Severino-Di-Giovanni.-El-idealista-de-la-violencia%20(1)

Severino-Di-Giovanni.-El-idealista-de-la-violencia%20(1) Severino-Di-Giovanni.-El-idealista-de-la-violencia%20(1)

12.07.2015 Views

Ante el tribunal de los compañerosduro, con todo, confesar que al sectarismo, a la mala fe, y a la vileza de los que sedicen compañeros, yo he estado tentado a responder con el mismo método, y si latentación quedó sólo en tentación, se debe más que a otra cosa a condiciones devida indiscutiblemente distintas a aquellas que vosotros enfrentáis allá. Porqueen la exuberancia de la vida de acción y viviendo al margen, o proscripto de lasociedad no se razona por cierto con el mismo cerebro o la misma mesura queaquel que está sentado tranquilamente frente a un escritorio.”Treni, en “L’Adunata” y Badaraco, en “La Antorcha” hancensurado la forma en que fue muerto López Arango. A eso, Severinoreaccionará con las siguientes palabras en la misma carta a Treni: “Elmundo entero ha gritado y ha llorado sobre el cuerpo de una carroña que enquince años ha sido el apologista, el mandante y el Caín de cuantos asesinatosmorales y materiales se cometieron en las filas del movimiento revolucionario,pero ninguno de esos llorones: tú, Nettlau, Fabbri, etc., etc., habéis derramadouna sola lágrima , no habéis escrito una sola línea contra Arango en ocasión delataque a ‘Pampa Libre’ y de otros hechos similares. ¿Cómo explicáis estaactitud? No me vengáis a decir que no lo sabíais. Yo, personalmente, he sidocentro de la campaña de protesta contra esa canalla, desde hace por lo menoscuatro años. Y mis artículos siempre estuvieron escritos en italiano. ¿Por quéesta parcialidad?”.Severino sigue insistiendo: “Después de todo vale la pena comparara los asaltados de ‘Pampa Libre’ —compañeros en el verdadero sentido de lapalabra— con la persona pésima y antianárquica de Arango. Y hablo de Arangoy debo agregar también a ese granuja de Santillán, que tú, en todas las cartas quemandas a Buenos Aires, no dejas de calificar como tu ‘buen amigo’. No quieroreprocharte tus amistades. No tengo derecho. Pero si a las cosas las quieresjuzgar con ojos imparciales y dar a cada uno lo suyo, tienes que terminar con esode ‘tu Santillán’. Cuando pienso la aureola que este ‘compañero’ ha conquistadoentre los nuestros en el extranjero y después paso a valorar la gran infamia quecometió en dañarme, sin conocerme, sin haberlo atacado personalmente una solavez —y el que dice lo contrario miente—, sin conocer mi vida de más de unlustro de militancia, sin comprenderme en las ideas y las acciones, creo, miquerido Hugo, que pierdo la fe en el compañero o en los compañeros. Perodespués, mi vista de eterno investigador y de eterno crítico, me permite la espiralde la reflexión y entonces me explico que ciertas amistades se mantienen porqueSantillán es Santillán: es escritor, el ‘pensador’, la ‘potencia’ que dirige elanarco-sindicalismo de la Argentina. Dirás que no, pero en el fondo la razónestá toda centrada en eso. Mira, tú, si en lugar de Arango y Santillán —en elerror, en la calumnia y en la delación— se encontrara un equis cualquiera, un

Severino Di Giovanni. El idealista de la violenciaanónimo en el movimiento internacional, un Montagna, por ejemplo, ¡oh!entonces las cosas cambiarían y los apretones de manos y los aplausos seproducirían como un huracán. Esta es la verdad, en el fondo”.Aquí Severino desnuda una verdad. López Arango y Abad deSantillán eran —de alguna manera—los dueños de “La Protesta”. Yquien tenía “La Protesta” tenía, de alguna manera, el movimiento.Los dos eran conocidos internacionalmente. Y de algunamanera —consciente o inconscientemente— hacían uso de esa influencia.De ahí, a la soberbia y al sectarismo había un solo paso. Se habíanido perdiendo las bases antiautoritarias y el pluralismo. Esa era laverdadera tragedia del anarquismo argentino que había empezadoincuestionablemente su decadencia. Como decimos, Severino no estálejos de la verdad en este desesperado llamado a Hugo Treni. Pero todosu razonamiento no alcanzaba a explicar la trágica determinación dematar. De ahí, la frase siguiente a Treni: “Tú no puedes comprender mitragedia. Verdadera tragedia de quien vive diariamente proscripto de la sociedady vituperado por los anarquistas... ‘aceptables’. Solamente en contacto conmigopodrías comprenderme y justificar la ira, la actitud, la rebelión contra ciertos‘anarquista’. Y no vayas a creer que no amo al compañero, o que sea invadido porel pesimismo charlatán o el anticompañerismo —excúsame estas palabrasocasionales— porque te equivocarías en grande. Quien me conoce íntimamentepuede saber de cuanto amor está acorazado mi espíritu. Y es este amor que hacecavar precipicios, el abismo, entre yo y el espía y el calumniador, y no otra cosa,porque sólo aquel que sabe amar tanto puede odiar tanto.Con el tiempo —le dice— mejor nos conoceremos y mejor noscomprenderemos y podrás evaluar así mis odios, mis gestos bruscos, lastempestades que se desencadenan en el corazón e impulsan el brazo y hacedecidir la voluntad y la mente. Como sueño, a veces —en el ocio que me obliga lavida actual— con un mundo todo en armonía: cada tendencia basada en supropia iniciativa, sin jamás chocar, sin jamás humillarse, para ser más fuertes enel mañana cuando debamos correr todos hacia la gran batalla de la revolución.Pero son todos sueños”.Luego le confía que tiene la intención de editar los escritos deEliseo Reclus, el geógrafo y sabio pensador socialista francés. “Ayúdame—le pide— en este trabajo que servirá para dar vida a una bella iniciativanuestra.” Y le advierte: “No divulgar la cosa en el sector ‘protestista’ porque sise dan cuenta de mi presencia en esta ciudad pueden perjudicar a otroscompañeros, ¿comprendes?”.Treni le responderá solicitándole el cumplimiento de algunas

