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Bésame y vente conmigo - Universo Romance, el Portal

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día meterse sus millones, su bodega y su viña, y la emprendióde regresó a Madrid sin despedirse siquiera.Sin Álvaro ni C<strong>el</strong>ia, Nico no quiso quedarse más tiemposolo en Inglaterra. Dejó la Culinary Arts Studio y decidió continuarsus estudios de cocina en la ciudad francesa de Burdeos.Ciudad en la que, curiosamente, vivía Max, un compañero d<strong>el</strong>equipo de futbol en <strong>el</strong> que Álvaro y él jugaban mientras estuvieronen Brighton, y que ampliaba estudios de Biotecnologíade los Alimentos en aqu<strong>el</strong>la universidad para completar suformación como enólogo.Pero sin que nadie supiese <strong>el</strong> porqué, Nico dejó Francia y regresóa España de la noche a la mañana. Para colmo, sus padresfallecieron ese mismo año con una diferencia de meses. A raízde <strong>el</strong>lo, Nico sufrió tal conmoción que, para no interferir en <strong>el</strong>matrimonio de su hermana mayor, decidió instalarse una temporadaen Tarabán con <strong>el</strong> padrino. Sin embargo, no encontróa su lado <strong>el</strong> cariño que necesitaba. Dos meses duró allí, porquedon José María lo echó a patadas de la Casa Grande <strong>el</strong> mismodía en que se atrevió a confesarle su homosexualidad.Cuando Julia tuvo noticia de lo ocurrido se puso hecha unbasilisco. Y anunció bien alto que aunque Nicolás había perdidoa su padre y a su madre, allí estaba su tía Julia María para defenderlo.Por segunda vez se pintó los labios con carmín de entrara matar, apremió al chofer para que sacara <strong>el</strong> coche d<strong>el</strong> garaje yrecorrió d<strong>el</strong> tirón la montonera de kilómetros que separan Madridde Tarabán. Esa vez aún fue más fiera, los gritos que le dio alpadrino se oyeron desde la plaza Mayor. Cuando le hubo dichohasta <strong>el</strong> mal d<strong>el</strong> que se tenía que morir, giró en redondo sin decirni adiós y regresó a Madrid, indignadísima pero satisfecha.Fue precisamente Nico quien repiqueteó con los nudillossobre <strong>el</strong> quicio de la puerta abierta y los sacó de aqu<strong>el</strong> paseopor los recuerdos.—¿Qué? ¿Comprobando la herencia? —dijo poniendo losbrazos en jarras.—Explicándole a C<strong>el</strong>ia las posibilidades eróticas de unacama tan alta. Está deseando que le toque en <strong>el</strong> testamento.28

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