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cuarto discurso contra lucio catilina - Frente de Afirmación Hispanista

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CICERON (106-43 a.C.)CUARTO DISCURSOCONTRA LUCIO CATILINA*(fragmento)Ahora, padres conscriptos, antes <strong>de</strong> volver al asunto, diréalgo <strong>de</strong> mí. Bien veo que me he granjeado tantos enemigoscuantos son los conjurados, y ya sabéis cuán crecido es su número;pero a todos les tengo por flacos, abyectos, viles y <strong>de</strong>spreciables.Mas si alguna vez su furor y maldad, excitados poralguien que valga más que ellos, prevaleciesen sobre vuestraautoridad y la <strong>de</strong> la República, no por ello me arrepentiré jamás,padres conscriptos, <strong>de</strong> mis actos y consejos. La muertecon que acaso me amenacen, dispuesta está para todos; perola gloria con que vuestros <strong>de</strong>cretos han honrado mi vida, ningunola alcanzó. Para otros <strong>de</strong>cretasteis gracias por haber servidoa la República; para mí, por haberla salvado. Hónrese alpreclaro Escipión, que con su genio y valor obligó a Aníbal asalir <strong>de</strong> Italia y volver a Africa; hónrese con gran<strong>de</strong>s alabanzasal Escipión el Africano, que <strong>de</strong>struyó dos ciuda<strong>de</strong>s muy enemigas<strong>de</strong> nuestro po<strong>de</strong>r, Cartago y Numancia. Téngase poregregio varón a L. Paulo, que honró su carro triunfal con lapresencia <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>roso y esclarecido rey Perseo. Sea eterna lagloria <strong>de</strong> Mario, que libró a Italia dos veces <strong>de</strong> la invasión <strong>de</strong>los bárbarosy <strong>de</strong>l miedo a la servidumbre. Antepóngase a todosellos Pompeyo, cuyas virtu<strong>de</strong>s y hazañas abarcan las regionesy los términos que el sol alumbra. Entre todas estasalabanzas, espacio quedará para nuestra gloria, a no ser que seestime mayor servicio <strong>de</strong>scubrir provincias por don<strong>de</strong> podamostransitar, que cuidar <strong>de</strong> que los ausentes tengan patriadon<strong>de</strong> volver"victoriosos. Sé que la victoria conseguida <strong>contra</strong>extranjeros es <strong>de</strong> mejor condición que la alcanzada en luchasintestinas, porque los extranjeros vencidos quedan en servidumbre,y si se les perdona, obligados por este beneficio; peroa los ciudadanos que, arrastrados por ciega <strong>de</strong>mencia, <strong>de</strong>claranalguna vez guerra a la patria, si se les impi<strong>de</strong> dañar a laRepública, ni les contiene la fuerza ni les aplacan los beneficios.Veo, pues, la guerra perpetua que habréis <strong>de</strong> sostener<strong>contra</strong> los malos ciudadanos: confío po<strong>de</strong>rla mantener, y ayudadopor vosotros y por todos los hombres <strong>de</strong> bien, con lamemoria <strong>de</strong> tantos peligros, memoria que permanecerá siempreen este pueblo por mí salvado y en el alma y <strong>discurso</strong>s <strong>de</strong>todos, espero alejada fácilmente <strong>de</strong> inÍ y <strong>de</strong> los míos. Porqueno habrá nunca fuerza capaz <strong>de</strong> romper vuestra unión con loscaballeros romanos, ni la conjura <strong>de</strong> los malos logrará quebrabrantary <strong>de</strong>struir la liga <strong>de</strong> todos los buenos.* Catilinarias. Editorial Porrúa, México, 1986.xxxXXXI


