Severino-Di-Giovanni.-El-idealista-de-la-violencia%20(1)
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Severino Di Giovanni. El idealista de la violenciaVuelve la calma. No ha pasado nada. La guardia hasta se olvidaque ha dejado pasar a un desconocido vestido de negro.Apenas han pasado unos minutos cuando el empleado deguardia en las oficinas de la Mihanovich recibe un llamado telefónicoanónimo: “en la proa del Apipé acaban de poner una bomba”. El muchachollama a la policía. La proa es revisada prolijamente luego que se ordenaevacuar el buque. Nada. No se encuentra nada. Ha sido una broma.Pocos minutos después un nuevo llamado telefónico: “la bombaha sido colocada en la popa”. Incrédulo el empleado vuelve a llamar a lapolicía que, con desgano y por oficio —ya que todos creen que se trata deuna “tomadura de pelo”— revisa la popa. Pero ahora sí. Ahí está labomba, en la sentina contigua a la sala de máquinas. El lugar precisopara hacer saltar todo el buque. Inmediatamente se procede a inundar lasentina hasta treinta centímetros del suelo de manera que la bombaquede totalmente cubierta.La bomba estaba en una lata que el desconocido había llevadoevidentemente en la maleta. Por la banda de estribor había una escalerade gato: el hombre vestido de negro había huido por allí y tal vez —contoda seguridad, puede aseverarse— fue recogido por algún bote que seaproximó sin ser visto en esas circunstancias.“La Nación” de esa fecha dice lo siguiente: “El subcomisarioGaribotto de Orden Social retiró el bulto que había en la lata y que se hallabaenvuelto en arpillera y fuertemente atado con alambre y cuerdas. Luego procedióa desatar las ligaduras y quedó al descubierto una caja cúbica, de cobre, de 15centímetros de alto y un peso aproximado de 12 Kg. (El informe oficial delArsenal de Buenos Aires establece un peso de 29,440 Kg. para el casco yuna capacidad de 5.100 cm. cúbicos para el mismo). Dicha caja, en una desus caras tenía una tapa a tuercas y al desenroscarse ésta se vio un pequeñofrasco colocado boca abajo, tapado con un corcho que descansaba sobre una basede filamentos metálicos. Como en explosivos de esta naturaleza, el frascocontenía un ácido corrosivo que ya había destruido el corcho y sólo restaba hacerlo mismo con los filamentos metálicos para ponerse en contacto con los demáselementos que constituían la bomba y provocar la explosión cuyos efectoshubieran sido de proporciones incalculables dados el poder de destrucción deaquélla y los elementos que la componían. Sus efectos se hubieran hecho sentirno sólo en el Apipé, que hubiera sido destruido, sino también en lasembarcaciones de alrededor”. La bomba tenía dos kilos y medio de gelinita,pólvora y numerosos bulones y remaches. El revestimiento de broncetenía 3 centímetros de espesor lo que ofrecía una enorme resistencia a la
El anarquista, el amor, la mujerpotente carga que contenía. La explosión no ocurrió por cuestión de unminuto, o tal vez de segundos.El subcomisario Garibotto explicaría después que se trataba deuna bomba dificilísima de fabricar por los peligros que ofrece, ya que “enun noventa por ciento de los casos su explosión es imprevisible”. Además escasi intransportable por su peso. Y finalizó ante los periodistas: “hay unosolo en Buenos Aires que la puede haber fabricado y puesto en lugar donde lacolocó: Severino Di Giovanni”.Nunca quedó en claro si el fracaso del atentado se debió a ladelación de alguien que sabía de la acción o bien fue el mismo Severino—el cual siempre creyó en la eficacia de los artefactos que preparaba ygustó de complicar los atentados para que causaran más sensación—quien hizo llamar por teléfono para que, cuando la comisión policial seencontrara a bordo, se produjera la explosión y así conmover a laopinión y a los poderes públicos. Pero nuestra conversación con EliseoRodríguez —anarquista expropiador que conoció muy bien a JuanAntonio Morán y a Severino Di Giovanni— nos hace preferir la siguienteinterpretación: el atentado fue planeado para demostrar hasta quépunto eran capaces los anarquistas de burlar las prevenciones delgobierno y de los empresarios navales. Les bastaba eso y Morán hizohincapié para que se montara todo el espectáculo pero que el buque nosufriera daños porque hubiera significado una pérdida de fuente detrabajo para la tripulación. De cualquier manera, aunque la bomba noestalló, su amenaza dio resultados posteriormente, ya que Mihanovichse avino a un arreglo.Un día después de haber realizado esta epopeya increíble deterrorista, Severino Di Giovanni escribía a América:“Dulce esperanza mía: Te busqué, pensé en ti, tú eras el únicopensamiento que poseía. No te encontré. Tú —el sábado— estabas lejos de miborrasca. Tal vez reías —ignorante de mi dolor—, reías feliz de nuestro amor quedebía correr con las alegres alas de todas las más bellas alegrías. Pero yo no reía(pero pensaba en ti, eso sí), sufría en el tempestuoso nudo de los accidentes72cotidianos que coronan la existencia de todos los perseguidos”.En este párrafo se nota el desgarramiento que le producían lasacciones donde tenía que enfrentar la muerte.En la carta le dirá a América que ha ido a buscarla a la casa de suamiga Elena y de allí, a otros lugares, sin encontrarla. Su pasión amorosalo llevaba a arriesgarse a los lugares donde era más buscado, justamenteal día siguiente del atentado al Apipé. En la misma carta le cuenta a