Ante el tribunal <strong>de</strong> los compañerosduro, con todo, confesar que al sectarismo, a <strong>la</strong> ma<strong>la</strong> fe, y a <strong>la</strong> vileza <strong>de</strong> los que sedicen compañeros, yo he estado tentado a respon<strong>de</strong>r con el mismo método, y si <strong>la</strong>tentación quedó sólo en tentación, se <strong>de</strong>be más que a otra cosa a condiciones <strong>de</strong>vida indiscutiblemente distintas a aquel<strong>la</strong>s que vosotros enfrentáis allá. Porqueen <strong>la</strong> exuberancia <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> acción y viviendo al margen, o proscripto <strong>de</strong> <strong>la</strong>sociedad no se razona por cierto con el mismo cerebro o <strong>la</strong> misma mesura queaquel que está sentado tranqui<strong>la</strong>mente frente a un escritorio.”Treni, en “L’Adunata” y Badaraco, en “La Antorcha” hancensurado <strong>la</strong> forma en que fue muerto López Arango. A eso, <strong>Severino</strong>reaccionará con <strong>la</strong>s siguientes pa<strong>la</strong>bras en <strong>la</strong> misma carta a Treni: “<strong>El</strong>mundo entero ha gritado y ha llorado sobre el cuerpo <strong>de</strong> una carroña que enquince años ha sido el apologista, el mandante y el Caín <strong>de</strong> cuantos asesinatosmorales y materiales se cometieron en <strong>la</strong>s fi<strong>la</strong>s <strong>de</strong>l movimiento revolucionario,pero ninguno <strong>de</strong> esos llorones: tú, Nett<strong>la</strong>u, Fabbri, etc., etc., habéis <strong>de</strong>rramadouna so<strong>la</strong> lágrima , no habéis escrito una so<strong>la</strong> línea contra Arango en ocasión <strong>de</strong><strong>la</strong>taque a ‘Pampa Libre’ y <strong>de</strong> otros hechos simi<strong>la</strong>res. ¿Cómo explicáis estaactitud? No me vengáis a <strong>de</strong>cir que no lo sabíais. Yo, personalmente, he sidocentro <strong>de</strong> <strong>la</strong> campaña <strong>de</strong> protesta contra esa canal<strong>la</strong>, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace por lo menoscuatro años. Y mis artículos siempre estuvieron escritos en italiano. ¿Por quéesta parcialidad?”.<strong>Severino</strong> sigue insistiendo: “Después <strong>de</strong> todo vale <strong>la</strong> pena comparara los asaltados <strong>de</strong> ‘Pampa Libre’ —compañeros en el verda<strong>de</strong>ro sentido <strong>de</strong> <strong>la</strong>pa<strong>la</strong>bra— con <strong>la</strong> persona pésima y antianárquica <strong>de</strong> Arango. Y hablo <strong>de</strong> Arangoy <strong>de</strong>bo agregar también a ese granuja <strong>de</strong> Santillán, que tú, en todas <strong>la</strong>s cartas quemandas a Buenos Aires, no <strong>de</strong>jas <strong>de</strong> calificar como tu ‘buen amigo’. No quieroreprocharte tus amista<strong>de</strong>s. No tengo <strong>de</strong>recho. Pero si a <strong>la</strong>s cosas <strong>la</strong>s quieresjuzgar con ojos imparciales y dar a cada uno lo suyo, tienes que terminar con eso<strong>de</strong> ‘tu Santillán’. Cuando pienso <strong>la</strong> aureo<strong>la</strong> que este ‘compañero’ ha conquistadoentre los nuestros en el extranjero y <strong>de</strong>spués paso a valorar <strong>la</strong> gran infamia quecometió en dañarme, sin conocerme, sin haberlo atacado personalmente una so<strong>la</strong>vez —y el que dice lo contrario miente—, sin conocer mi vida <strong>de</strong> más <strong>de</strong> unlustro <strong>de</strong> militancia, sin compren<strong>de</strong>rme en <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>as y <strong>la</strong>s acciones, creo, miquerido Hugo, que pierdo <strong>la</strong> fe en el compañero o en los compañeros. Pero<strong>de</strong>spués, mi vista <strong>de</strong> eterno investigador y <strong>de</strong> eterno crítico, me permite <strong>la</strong> espiral<strong>de</strong> <strong>la</strong> reflexión y entonces me explico que ciertas amista<strong>de</strong>s se mantienen porqueSantillán es Santillán: es escritor, el ‘pensador’, <strong>la</strong> ‘potencia’ que dirige e<strong>la</strong>narco-sindicalismo <strong>de</strong> <strong>la</strong> Argentina. <strong>Di</strong>rás que no, pero en el fondo <strong>la</strong> razónestá toda centrada en eso. Mira, tú, si en lugar <strong>de</strong> Arango y Santillán —en elerror, en <strong>la</strong> calumnia y en <strong>la</strong> <strong>de</strong><strong>la</strong>ción— se encontrara un equis cualquiera, un

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!