EL CALIFAABU BECRE (s. VII).ORACION A IEZID benABI SOFIAN ySU EJERCITO*Iezid" a tu cuidado confío la expedición <strong>de</strong> esta santa guerra,y te encargo el mando y acaudillamiento <strong>de</strong> nuestra gente:no la oprimas, ni trates con altanería ni aspereza; mira quetodos son Muslimes: entien<strong>de</strong> que van en tu compañía pru<strong>de</strong>ntesy esforzados caudillos, consúltalos en las ocasiones, nopresumas <strong>de</strong>masiado <strong>de</strong> tu parecer, aprovéchate <strong>de</strong> sus consejos,y cuida siempre <strong>de</strong> obrar sin precipitación, no ,como temerarioy sin juicio. Con todos has <strong>de</strong> ser justo, que quien nofuere justo y cabal, no prosperará.A las tropas dijo: cuanuo encontréis en la pelea a vuestrosenemigos, haced como buenos Muslimes, acordaos <strong>de</strong> ser digonos <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong> Ismael: en la or<strong>de</strong>nanza y disposición <strong>de</strong>las huestes, y en las batallas, seguid vuestras ban<strong>de</strong>ras, seguidy obe<strong>de</strong>ced a vuestros caudillos: no cedais ni volvais la espaldaa vuestros enemigos, pues peleais por la causa <strong>de</strong> Dios, noos lleven otros viles <strong>de</strong>seos: así nunca temais entrar en las peleas,ni os espante el excesivo número <strong>de</strong> los <strong>contra</strong>rios. SiDios os diere la victoria, no abuseis <strong>de</strong> vuestro vencimiento niensangrenteis vuestras espadas en los rendidos, ni en los ni.ños, ni en las mugeres y débiles ancianos: en las entradas ypaso por tierra <strong>de</strong> enemigos no hagais talas <strong>de</strong> árboles, ni <strong>de</strong>struyaissus palmas y frutales, ni estragueis ni quemeis sus cam.pos ni sus casas; y. <strong>de</strong> ellos y <strong>de</strong> sus ganados tomad cuanto osconvenga. No <strong>de</strong>struyais ninguna cosa sin necesidad, ocupadlas ciuda<strong>de</strong>s y fortalezas, y <strong>de</strong>struid aquellas que pue<strong>de</strong>n serasilo a vuestros <strong>contra</strong>rios. Tratad con piedad a los rendidos yhumillados, y así Dios usará con vosotros <strong>de</strong> su misericordia.Oprimid a los soberbios y rebel<strong>de</strong>s, y a los que sean pérfidos avuestras condiciones. No' haya falsía ni doblez en vuestrosconvenios y tratos con los enemigos, y siempre .seáis con todosfieles, leales y nobles; y mantened constantes vUestra palabray prometimiento. No tur'beis la quietud <strong>de</strong>. los mongesy solitarios, ni <strong>de</strong>struyais sus moradas; pero tratad con rigor<strong>de</strong> muerte a los enemigos que resistan armados las condicionesque les impongamos.* Historia <strong>de</strong> la dominación <strong>de</strong> los árabes en España, por José Antonio Con<strong>de</strong>,imprenta que fue <strong>de</strong> Garc(a, Madrid, 1820.XXXIIXXXIII


CORTES (1485-1547)ORACIONANTE SU EJERCITODERROTADO *Yo, señores, haría lo que me rogáis y mandáis, si os cumpliese,porque no hay ninguno <strong>de</strong> vosotros, cuanto más todosjuntos, por quien no ponga mi hacienda y vida si lo há menester,pues a ello me obligan cosas que, si no soy ingrato, jamáslas olvidaré. Y no penséis que no haciendo esto que ahincadamentepedís, disminuyo o <strong>de</strong>sprecio vuestra autoridad, puesmuy cierto es que con hacer al <strong>contra</strong>rio la engran<strong>de</strong>zco y ledoy mayor reputación; porque yéndonos se acabaría y quedando,no sólo se conserva, mas se acrecienta. ¿Qué nación<strong>de</strong> las que mandaron el mundo no fue vencida alguna vez?