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Severino Di Giovanni. El idealista de la violenciapudo recoger a Severino después de la muerte de López Arango porquevio aproximarse gente sospechosa, debiendo Di Giovanni huir a pie porlas calles de Remedios de Escalada. En el año 1969, un sobreviviente delgrupo expropiador declaró ante otro compañero de filiación anarquistaque él había acompañado a Severino a la casa de López Arango. Cuandoapareció éste se inició la discusión y López Arango hizo un gesto desacar un arma de fuego y que él —el declarante—viendo en peligro lavida de Severino le descerrajó instantáneamente los balazos que dieronmuerte al anarquista español.Todas versiones dignas de tener en cuenta pero que décadasdespués ya no pueden comprobarse. Las cartas de Severino y la de losparticipantes en el tribunal no dejan dudas sobre la parte protagónica deDi Giovanni en el hecho.El entierro de López Arango fue imponente. Todos los gremiosde la FORA estuvieron presentes y diversos oradores reprobaron lamuerte de su líder. La primera reacción de “La Protesta” es deindignación y de dolor. Ahora es Abad de Santillán quien está a sufrente. Pero no nombra a culpables. Todavía hay desorientación. En lapágina italiana de ese periódico, aparece un recuadro: “Nos tiembla lamano, la pluma se niega a escribir estas palabras: ‘Arango ha muerto’, aquí, en elmismo escritorio, aquí, donde durante tantos años desplegó su bandera, con lamisma pluma que él escribía sus batallas. López Arango desaparece por manoasesina. Es ahora las tinieblas que triunfan sobre la luz, la violencia cobarde quese anida en nuestras filas, que se protege a la sombra de nuestros ideales dehumanidad y golpea mientras no se atreve a atacar al enemigo y se agazapa a suspies. Nuestro dolor y nuestro luto. López Arango ha muerto por mano136asesina”. Días después, Luigi Fabbri, en el mismo lugar de “LaProtesta” escribía un enérgico artículo donde comparaba lo sucedidocon los actos fascistas. Y llamaba a los anarquistas a alejarse de lacrueldad y de la violencia. El periódico “L’Aurora”, de Estados Unidos,luego de informar la muerte de López Arango señala que el mismo hasido consecuencia de recientes polémicas entre compañeros: “Nuestrosentido de la responsabilidad —agrega— se estremece ante la mera hipótesis deun hecho similar. Nosotros nos explicamos y nos esforzamos en comprendercada episodio aunque sea violento que pueda manifestarse entre compañerosdurante violentísimas discusiones y diatribas, incluso los disparos hechoscontra Malatesta hace años en Patterson, sin por eso justificarlos desde la mira
La lucha es siempre amargaanarquista. En el caso que nos ocupa, el caso es realmente más triste bajo todopunto de vista.Con todo no queremos negar la grave provocación de parte de algunosredactores de ‘La Protesta’; ¡oh, no! El hecho de lanzarse insistentemente contraalgunos compañeros buscados por la policía llegando así —sin tal vezintenciones deshonestas— más allá de los límites que la honestidad prohíbe, nopuede negar su parte de responsabilidad en la desventura que golpea alMovimiento argentino. Pero de ahí a justificar la feroz represalia en la personadel compañero Arango no es nuestra intención; tanto más que la tragedia haocurrido en circunstancias tan monstruosas que el cerebro equilibrado de unhombre sensible y verdaderamente anarquista se niega hasta el extremo deacoger esa imagen dentro de la caja craneana”.“La Antorcha” criticará el asesinato de Arango, aunque conmatices. En un recuadro titulado “Justicia”, señala que hay dos justicias:o defensa o venganza. Que la justicia llevada a cabo contra Velar, elcoronel Falcón o el masacrador de la Patagonia, teniente coronel Varela,fue llevada a cabo por la defensa. “Pero —añade— no estamos hablando debestias, sino de hombres”. Y —sin nombrarlo— se refiere a López Arango:“Situemos frente a nosotros a aquel que con más cinismo nos escupió en la cara,pateó nuestros caros sueños, retorció, hasta hacer odiosas y repugnantes,nuestras más santas intenciones (...) Y ¿por eso acaso emplearemos contra él elmismo procedimiento que el del héroe contra el lobo? (...) ¡No! Eso puede serdesesperada venganza. ¿Justicia? ¡No! ¡No es justicia!”.“La Protesta”, con Abad de Santillán iniciará una nueva línea.Luego de la primera indignación, ofrece a todos los campos delanarquismo la reconciliación. Comprende que seguir con su campaña notiene ningún sentido porque se llegaría a una guerra intestina sin fin. “LaAntorcha” reaccionará positivamente ante este llamado aunque sindejar de hacer historia. Dice en un recuadro titulado “Le tomamos lapalabra”: “Dijimos nuestra opinión sobre la muerte de Arango. Sin susto nihorror, dijimos: ni es justa ni soluciona nada, si a más de esto, alguien quería denosotros protestas, acusaciones o llantos, ése quería más de lo razonable; y éseignoraba, sin duda, que la venganza cumplida en el redactor de ‘La Protesta’pudo ayer, pudo hoy o puede mañana, aunque por distintas causas, cumplirsetambién en cualquier redactor de ‘La Antorcha’.Que así están las cosas, porque así las han puesto los que desde hacequince años desataron la violencia personal, de pateaduras, asaltos y tiros contralos que no acatamos los chantajes, los úkases o los brutales caprichos de susestúpidos caudillos. Y al decir esto, esperamos que nadie se haga, o sea realmente
