Severino-Di-Giovanni.-El-idealista-de-la-violencia%20(1)
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Los BandidosY días más tarde: “Mandé al compañero González dos veces a casa de lamadre de Ilvo (se refiere a Teresina) con 50 pesos, un canasto de duraznos ytreinta kilos de miel pura. Así mis hijos, Ilvo, Aurora y Laura —y tambiénErinna— podrán dar satisfacción un rato al paladar. Si tú vas a casa hazte dar untarro de yerba Asunción lleno de miel, así podrás gustar en mi nombre toda la99dulzura profunda del néctar puro de las fecundas abejas”.En esos días de ilegalidad, Severino sabe bien que más que nuncanecesita dinero: para ayudar a la defensa de Alejandro Scarfó y suscompañeros presos. A Alejandro lo llama el negro o biscuit —el propioapodo que le gusta usar a él— en los mensajes y cartas. Pero no sólo paraeso necesita dinero: también para ayudar a Teresina y a sus hijos. Sabe queestos no pueden vivir eternamente de la ayuda que le hacen llegar loscompañeros ni de las pocas tareas que puede realizar ella. Además sueñacon volver a reeditar su periódico y los libros que él considera fundamentalespara expandir la idea. Ha sido visitado por compañeros en elDelta que planean un asalto. Y Severino acepta.El 3 de febrero, en su carta a América, se ve que ha llegado allímite de la pobreza: “Para Elena no te envié dinero porque estamos en lasúltimas y... viva la miseria, viva la vida y todas nuestras otras delicias. (...) Sipodemos salir del paso nos haremos ricos de alegría y reventaremos desatisfacción!”.El 5 de febrero de 1929, seis desconocidos asaltan a lospagadores de la empresa Kloeckner, en la calle Empedrado, de BuenosAires. Los pagadores venían en dos autos desde el centro, del Banco deBoston. Los asaltantes los esperaron en un auto doble faetón a pocosmetros de la entrada del establecimiento industrial. Actuaron en formarápida, como profesionales, como si hubieran calculado todo. Seapoderaron del maletín con 19.000 pesos. Cuando se disponían a huirfueron atacados por empleados de Kloeckner que venían en un segundoauto. Se originó un tiroteo y una persecución cinematográfica comoescribirán los diarios, sin resultados para los perseguidores, hasta lacalle Gaona. Allí, se perdieron las pistas de los bandidos. Uno de ellosera Severino Di Giovanni.Lo único que pueden declarar los asaltados es que entre losladrones hay extranjeros, por la forma de hablar. Detienen por puraforma a un chofer anarquista español, Dositeo Freijo Carballedo, quienaños atrás había sido acusado de conducir el auto del libertario alemánKurt Wilckens, el día en que éste mató al teniente coronel Varela. Pero lo
Severino Di Giovanni. El idealista de la violenciacierto era que Wilckens había viajado solo y en tranvía a cumplir con suacto. Eso sí, Dositeo lo esperaba en auto a Wilckens para que huyeradespués del atentado. Esta vez, el español Freijo Carballedo volverá apasarla mal pero —hombre de cabeza dura y aguantadora— no lepodían comprobar nada ni obtener de él ningún dato.Sobre la autoría de Severino y sus amigos, no hay dudas. El 3 defebrero de 1929 (dos días antes del asalto) le había escrito a su amada100América, desde su refugio en el Delta: “Mañana iré a Buenos Aires.Lástima no poder verte. Pero, ¿cómo hacer? ¡Es un verdadero problema, miquerida amiga!”. Y el día 8 (3 días después del asalto), nuevamente en elDelta le escribe lo siguiente: “Estuve el día que te indiqué en la ciudad denuestros sueños mágicos. Más de una vez he pasado a pocas cuadras de tu casita.Quería visitarte. Para darte un solo beso; aunque me hubiera contentadotambién con mirarte solamente, imprimir tu fisonomía nuevamente en mispupilas y llevarte así lejos, lejos, hasta mi nido solitario donde el gorjeo de mibella golondrina nos alegra el inmenso verde. En cambio, no te vi. Pasé por101Gaona a las diez de la mañana y la feria no estaba entre Esperanza y SanNicolás. ¿Es que la han cambiado? Buscaba verla a tu mamá y así arriesgar a queel ‘chouffer’ te fuera a llamar. Pero, al no haber podido ver a tu ‘vieja’ noarriesgué nada. Quizá, una ocasión feliz me hubiera puesto contento, y una vezjunto a tu rubio malito no hubiera resistido a raptarte y a llevarte lejos, lejos...Pero, debo reconocerlo otro deber tenía que cumplir ese día. Deber de vida omuerte que debía resolver con toda la energía de mi ser y que afortunadamentellevé a término en unión de otros valerosos amigos. Era una carrera veloz debandidos de la sociedad. Hombres que al margen de la ley debían quebrar con supotencia el férreo cerco de la Dominación. ¡Vencimos... ! Y la victoria fue ganadapor nosotros con todos los resultados que se desarrollan en las cosas difíciles. Yo,milagrosamente, me salvé está maldita carcasa. Hoy somos los nuevos hombresvenidos de una resurrección de vida. Templados como el acero potente iremos alencuentro de nuevas victorias para afirmar nuestro derecho a la vida, a nuestrolibre vivir. Y así completar el ciclo de nuevas resurrecciones, hasta que la102existencia no sea estrangulada, y entonces sí poder enterrar a la materia”.Singular naturaleza la de este hombre. Se movía permanentementeen una emocionalidad entre lo heroico y lo romántico que sedesbordaba con generosidad por sobre los límites de lo ordinario, locomún, lo legal, el orden constituido. Jamás podría haber entendido loque son impuestos, multas, reglamentaciones, ordenanzas, patentes,leyes, propiedad. La sociedad afincada en esos principios se iba adefender con uñas y dientes de este peligroso dogmático del librealbedrío.
