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Severino Di Giovanni. El idealista de la violenciaeco doloroso de la carne martirizada de nuestros compañeros. ¿Quién era elverdugo responsable de esta cacería feroz del anarquismo?Juan Velar, jefe policial de la sección Orden Social, el ‘vasco verdugo’.Oíd cómo escribe ‘La República’ de Buenos Aires la biografía de estafiera humana: ‘El subcomisario Juan Velar ejerce desde hace varios años la jefaturade orden social de la policía rosarina, y es conocidísimo por su crueldad por todoslos trabajadores de Rosario. Pertenece a los policías de la vieja escuela que creíanque su deber era servir incondicionalmente a los intereses de los ricos. Para él, lasaspiraciones de los trabajadores son delitos que deben ser castigados a sangre yfuego. El gobierno y las instituciones existen solamente —según su criterio—para servir a los capitalistas castigando severamente a los obreros que intentanmejorar sus propias condiciones.Siendo jefe de policía el general Broquen y el señor Cepeda —dosinquisidores de nefanda responsabilidad— Juan Velar fue su esbirro mássiniestro. Utilizó su famosa goma para romper costillas de obreros, lasincomunicaciones de 10 a 15 días a pan y agua para los trabajadores eranhabituales. Los miembros del comité pro-presos, que se preocupaba por loscompañeros caídos en el cumplimiento de su deber tenían un enemigo terrible enel esbirro Velar, quien —de todas las maneras posibles— obstaculizaba su misión,afirmando que los arrestados por cuestiones sociales debían ser tratados peor quelos más feroces delincuentes. De las vejaciones más ignominiosas hasta el castigocorporal de los militantes, todo fue utilizado por este esbirro clásico para perturbarel movimiento operario rosarino’. Hasta ahí el diario ‘La República’.Nosotros deberíamos dar la biografía de esta hiena con otras palabras,con otros documentos, con otras noticias.En el fondo de los acontecimientos sociales de reivindicación de este paístenemos más de un enemigo. Pero aquellos que están anidados en la policía estánen una posición más amenazadora detrás de nuestros talones (...) El 22 de octubre,pocos minutos después del mediodía, Juan Velar fue blanco de un atentado departe de justicieros desconocidos. Veamos el comentario del mismo diario ‘LaRepública’ del día siguiente: ‘Así como el blanco fue esta vez un funcionariopolicial, en la imposibilidad de encontrar a los autores del hecho, se trata de echarla culpa a cualquier individuo conocido por profesar ideas libertariasinculpándole como autor y satisfacer así la venganza policial. Desde ya es pruebaevidente la circunstancia para la cual la policía —de acuerdo a una supuestadeclaración de la víctima— señala como uno de los autores a Severino DiGiovanni, del cual poseemos cartas de reciente data enviadas desde EstadosUnidos lo cual demuestra el error y la mentira de la policía en descubrir hechos.En cuanto al resto y en lo que se refiere al acto en sí —repudiable como todos losactos de violencia individual cumplido para resolver una cuestión de carácter
La lucha es siempre amargacolectivo— era de esperarse. Por ley fatal de reacción, la violencia de losdominadores hace germinar siempre la violencia de los dominados. La víctima deeste atentado, esbirro de la peor especie, odioso residuo de los viejos tiempos en loscuales las ideas eran combatidas con el plomo es un hombre cerrado a acciones ycriterios nuevos y renovadores, quien sostenía que al pedido de pan de lostrabajadores había que responder con las balas. Se trata, por eso, de un hombre queiba a encontrar alguna vez la horma de su zapato. Por este atentado de ayer —si noes justificable porque el atentado individual, bárbaro e ineficaz no se justificajamás— es por lo menos explicable en los daños que cometió este viejo verdugo quevivía con el reloj retrasado y con el alma todavía más en retraso’.El compañero se habrá dado cuenta que por los conceptos sobre elatentado individual no es necesario explicar que se trata de un periódico adverso anuestras ideas. Nosotros, en cambio, justificamos con toda la potencia de nuestraidea revolucionaria ciertos gestos que sólo la historia sabe juzgar serenamente.Hoy no sólo vemos justificados sino también glorificados en la piedra y en elbronce los heroísmos generosos de Felice Orsini, de Agesilao Milano, deGuglielmo Oberdan y de tantos otros.En lo que atañe al compañero Di Giovanni, como bien observa elperiódico argentino, podemos asegurar su alejamiento de ese país. La policía, deahora en adelante, no hará otra cosa que adjudicarle a él todos aquellos atentadosque cometen los eternos desconocidos de siempre contra los fascistas, los espías,132los policías, etc.”.Los anarquistas celebraron el atentado contra Velar. “LaProtesta” guardó silencio pero “La Antorcha” tituló: “Velar, la bestianegra”. Y decía en la nota: “Los trabajadores y los anarquistas de Rosario, através de muchos años de acción, de movimientos y militancia, conocíansuficientemente quién era Velar. Conocían la larga historia de torturas, demartirios, y de tenebrosidades de esta fiera. El odio de los obreros, de losrevolucionarios concentrábase hacia él. Su puerco oficio de policía teníaloconstantemente agazapado, hurtando el cuerpo, pero siempre dispuesto adescargar miserables golpes sobre los trabajadores. Sería relato extensomencionar su historia de criminalidades, de infamias. Bástanos nombrarle. Elsolo mencionarlo hace acudir a la mente el recuerdo de los torturados, de laspobres mujeres llevadas a empellones a su presencia, el sadismo con que oprimíasus senos en una prensa para arrancarles una declaración, una inculpación”.Luego agrega: “Pero, finalmente, la bestia negra ha caído. No hamuerto, aunque certeras balas fueron alojadas en su testuz. El hecho vindicadorha sido cumplido igualmente. El ejemplo fue dado. Hubo quienes supieron pararen seco a la bestia en su carrera de exterminio (...) La bestia negra, cada día más