¿Qué capitán, <strong>de</strong> los famosos digo,.se volvió a su casa porqueperdiese una batalla o le echasen <strong>de</strong> algún lugar? Ninguno ciertamente;que si no perseverara, no saliera vencedor ni triunfara.El que se retira, huyendo parece que va, y todos le chiflany persiguen; al que hace rostro, muestra ánimo y está quedo,todos le favorecen o temen. Si nos salimos <strong>de</strong> aquí pensaránestos nuestros amigos que <strong>de</strong> cobar<strong>de</strong>s lo hacemos, y no que.rrán más nuestra amistad; y nuestros enemigos, que <strong>de</strong> me-* Historia <strong>de</strong> la Conquista <strong>de</strong> México. Francisco López <strong>de</strong> Gómara. Editorial PedroRobredo México 1943.drosos; y así, no nos temerán, que sería harto menoscabo <strong>de</strong>nuestra estimación. ¿Hay algunos <strong>de</strong> nosotros que no tuviesepor afrenta si le dijesen que huyó? Pues cuantos más somostanta mayor vergüenza sería. Maravíllome <strong>de</strong> la gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong>vuestro invencible corazón en batallar, que soléis ser codiciosos<strong>de</strong> guerra cuando no la tenéis, y bulliciosos teniéndola; yahora que se os ofrece tal y tan justa y tan loable, la rehusáisy teméis; cosa muy ajena <strong>de</strong> españoles y muy fuera <strong>de</strong> vuestracondición. ¿Por ventura la <strong>de</strong>jáis porque a ella os llama y convidaquien mucho blasona <strong>de</strong>l arnés y nunca se le viste? Nuncahasta aquí se vio en estas Indias y Nuevo Mundo, que españolesatrás, un pie tornasen por miedo, ni aun por hambre niheridas que tuviesen, y ¿queréis que digan: "Cortés y los suyosse tornaron estando seguros, hartos y sin peligro?" NuncaDios tal permita. Las guerras mucho consisten en la fama; pues¿qué mayor que estar aquí en Tlaxcallan, a <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> vuestrosenemigos, y publicando guerra <strong>contra</strong> ellos, y que no osenvenir a enojaros? Por don<strong>de</strong> podéis conocer cómo estáis aquímás seguros y fuertes que fuera <strong>de</strong> aquí. Por manera que enTlaxcallan tenéis seguridad, fortaleza y honra; y sin esto, todobuen aparejo <strong>de</strong> medicinas necesarias y convenientes avuestra cura y salud, y otros muchos regalos con que cada díavais <strong>de</strong> mejoría, que callo, y que don<strong>de</strong> nacisteis no los tendríaistales. Yo llamaré a los <strong>de</strong> Coazacoalco y Almería, y asíseremos muchos españoles; y aunque no viniesen, somos hartos;que menos éramos cuando por esta tierra entramos, yningún amigo teníamos: y como bien sabéis, no pelea el número,sino el ánimo; no vencen los muchos, sino los valientes.y yo he 'visto que uno <strong>de</strong> esta compañía ha <strong>de</strong>sbaratado unejército entero como hizo Jonatás, y muchos, que cada unopor sí ha vencido mil y diez mil indios, según David <strong>contra</strong>los filisteos. Caballos presto me vendrá:} <strong>de</strong> las islas; armas yartillería luego traeremos <strong>de</strong> la Veracruz, que hay harta y estácerca. De las vituallas per<strong>de</strong>d temor y cuidado, que yo proveeréabundantísimamente; cuanto más que siempre siguen ellasal vencedor y que señorea el campo, como haremos nosotrosXXXIVXXXV


con los caballos. Por los <strong>de</strong> esta ciudad, yo soy fiador que ossean leales, buenos y perpetuos amigos, que así me lo prometeny juran. Y si otra cosa quisiesen, ¿cuándo mejor tiempotendrán que han tenido estos días, que yacíamos dolientes ensus camas y propias casas, solos, mancos y, como <strong>de</strong>cís, podridos;los cuales no solamente os ayudarán como amigos, emperotambién os servirán como criados, que más quieren servuestros esclavos que súbditos <strong>de</strong> los mexicas: tanto odio lestienen, y a vosotros tanto amor? Y porque veáis ser estQ y todolo que dicho tengo, así quiero probados y probaros <strong>contra</strong>los <strong>de</strong> Tepeacac, que