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<strong>Severino</strong> <strong>Di</strong> <strong>Giovanni</strong>. <strong>El</strong> <strong>i<strong>de</strong>alista</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> violenciacierto era que Wilckens había viajado solo y en tranvía a cumplir con suacto. Eso sí, Dositeo lo esperaba en auto a Wilckens para que huyera<strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l atentado. Esta vez, el español Freijo Carballedo volverá apasar<strong>la</strong> mal pero —hombre <strong>de</strong> cabeza dura y aguantadora— no lepodían comprobar nada ni obtener <strong>de</strong> él ningún dato.Sobre <strong>la</strong> autoría <strong>de</strong> <strong>Severino</strong> y sus amigos, no hay dudas. <strong>El</strong> 3 <strong>de</strong>febrero <strong>de</strong> 1929 (dos días antes <strong>de</strong>l asalto) le había escrito a su amada100América, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su refugio en el Delta: “Mañana iré a Buenos Aires.Lástima no po<strong>de</strong>r verte. Pero, ¿cómo hacer? ¡Es un verda<strong>de</strong>ro problema, miquerida amiga!”. Y el día 8 (3 días <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l asalto), nuevamente en elDelta le escribe lo siguiente: “Estuve el día que te indiqué en <strong>la</strong> ciudad <strong>de</strong>nuestros sueños mágicos. Más <strong>de</strong> una vez he pasado a pocas cuadras <strong>de</strong> tu casita.Quería visitarte. Para darte un solo beso; aunque me hubiera contentadotambién con mirarte so<strong>la</strong>mente, imprimir tu fisonomía nuevamente en mispupi<strong>la</strong>s y llevarte así lejos, lejos, hasta mi nido solitario don<strong>de</strong> el gorjeo <strong>de</strong> mibel<strong>la</strong> golondrina nos alegra el inmenso ver<strong>de</strong>. En cambio, no te vi. Pasé por101Gaona a <strong>la</strong>s diez <strong>de</strong> <strong>la</strong> mañana y <strong>la</strong> feria no estaba entre Esperanza y SanNicolás. ¿Es que <strong>la</strong> han cambiado? Buscaba ver<strong>la</strong> a tu mamá y así arriesgar a queel ‘chouffer’ te fuera a l<strong>la</strong>mar. Pero, al no haber podido ver a tu ‘vieja’ noarriesgué nada. Quizá, una ocasión feliz me hubiera puesto contento, y una vezjunto a tu rubio malito no hubiera resistido a raptarte y a llevarte lejos, lejos...Pero, <strong>de</strong>bo reconocerlo otro <strong>de</strong>ber tenía que cumplir ese día. Deber <strong>de</strong> vida omuerte que <strong>de</strong>bía resolver con toda <strong>la</strong> energía <strong>de</strong> mi ser y que afortunadamentellevé a término en unión <strong>de</strong> otros valerosos amigos. Era una carrera veloz <strong>de</strong>bandidos <strong>de</strong> <strong>la</strong> sociedad. Hombres que al margen <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley <strong>de</strong>bían quebrar con supotencia el férreo cerco <strong>de</strong> <strong>la</strong> Dominación. ¡Vencimos... ! Y <strong>la</strong> victoria fue ganadapor nosotros con todos los resultados que se <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>n en <strong>la</strong>s cosas difíciles. Yo,mi<strong>la</strong>grosamente, me salvé está maldita carcasa. Hoy somos los nuevos hombresvenidos <strong>de</strong> una resurrección <strong>de</strong> vida. Temp<strong>la</strong>dos como el acero potente iremos alencuentro <strong>de</strong> nuevas victorias para afirmar nuestro <strong>de</strong>recho a <strong>la</strong> vida, a nuestrolibre vivir. Y así completar el ciclo <strong>de</strong> nuevas resurrecciones, hasta que <strong>la</strong>102existencia no sea estrangu<strong>la</strong>da, y entonces sí po<strong>de</strong>r enterrar a <strong>la</strong> materia”.Singu<strong>la</strong>r naturaleza <strong>la</strong> <strong>de</strong> este hombre. Se movía permanentementeen una emocionalidad entre lo heroico y lo romántico que se<strong>de</strong>sbordaba con generosidad por sobre los límites <strong>de</strong> lo ordinario, locomún, lo legal, el or<strong>de</strong>n constituido. Jamás podría haber entendido loque son impuestos, multas, reg<strong>la</strong>mentaciones, or<strong>de</strong>nanzas, patentes,leyes, propiedad. La sociedad afincada en esos principios se iba a<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r con uñas y dientes <strong>de</strong> este peligroso dogmático <strong>de</strong>l librealbedrío.