, en la que se encontraban sus jueces, fuecolocada una silla que él ocupó con pasmosa serenidad. En toda la sala hubo unsilencio diáfano. Estaban frente a frente el juez y el acusado. La vida de unhombre comenzaría a discutirse desde ese instante. El rostro de Scarfó nodelataba ninguna emoción. El insomnio le había hecho más hondas las ojeras,hasta el punto de parecer sus ojos dos pequeños carbones encendidos en el fondode una gruta. La frialdad emocional con que se presentaba el acusado produjouna cierta impresión de desagrado entre los presentes. En esos instantes, en quese desea compadecer, se encontraban los espíritus ante un espectáculo que másque sentimientos compasivos, inspiraba una acongojada decepción”.Claro, con su tranquilidad, el joven acusado quitaba todateatralidad al gran espectáculo que se prometían los militares,periodistas y lectores. “La Nación” dice lo mismo sin perder tantaspalabras: “El rostro del detenido no delataba ninguna emoción; por elcontrario, la frialdad que lo distinguía, produjo cierta impresión entre laspersonas que se encontraban en ese momento presenciando la sesión”.Paulino Scarfó frente al tribunal aplicará la táctica de losanarquistas: sabiéndose perdido echarse la culpa de todos los hechosposibles para salvar a otros de sospechas. A él mismo, a los muertos—Márquez y Ruiz—, a Di Giovanni— de quien ya sabía que había sidocondenado a muerte— y a los que estaban a salvo en el exterior. Porejemplo, cuando le preguntan quién fue el autor de la falsificación decinco pesos, dirá Márquez, aunque el verdadero autor era Cortucci.La defensa del teniente Lavori duró apenas un par de minutos.Dijo: “Nunca me he sentido acongojado como esta noche, obligado a deponer micondición de soldado para dar paso a mis sentimientos de hombre. Y cumplo conun alto deber de humanidad al hacerme cargo de la defensa del procesado nocomo funcionario sino como semejante. Creo que esta clase de sujetos de ideasanárquicas y disolventes, en vez de ser llevados a los estrados de la justicia,
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La muerteDepartamento Central <strong>de</strong> Policía no había dado resultados. Américahabía dicho <strong>la</strong> verdad cuando señaló que jamás <strong>Severino</strong> ni Paulino lehabían confiado sus p<strong>la</strong>nes. Pero Florio tenía <strong>la</strong> carta <strong>de</strong> triunfo en <strong>la</strong>mano. De <strong>la</strong> cartera <strong>de</strong> <strong>la</strong> muchacha —que había secuestrado en <strong>la</strong> quinta“Ana María”—, sacó un p<strong>la</strong>no con los <strong>de</strong>talles <strong>de</strong> una bomba <strong>de</strong> humo.Era el papel que le había dado <strong>Severino</strong> al <strong>de</strong>spedirse.América dijo no saber cómo había llegado eso a su cartera. Queno se acordaba. Florio, todopo<strong>de</strong>roso frente a esa chica <strong>de</strong> 17 años le dijoentre amenazante y displicente: “ya te voy a hacer acordar”.Pero luego vino el subjefe <strong>de</strong> policía, Echeberry, quien en elhabitual juego <strong>de</strong> malos y buenos en los interrogatorios, hacía el últimopapel. Echeberry se dio cuenta —como ya dijimos— que América poco onada sabía sobre los hechos ilegales. A<strong>de</strong>más, había quedadoimpresionado por <strong>la</strong> sinceridad <strong>de</strong> <strong>la</strong> mujer. América le había dichoespontáneamente que <strong>Severino</strong> era su compañero. Cuando le hubierasido más fácil <strong>de</strong>cir que estaba en <strong>la</strong> quinta “Ana María” por su hermano.Y que lo <strong>de</strong>l matrimonio <strong>Di</strong>onisi lo habían disimu<strong>la</strong>do sólo para alqui<strong>la</strong>r<strong>la</strong> quinta.América no había querido mentir su amor. Si era necesario iba aenfrentar a toda <strong>la</strong> sociedad. Aunque se complicaba innecesariamente,no quiso retroce<strong>de</strong>r ni un paso con respecto a sus sentimientos para conel perseguido. (<strong>Severino</strong> no había podido ver<strong>la</strong> porque <strong>la</strong> hubieracomplicado ya que hasta ese momento <strong>la</strong> policía no sabía que eranamantes.)Será el<strong>la</strong> quien le pedirá a Echeberry que le permita ver porúltima vez a <strong>Severino</strong>, para llevarle, también, a su hija Laura. Y que se leavise a Teresina para que le lleve a sus otros dos hijos: Aurora e Ilvo.Echeberry hizo <strong>la</strong>s consultas. Al final se accedió al pedido. Paraesa sociedad ávida y farisea era el <strong>de</strong>talle que faltaba: podía <strong>de</strong>mostrarsetoda <strong>la</strong> abyección moral <strong>de</strong> estos antifascistas, anarquistas, comunistas ocomo quieran l<strong>la</strong>marse. ¡<strong>El</strong> hombre casado, con tres hijos, con unaamante <strong>de</strong> 17 años! ¡Y Paulino Scarfó, el hermano <strong>de</strong> el<strong>la</strong> permitiendo esare<strong>la</strong>ción!(Especialmente el diario fascista italiano <strong>de</strong> Buenos Aires “IlMattino d’Italia” aprovechará ese <strong>de</strong>talle para rego<strong>de</strong>arse con el nivel <strong>de</strong>bajeza moral <strong>de</strong> los enemigos <strong>de</strong> Mussolini. Será, a<strong>de</strong>más, tema clásico<strong>de</strong> púlpito en aquellos años para los sacerdotes católicos que sumían enel terror a sus fieles contando a qué extremos llegaban los enemigos <strong>de</strong><strong>Di</strong>os cuando se alejaban <strong>de</strong> <strong>la</strong> Gracia <strong>Di</strong>vina.)