mataron los otros días doce españoles;y si mal nos sucediere la ida, haré lo que pedís; y si bien,haréis lo que os ruego.JUANA IN ESDE ASBAJE (1651-95)RESPUESTA ASOR FILOTEA *(fragmento)En esto sí confieso que ha sido inexplicable mi trabajo; yasí no puedo <strong>de</strong>cir lo que con envidia oigo a otros: que no lesha costado afán el saber. ¡Dichosos ellos! A mí, no el saber(que aún no sé), sólo el <strong>de</strong>sear saber me le ha costado tangran<strong>de</strong> que pudiera <strong>de</strong>cir con mi Padre San Jerónimo (aunqueno con su aprovechamiento): Quid ibi laboris insumpserim,quid sustinuerim difficultatÍ;S, quoties <strong>de</strong>speraverim, quoties.que cessaverim et contentione discendi rursus inceperim, tesotis est conscientia, tam mea, qui passus sum, quam eorum quimecum duxrunt vitam. Menos los comp~ñeros y testigos (queaun <strong>de</strong> ese alivio he carecido), lo <strong>de</strong>más bien puedo asegurarcon verdad. ¡Y que haya sido tal esta mi negra inclinación,que todo lo haya vencido!Solía suce<strong>de</strong>rme que, como eritre otros beneficios, <strong>de</strong>bo aDios un natural blando y tan afable y las religiosas me amanmucho por él (sin reparar, como buenas, en mis faltas) y conesto gustan mucho <strong>de</strong> mi compañía, conociendo esto y movida<strong>de</strong>l gran<strong>de</strong> amor que las tengo, con mayor motivo que ellasa mí, gusto más <strong>de</strong> la suya: así, me solía ir los ratos que a unas* Obras Completas. Fondo <strong>de</strong> Cultura Económica.XXXVIXXXVII


y a otras nos sobraban, a consolarlas'Y recrearme con su conversación.Reparé que en este tiempo hacía falta a mi estudio,y hacía voto <strong>de</strong> no entrar en celda alguna si no me obligase aello la obediencia o la caridad: porque, sin este freno tan duro,al <strong>de</strong> sólo propósito le rompiera el amor; y este voto (conociendomi fragilidad) le hacía por un mes o por quincedías; y dando cuando se c.umplía, un día o dos <strong>de</strong> treguas, lovolvía 'a renovar, sirviendo este' día, no tanto a mi <strong>de</strong>scanso(pues nunca lo ha sido para mí el no estudiar) cuanto a queno me tuviesen por áspera, retirada e ingrata al no merecidocariño,<strong>de</strong>mis carísimashermanas. .Bien se <strong>de</strong>ja en esto conocer cuál es la fuerza <strong>de</strong> mi inclinación.Bendito sea Dios que quiso fuese hacia las letras y nohacia otro vicio, que fuera en mi casi insuperable; y bien seinfiere también cuán <strong>contra</strong> la corriente han navegado (o pormejor <strong>de</strong>cir, han naufragado) mis pobres estudios. Pues aúnfalta por referir lo más arduo <strong>de</strong> las dificulta<strong>de</strong>s; que las <strong>de</strong>hasta aquí sólo han sido estorbos obligatorios y casuales, queindirectamente lo son; y faltan los positivos que directamentehan tirado a estorbar y prohibir el ejercicio. ¿Quién no creerá,viendo tan generales aplausos, que he navegado viento enpopa y mar en leche, sobre las palmas <strong>de</strong> las aclamaciones comunes?Pues Dios sabe que no ha sido muy así, porque entrelas flores <strong>de</strong> esas mismas aclamaciones se han levantado y <strong>de</strong>spertadotales áspi<strong>de</strong>s <strong>de</strong> emulaciones y persecuciones, cuantasno podré contar, y los que más nocivos y sensibles para míhan sido, no son aquéllos que con <strong>de</strong>clarado odio y malevolenciame han perseguido, sino los que amándome y <strong>de</strong>seando mibien (y por ventura, mereciendo mucho con Dios por la buenaintención), me han mortificado y atormentado más quelos otros, con aquel: No conviene a la