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La lucha es siempre amargacolectivo— era <strong>de</strong> esperarse. Por ley fatal <strong>de</strong> reacción, <strong>la</strong> violencia <strong>de</strong> losdominadores hace germinar siempre <strong>la</strong> violencia <strong>de</strong> los dominados. La víctima <strong>de</strong>este atentado, esbirro <strong>de</strong> <strong>la</strong> peor especie, odioso residuo <strong>de</strong> los viejos tiempos en loscuales <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>as eran combatidas con el plomo es un hombre cerrado a acciones ycriterios nuevos y renovadores, quien sostenía que al pedido <strong>de</strong> pan <strong>de</strong> lostrabajadores había que respon<strong>de</strong>r con <strong>la</strong>s ba<strong>la</strong>s. Se trata, por eso, <strong>de</strong> un hombre queiba a encontrar alguna vez <strong>la</strong> horma <strong>de</strong> su zapato. Por este atentado <strong>de</strong> ayer —si noes justificable porque el atentado individual, bárbaro e ineficaz no se justificajamás— es por lo menos explicable en los daños que cometió este viejo verdugo quevivía con el reloj retrasado y con el alma todavía más en retraso’.<strong>El</strong> compañero se habrá dado cuenta que por los conceptos sobre e<strong>la</strong>tentado individual no es necesario explicar que se trata <strong>de</strong> un periódico adverso anuestras i<strong>de</strong>as. Nosotros, en cambio, justificamos con toda <strong>la</strong> potencia <strong>de</strong> nuestrai<strong>de</strong>a revolucionaria ciertos gestos que sólo <strong>la</strong> historia sabe juzgar serenamente.Hoy no sólo vemos justificados sino también glorificados en <strong>la</strong> piedra y en elbronce los heroísmos generosos <strong>de</strong> Felice Orsini, <strong>de</strong> Agesi<strong>la</strong>o Mi<strong>la</strong>no, <strong>de</strong>Guglielmo Oberdan y <strong>de</strong> tantos otros.En lo que atañe al compañero <strong>Di</strong> <strong>Giovanni</strong>, como bien observa elperiódico argentino, po<strong>de</strong>mos asegurar su alejamiento <strong>de</strong> ese país. La policía, <strong>de</strong>ahora en a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte, no hará otra cosa que adjudicarle a él todos aquellos atentadosque cometen los eternos <strong>de</strong>sconocidos <strong>de</strong> siempre contra los fascistas, los espías,132los policías, etc.”.Los anarquistas celebraron el atentado contra Ve<strong>la</strong>r. “LaProtesta” guardó silencio pero “La Antorcha” tituló: “Ve<strong>la</strong>r, <strong>la</strong> bestianegra”. Y <strong>de</strong>cía en <strong>la</strong> nota: “Los trabajadores y los anarquistas <strong>de</strong> Rosario, através <strong>de</strong> muchos años <strong>de</strong> acción, <strong>de</strong> movimientos y militancia, conocíansuficientemente quién era Ve<strong>la</strong>r. Conocían <strong>la</strong> <strong>la</strong>rga historia <strong>de</strong> torturas, <strong>de</strong>martirios, y <strong>de</strong> tenebrosida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> esta fiera. <strong>El</strong> odio <strong>de</strong> los obreros, <strong>de</strong> losrevolucionarios concentrábase hacia él. Su puerco oficio <strong>de</strong> policía teníaloconstantemente agazapado, hurtando el cuerpo, pero siempre dispuesto a<strong>de</strong>scargar miserables golpes sobre los trabajadores. Sería re<strong>la</strong>to extensomencionar su historia <strong>de</strong> criminalida<strong>de</strong>s, <strong>de</strong> infamias. Bástanos nombrarle. <strong>El</strong>solo mencionarlo hace acudir a <strong>la</strong> mente el recuerdo <strong>de</strong> los torturados, <strong>de</strong> <strong>la</strong>spobres mujeres llevadas a empellones a su presencia, el sadismo con que oprimíasus senos en una prensa para arrancarles una <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ración, una inculpación”.Luego agrega: “Pero, finalmente, <strong>la</strong> bestia negra ha caído. No hamuerto, aunque certeras ba<strong>la</strong>s fueron alojadas en su testuz. <strong>El</strong> hecho vindicadorha sido cumplido igualmente. <strong>El</strong> ejemplo fue dado. Hubo quienes supieron pararen seco a <strong>la</strong> bestia en su carrera <strong>de</strong> exterminio (...) La bestia negra, cada día más