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La lucha es siempre amargaanarquista. En el caso que nos ocupa, el caso es realmente más triste bajo todopunto <strong>de</strong> vista.Con todo no queremos negar <strong>la</strong> grave provocación <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> algunosredactores <strong>de</strong> ‘La Protesta’; ¡oh, no! <strong>El</strong> hecho <strong>de</strong> <strong>la</strong>nzarse insistentemente contraalgunos compañeros buscados por <strong>la</strong> policía llegando así —sin tal vezintenciones <strong>de</strong>shonestas— más allá <strong>de</strong> los límites que <strong>la</strong> honestidad prohíbe, nopue<strong>de</strong> negar su parte <strong>de</strong> responsabilidad en <strong>la</strong> <strong>de</strong>sventura que golpea alMovimiento argentino. Pero <strong>de</strong> ahí a justificar <strong>la</strong> feroz represalia en <strong>la</strong> persona<strong>de</strong>l compañero Arango no es nuestra intención; tanto más que <strong>la</strong> tragedia haocurrido en circunstancias tan monstruosas que el cerebro equilibrado <strong>de</strong> unhombre sensible y verda<strong>de</strong>ramente anarquista se niega hasta el extremo <strong>de</strong>acoger esa imagen <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> <strong>la</strong> caja craneana”.“La Antorcha” criticará el asesinato <strong>de</strong> Arango, aunque conmatices. En un recuadro titu<strong>la</strong>do “Justicia”, seña<strong>la</strong> que hay dos justicias:o <strong>de</strong>fensa o venganza. Que <strong>la</strong> justicia llevada a cabo contra Ve<strong>la</strong>r, elcoronel Falcón o el masacrador <strong>de</strong> <strong>la</strong> Patagonia, teniente coronel Vare<strong>la</strong>,fue llevada a cabo por <strong>la</strong> <strong>de</strong>fensa. “Pero —aña<strong>de</strong>— no estamos hab<strong>la</strong>ndo <strong>de</strong>bestias, sino <strong>de</strong> hombres”. Y —sin nombrarlo— se refiere a López Arango:“Situemos frente a nosotros a aquel que con más cinismo nos escupió en <strong>la</strong> cara,pateó nuestros caros sueños, retorció, hasta hacer odiosas y repugnantes,nuestras más santas intenciones (...) Y ¿por eso acaso emplearemos contra él elmismo procedimiento que el <strong>de</strong>l héroe contra el lobo? (...) ¡No! Eso pue<strong>de</strong> ser<strong>de</strong>sesperada venganza. ¿Justicia? ¡No! ¡No es justicia!”.“La Protesta”, con Abad <strong>de</strong> Santillán iniciará una nueva línea.Luego <strong>de</strong> <strong>la</strong> primera indignación, ofrece a todos los campos <strong>de</strong><strong>la</strong>narquismo <strong>la</strong> reconciliación. Compren<strong>de</strong> que seguir con su campaña notiene ningún sentido porque se llegaría a una guerra intestina sin fin. “LaAntorcha” reaccionará positivamente ante este l<strong>la</strong>mado aunque sin<strong>de</strong>jar <strong>de</strong> hacer historia. <strong>Di</strong>ce en un recuadro titu<strong>la</strong>do “Le tomamos <strong>la</strong>pa<strong>la</strong>bra”: “<strong>Di</strong>jimos nuestra opinión sobre <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> Arango. Sin susto nihorror, dijimos: ni es justa ni soluciona nada, si a más <strong>de</strong> esto, alguien quería <strong>de</strong>nosotros protestas, acusaciones o l<strong>la</strong>ntos, ése quería más <strong>de</strong> lo razonable; y éseignoraba, sin duda, que <strong>la</strong> venganza cumplida en el redactor <strong>de</strong> ‘La Protesta’pudo ayer, pudo hoy o pue<strong>de</strong> mañana, aunque por distintas causas, cumplirsetambién en cualquier redactor <strong>de</strong> ‘La Antorcha’.Que así están <strong>la</strong>s cosas, porque así <strong>la</strong>s han puesto los que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacequince años <strong>de</strong>sataron <strong>la</strong> violencia personal, <strong>de</strong> pateaduras, asaltos y tiros contralos que no acatamos los chantajes, los úkases o los brutales caprichos <strong>de</strong> susestúpidos caudillos. Y al <strong>de</strong>cir esto, esperamos que nadie se haga, o sea realmente