santa ignorancia que <strong>de</strong>ben,este estudio; se ha <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r, se ha <strong>de</strong> <strong>de</strong>svanecer en tantaaltura con su misma perspicacia y agu<strong>de</strong>za. ¿Qué me habrácostado resistir esto? ¡Rara especie <strong>de</strong> martirio don<strong>de</strong> yoera el mártir y me era el verdugo!Pues por la --en mi dos veces infeliz- habilidad <strong>de</strong> hacerversos, aunque fuesen sagrados, ¿qué pesadumbres no me handado o cuáles no me han <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> dar? Cierto, señora mía,que algunas veces me pongo a consi<strong>de</strong>rar que el que se señala-o le señala Dios, que es quien sólo lo pue<strong>de</strong> hacer- es recibidocomo enemigo común, porque parece a algunos que usur.pa los aplausos que ellos merecen o que hace estanque <strong>de</strong> lasadmiraciones a que aspiraban, y así le persiguen.Aquella ley políticamente bárbara <strong>de</strong> Atenas, por la cualsalía <strong>de</strong>sterrado <strong>de</strong> su república el que se señalaba en prendasy virtu<strong>de</strong>s porque no tiranizase con ellas la libertad pública,todavía dura, todavía se observa en nuestros tiempos, aunqueno hay ya aquel motivo <strong>de</strong> los atenienses; pero hay otro, nomenos eficaz aunque no tan bien fundado, pues parece máxima<strong>de</strong>l impío Maquiavelo: que es aborrecer al que se señalaporque <strong>de</strong>sluce a otros. Así suce<strong>de</strong> y así sucedió siempre.y si no, ¿cuál fue la causa <strong>de</strong> aquel rabioso odio <strong>de</strong> los fariseos<strong>contra</strong> Cristo, habiendo tantas razones para lo <strong>contra</strong>rio?Porque si miramos su presencia, ¿cual prenda más amable queaquella divina hermosura? ¿Cuál más po<strong>de</strong>rosa para arrebatarlos corazones? Si cualquiera belleza humana tiene jurisdicciónsobre los albedríos y con blanda y apetecida violencia los sabesujetar, ¿qué haría aquélla con tantas prerrogativas y ,dotessoberanos? ¿Qué haría, qué movería y qué no haría y qué nomovería aquella incomprensible beldad, por cuyo hermosorostro, como por un terso cristal, se estaban transparentandolos rayos <strong>de</strong> la Divinidad? ¿Qué no movería aquel semblante,que sobre incomparables perfecciones en lo humano, señalabailuminaciones <strong>de</strong> divino? Si el <strong>de</strong> Moisés, <strong>de</strong> sólo la conversacióncon Dios, era intolerable a la flaqueza <strong>de</strong> la vista humana,¿qué sería el <strong>de</strong>l mismo Dios humanado? Pues si vamos alas <strong>de</strong>más prendas, ¿cuál más amable que aquella celestial mo<strong>de</strong>stia,que aquella suavidad y blandura <strong>de</strong>rramando misericordiasen todos sus movimientos, aquella profunda humildady mansedumbre, aquellas palabras <strong>de</strong> vida eterna y eterna sa-XXXVIIIXXXIX


iduría? Pues ¿cómo es posible que esto no les arrebatara lasalmas, que no fuesen enamorados y elevados tras él?Dice la Santa Madre y madre mía Teresa, que <strong>de</strong>spués quevio la hermosura <strong>de</strong> Cristo quedó libre <strong>de</strong> po<strong>de</strong>rse inclinar acriatura alguna, porque ninguna cosa veía que no fuese feal.dad, comparada con aquella hermosura. Pues ¿cómo en loshombres hizo tan <strong>contra</strong>rios efectos? Y ya que como toscos yviles no tuvieran conocimiento ni estimación <strong>de</strong> sus perfecciones,siquiera como interesables ¿no les moviera sus propiasconveniencias y utilida<strong>de</strong>s en tantos beneficios como les hacía,sanando los enfermos, resucitando los muertos, curandolos