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<strong>El</strong> anarquista, el amor, <strong>la</strong> mujerpotente carga que contenía. La explosión no ocurrió por cuestión <strong>de</strong> unminuto, o tal vez <strong>de</strong> segundos.<strong>El</strong> subcomisario Garibotto explicaría <strong>de</strong>spués que se trataba <strong>de</strong>una bomba dificilísima <strong>de</strong> fabricar por los peligros que ofrece, ya que “enun noventa por ciento <strong>de</strong> los casos su explosión es imprevisible”. A<strong>de</strong>más escasi intransportable por su peso. Y finalizó ante los periodistas: “hay unosolo en Buenos Aires que <strong>la</strong> pue<strong>de</strong> haber fabricado y puesto en lugar don<strong>de</strong> <strong>la</strong>colocó: <strong>Severino</strong> <strong>Di</strong> <strong>Giovanni</strong>”.Nunca quedó en c<strong>la</strong>ro si el fracaso <strong>de</strong>l atentado se <strong>de</strong>bió a <strong>la</strong><strong>de</strong><strong>la</strong>ción <strong>de</strong> alguien que sabía <strong>de</strong> <strong>la</strong> acción o bien fue el mismo <strong>Severino</strong>—el cual siempre creyó en <strong>la</strong> eficacia <strong>de</strong> los artefactos que preparaba ygustó <strong>de</strong> complicar los atentados para que causaran más sensación—quien hizo l<strong>la</strong>mar por teléfono para que, cuando <strong>la</strong> comisión policial seencontrara a bordo, se produjera <strong>la</strong> explosión y así conmover a <strong>la</strong>opinión y a los po<strong>de</strong>res públicos. Pero nuestra conversación con <strong>El</strong>iseoRodríguez —anarquista expropiador que conoció muy bien a JuanAntonio Morán y a <strong>Severino</strong> <strong>Di</strong> <strong>Giovanni</strong>— nos hace preferir <strong>la</strong> siguienteinterpretación: el atentado fue p<strong>la</strong>neado para <strong>de</strong>mostrar hasta quépunto eran capaces los anarquistas <strong>de</strong> bur<strong>la</strong>r <strong>la</strong>s prevenciones <strong>de</strong>lgobierno y <strong>de</strong> los empresarios navales. Les bastaba eso y Morán hizohincapié para que se montara todo el espectáculo pero que el buque nosufriera daños porque hubiera significado una pérdida <strong>de</strong> fuente <strong>de</strong>trabajo para <strong>la</strong> tripu<strong>la</strong>ción. De cualquier manera, aunque <strong>la</strong> bomba noestalló, su amenaza dio resultados posteriormente, ya que Mihanovichse avino a un arreglo.Un día <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber realizado esta epopeya increíble <strong>de</strong>terrorista, <strong>Severino</strong> <strong>Di</strong> <strong>Giovanni</strong> escribía a América:“Dulce esperanza mía: Te busqué, pensé en ti, tú eras el únicopensamiento que poseía. No te encontré. Tú —el sábado— estabas lejos <strong>de</strong> miborrasca. Tal vez reías —ignorante <strong>de</strong> mi dolor—, reías feliz <strong>de</strong> nuestro amor que<strong>de</strong>bía correr con <strong>la</strong>s alegres a<strong>la</strong>s <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s más bel<strong>la</strong>s alegrías. Pero yo no reía(pero pensaba en ti, eso sí), sufría en el tempestuoso nudo <strong>de</strong> los acci<strong>de</strong>ntes72cotidianos que coronan <strong>la</strong> existencia <strong>de</strong> todos los perseguidos”.En este párrafo se nota el <strong>de</strong>sgarramiento que le producían <strong>la</strong>sacciones don<strong>de</strong> tenía que enfrentar <strong>la</strong> muerte.En <strong>la</strong> carta le dirá a América que ha ido a buscar<strong>la</strong> a <strong>la</strong> casa <strong>de</strong> suamiga <strong>El</strong>ena y <strong>de</strong> allí, a otros lugares, sin encontrar<strong>la</strong>. Su pasión amorosalo llevaba a arriesgarse a los lugares don<strong>de</strong> era más buscado, justamenteal día siguiente <strong>de</strong>l atentado al Apipé. En <strong>la</strong> misma carta le cuenta a