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Severino-Di-Giovanni.-El-idealista-de-la-violencia%20(1)

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<strong>Severino</strong> <strong>Di</strong> <strong>Giovanni</strong>. <strong>El</strong> <strong>i<strong>de</strong>alista</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> violenciano hubo caso. No lo encontramos. Después me tocaría a mí porque yo era quienmás lo había criticado. Una vez me l<strong>la</strong>maron <strong>de</strong> <strong>la</strong> jefatura <strong>de</strong> <strong>la</strong> Policía <strong>de</strong> <strong>la</strong>Capital y me preguntaron: ¿está usted armado? No, les respondí. ¿cómo voy avenir armado a <strong>la</strong> jefatura <strong>de</strong> <strong>la</strong> Policía? Y entonces el comisario me dijo: bien,bajo nuestra responsabilidad vaya usted armado porque <strong>la</strong> banda <strong>de</strong> <strong>Di</strong><strong>Giovanni</strong> lo va a matar. Y me dieron todos los <strong>de</strong>talles. <strong>El</strong>los estaban másenterados que yo. Pero yo seguí siempre mi camino”.Y en esto Abad <strong>de</strong> Santillán no faltó a <strong>la</strong> verdad. Lo mismo habíaescrito poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> López Arango en una carta a MaxNett<strong>la</strong>u, a Berlín. <strong>Di</strong>ce en el<strong>la</strong>: “La propia policía me recomienda que vayaarmado, que el<strong>la</strong> sabe el peligro que corro, etc.”. Aquí, el propio Santillán sinquererlo estaba reconociendo que para <strong>la</strong> policía era él más importantevivo que muerto y que a quien en verdad perseguían era a <strong>Di</strong> <strong>Giovanni</strong>.¿Fue <strong>Severino</strong> <strong>Di</strong> <strong>Giovanni</strong> el autor? Nadie pudo comprobarnada. Los anarquistas “protestistas” <strong>de</strong> aquel tiempo siguen sosteniendoque fue él. Los que pertenecieron al “antorchismo” no son tancategóricos. Seña<strong>la</strong>n que, por costumbre, a <strong>Di</strong> <strong>Giovanni</strong> ya se leachacaban todos los asaltos, <strong>la</strong>s bombas y los crímenes. Un tercer grupo,<strong>de</strong> hombres que militaban en los sindicatos anarquistas sigueninsistiendo en que los matadores <strong>de</strong> López Arango partieron <strong>de</strong>l propiogrupo <strong>de</strong> “La Protesta” en el cual había un gran resentimiento contra él.Un hombre insospechable <strong>de</strong> partidismo como Umberto Correale —quevivió intensamente esa época y concurrió asiduamente al local <strong>de</strong> “LaProtesta”— nunca estuvo convencido <strong>de</strong> <strong>la</strong> culpabilidad <strong>de</strong> <strong>Severino</strong>.“Lo más sospechoso para muchos en aquel momento fue <strong>la</strong> prontitud con que losdiferentes hombres que tenían discrepancias con Arango estuvieron en <strong>la</strong> casa<strong>de</strong> éste cuando ocurrió el hecho, a pesar <strong>de</strong> que vivían en lugares muy distantesentre sí”.<strong>El</strong> autor <strong>de</strong> este libro, por su parte, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una minuciosainvestigación y <strong>de</strong> conversar con numerosos testigos, está convencidoque sí, efectivamente, fue <strong>Severino</strong> el matador <strong>de</strong> López Arango. Laspruebas están dadas en <strong>la</strong> correspon<strong>de</strong>ncia que intercambió <strong>Di</strong><strong>Giovanni</strong> con Hugo Treni, a raíz <strong>de</strong>l pedido que hizo aquél <strong>de</strong> untribunal <strong>de</strong> anarquistas que juzgara su conducta.Lo verá el lector en el capítulo “<strong>El</strong> tribunal”. En el mismo haypasajes <strong>de</strong> su correspon<strong>de</strong>ncia que se pue<strong>de</strong>n tomar como un reconocimiento<strong>de</strong> <strong>la</strong> autoría. En <strong>la</strong> carta <strong>de</strong>l 27 <strong>de</strong> marzo, por ejemplo, dice:

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