en<strong>de</strong>moniados? Pues ¿cómo no le amaban? ¡Ay Dios, quepor eso mismo no le amaban, por eso mismo le aborrecían!Así lo testificaron ellos mismos.EMILIO CASTELAR (1832-99)ELOGIO-DE LA LENGUAESPANOLA *Pero sobre todas nuestras creaciones se levanta fa creaciónpor excelencia <strong>de</strong>l ingenio español, se levanta nuestra lengua.De varias y entrelazadas raíces; <strong>de</strong> múltiples y acor<strong>de</strong>s sonidos;<strong>de</strong> onomatopeyas tan músicas q.ueabren el sentir a la adivinación<strong>de</strong> las palabras antes <strong>de</strong> saberlas; dulces como la melodíamás suave y retumbante como el trueno más atronador;enfática hasta el punto <strong>de</strong> que sólo en ella pue<strong>de</strong> hablarse dignamente<strong>de</strong> las cosas sobrenaturales y familiar hasta el punto<strong>de</strong> que ninguna otra le ha sacado ventaja en lo gracioso y enlo picaresco; tan proporcionada en la distribución <strong>de</strong> las vocalesy <strong>de</strong> las consonantes, que no ha menester ni los ahuecamientos<strong>de</strong> voz exigidos por ciertos pueblos <strong>de</strong>l Mediodía, nilos redobles <strong>de</strong> pronunciación exigidos a los labios y a losdientes <strong>de</strong>l Norte; libre en su sintaxis <strong>de</strong> tantas combinacionesque cada autor pue<strong>de</strong> procurarse un estilo propio y originalsin daño <strong>de</strong>l conjunto; única en su formación, pues sobreel fondo latino y las ramificaciones celtas e iberas ha puestoel germano algunas <strong>de</strong> sus voces, el griego alguno <strong>de</strong> sus esmaltesy el hebreo y el árabe tales alicatados y guirnaldas, que· Del <strong>discurso</strong> <strong>de</strong> ingreso en la Real Aca<strong>de</strong>mia Española, 25 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1880.XLXLI


la hacen sin duda alguna la lengua más propia, tanto para lonatural como para lo religioso; la lengua que más se presta alos varios tonos y matices <strong>de</strong> la elocuencia mo<strong>de</strong>rna; la lenguaque posee mayor copia <strong>de</strong> palabras con que respon<strong>de</strong>r a la copia<strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as; verbo <strong>de</strong> un espíritu, que si ha resplan<strong>de</strong>cidoen lo pasado, resplan<strong>de</strong>cerá con luz más clara en lo por venir,puesto que no sólo tendrá este territorio y estas nuestras gentes,sino allen<strong>de</strong> <strong>de</strong> los mares territorios vastísimos y puebloslibres e in<strong>de</strong>pendientes, unidos con nosotros así por la&afinida<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la sangre y <strong>de</strong> la raza, como por las más íntimas ymás espirituales <strong>de</strong>l habla y <strong>de</strong>l pensamiento humano.JOSE ORTEGA YGASSET (1883-1955)¿QUIEN MANDAEN EL MUNDO?*"Tener glorias comunes en el pasado, una voluntad comúnen el presente; haber hecho juntos gran<strong>de</strong>s cosas, querer hacerotras más; he aquí las condiciones esenciales para ser un pueblo... En el pasado, una herencia <strong>de</strong> glorias y remordimientos;en el porvenir, un mismo programa que realizar. . . Laexistencia <strong>de</strong> una nación es un plebiscito cotidiano".Tal es la conocidísima sentencia <strong>de</strong> Renán. ¿Cómo se explicasu excepcional fortuna? Sin duda, por la gracia <strong>de</strong> la coletilla.Esa i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que la nación consiste en un plebiscito cotidianoopera sobre nosotros como una liberación. Sangre, lenguay pasado comunes son principios estáticos, fatales, rígi.dos, inertes: son