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Bésame y vente conmigo - Universo Romance, el Portal

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de Álvaro, que había viajado con <strong>el</strong>los desde Madrid, no tuvotantos reparos y se acercó a saludar a un grupo de conocidos.Los funerales dan pie a mucho saludo y más chismorreo.Así, muchas miradas se centraron en los dos hombres solos,<strong>el</strong>egantes y con tan buena planta. Se notaba que eran de los quecuidaban su apariencia. Ambos tenían los ojos verdosos, comolos gatos pardos, herencia de algún antepasado común. Pero <strong>el</strong>cab<strong>el</strong>lo castaño cortado a navaja de Álvaro Siurana contrastabacon <strong>el</strong> estilo informal d<strong>el</strong> otro. Nicolás Román, rubio oscuronatural, lucía esas greñas descuidadas de diseño que cuestanuna fortuna. No fue <strong>el</strong> físico de ambos <strong>el</strong> único motivo de tantosojos curiosos. Tampoco era algo usual que un famoso se dejaracaer por <strong>el</strong> pueblo, y Nicolás Román era un cocinero de prestigiocon programa diario en una cadena privada de t<strong>el</strong>evisión.Como <strong>el</strong> difunto dejó por escrito que nada de discursos,con mucha solemnidad los músicos de una rondalla, ataviadoscon galas mañas, se fueron colocando en primera fila conla Chata de Calanda a la cabeza. Bandurria y laúd rasgaron <strong>el</strong>primer acorde, porque don José María quiso volar al más alláal son de una jota baturra.Mientras <strong>el</strong> chorro de voz de la Chata ponía los p<strong>el</strong>os depunta a todos los presentes, Álvaro buscó con la mirada a C<strong>el</strong>iaVega. La localizó al lado de su hermana, con <strong>el</strong>las estaba <strong>el</strong>abu<strong>el</strong>o, y sus padres también.Nicolás notó que su amigo —primo lejano, en realidad—miraba a C<strong>el</strong>ia muy fijo, sin pestañear siquiera. Los tres teníanmucho en común; entre otras cosas, eran los únicos ahijadosd<strong>el</strong> difunto don José María.—¿Por qué no ha venido en <strong>el</strong> coche con nosotros? —preguntóÁlvaro, con evidente resquemor, dado que C<strong>el</strong>ia tambiénvivía en Madrid.—Ha venido desde Cartagena con sus padres —le explicó suamigo—. Recuerda que los colegios llevan casi un mes de vacaciones.El argumento tenía su lógica, pero solo consiguió aumentar<strong>el</strong> enojo de Álvaro. Siempre habían sido inseparables los16

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