prisiones. Si la nación consistiese en eso y ennada más, la nación sería una cosa situada a nuestra espalda,con lo cual no tendríamos nada que hacer. La nación sería algoque se es, pero no algo que se hace. Ni siquiera tendría sentido<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rla cuando alguien la ataca.Quiérase o no, la vida humana es constante ocupación conalgo futuro. Des<strong>de</strong> el instante actual nos ocupamos <strong>de</strong>l quesobreviene. Por eso vivir es siempre, siempre, sin pausa ni <strong>de</strong>s-* La Rebelión <strong>de</strong> las Masas. Espasr..Calpe. 1966.XLIIXLIII


canso, hacer. ¿Por qu~ no se ha reparado -en que hacer, todohacer, significa realizar un futuro? Inclusive cuando nos entregamosa recordar. Hacemos memoria en este segundo paralograr algo en. el inmediato, aunque no sea más que el placer<strong>de</strong> revivir el pasado. Este mo<strong>de</strong>sto placer solitario se nos presentóhace un momento como un futuro <strong>de</strong>seable; por eso lohacemos. Conste, pues: nada tiene sentido para el hombre sinoen función <strong>de</strong>l porvenir.Si la nación consistiese no más que en pasado y presente,nadie se ocuparía <strong>de</strong> <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rla <strong>contra</strong> un ataque. Los queafirma~ lo <strong>contra</strong>rio son hipócritas o mentecatos. Mas acaeceque el pasado nacional proyecta alicientes -reales o imaginarios-en el futuro. Nos parece <strong>de</strong>searle un porvenir en el cualnuestra nación continúe existiendo. Por eso nos movilizamosen su <strong>de</strong>fensa; no por la sangre, ni el idioma, ni el común pasado.Al <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r la nación <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>mos nuestro mañana, nonuestro ayer.Esto es lo que reverbera en la frase <strong>de</strong> Renán: la nación comoexcelente programa para mañana. El plebiscito <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> unfuturo. Que en este caso el futuro consista en una perduración<strong>de</strong>l pasado no modifica lo más mínimo la cuestión; únicamenterevela que también la <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> R~nán es arcaizante.Por lo tanto, el Estado nacional representaría un principioestatal más próximo a la pura i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Estado que la antiguapolis o que la "tribu" <strong>de</strong> los árabes; circunscrita por la sangre.De hecho, la i<strong>de</strong>a nacional conserva no poco lastre <strong>de</strong> adscripciónal pasado, al territorio, a la raza; mas por lo mismo essorpren<strong>de</strong>nte notar cómo en ella triunfa siempre el puro principio<strong>de</strong> unificación humana en torno a un incitante programa<strong>de</strong> vida. Es más: yo diría que ese lastre <strong>de</strong> pretérito y esarelativa limitación <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> principios materiales no han sidoni son por completo espontáneos en las almas <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte,sino que proce<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la interpretación erudita dada por el romanticismoa la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> nación. De haber existido en la EdadMedia ese concepto diecinuevesco <strong>de</strong> nacionalidad, Inglaterra,Francia, España, Alemania, habrían quedado nonatas. Porqueesa interpretación confun<strong>de</strong> lo .que impulsa y constituye auna nación con lo que meramente la consolida y conserva. Noes el patriotismo -dígase <strong>de</strong> una vez- el que ha hecho las naciones.Creer lo <strong>contra</strong>rio es la ge<strong>de</strong>onada a que ya he aludidoy que el propio Renán admite en su famosa <strong>de</strong>finición. Si paraque, exista una nación es preciso que un grupo <strong>de</strong> hombrescuente con un pasado común, yo me pregunto cómo llamaremosa ese mismo grupo <strong>de</strong> hombres mientras vivía en presenteeso que visto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hoyes un pasado. Por lo visto era forzosoque esa existencia común feneciese, pasase, para que pudiesen<strong>de</strong>cir, somos una nación. ¿No se advierte aquí el viciogremial <strong>de</strong>l filólogo, <strong>de</strong>l archivero, su óptica profesional quele impi<strong>de</strong> ver la realidad cuando no es pretérita? El filólogo esquien necesita para ser filólogo que ante todo exista un pasado;pero la nación, antes <strong>de</strong> poseer un pasado común, tuvoque crear esta comunidad, y antes <strong>de</strong> crearla tuvo que soñarla,que quererla, que proyectarla. Y basta que tenga el proyecto<strong>de</strong> sí misma para que la nación exista, aunque no se logre,aunque fracase la ejecución, como ha pasado tantas veces.Hablaríamos en tal caso <strong>de</strong> una nación malograda (porejemplo, Borgoña).Con los pueblos <strong>de</strong> Centro y Sudamérica tiene España unpasado común, raza común, lenguaje común, y, sin embargo,no forma con ellos una nación. ¿Por qué? Falta sólo una cosaque, por lo visto, es la esencial: el futuro común. España nosupo inventar un pro~ama <strong>de</strong> porvenir colectivo que atrajesea esos grupos zoológicamente afines. El plebiscito t:uturistafue adverso a España, y nada valieron entonces los archivos,las memorias, los antepasados, la "patria". Cuando hay aquello,todo esto sirve como fuerzas <strong>de</strong> consolidación; pero nadamás.Veo, pues, en el Estado nacional una estructura histórica<strong>de</strong> carácter plebiscitario. Todo lo que a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> eso parezcaser, tiene un valor transitorio y cambiante, representa el con-XLIVXLV


tenido o la forma, o la consolidación que en cada momentorequiere el plebiscito. Renán encontró la mágica palabra, querevienta <strong>de</strong> luz. Ella nos permite vislumbrar catódicamente elentresijo esencial <strong>de</strong> una nación, que se compone <strong>de</strong> estos dos:ngredientes: primero, un proyecto <strong>de</strong> convivencia total enuna empresa común; segundo, la adhesión <strong>de</strong> los hombres aese proyecto incitativo. Esta adhesión <strong>de</strong> todos engendra lainterna soli<strong>de</strong>z que distingue al Estado nacional <strong>de</strong> todos losantiguos, en los cuales la unión se produce y mantiene porpresión externa <strong>de</strong>l Estado sobre los grupos dispares, en tantoque aquí nace el vigor estatal <strong>de</strong> la cohesión espontánea yprofunda entre los "súbditos". En realidad los súbditos sonya el Estado, y no lo pue<strong>de</strong>n sentir esto es lo nuevo, lo maravilloso,<strong>de</strong> la nacionalidad como algo extraño a ellos.Y, sin embargo, Renán anula o poco menos su acierto, dandoal plebiscito un contenido retrospectivo que se refiere auna nación ya hecha, cuya perpetuación <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>. Yo preferiríacambiarle el signo y hacerle valér para la nación in statu nascendi.Esta es la óptica <strong>de</strong>cisiva. Porque, en verdad, una naciónno está nunca hecha. En esto se diferencia <strong>de</strong> otros tipos<strong>de</strong> Estado. La nación está 'siempre o haciéndose o <strong>de</strong>shaciéndose.Tertiumnon datur. O está ganando adhesiones o las estáperdiendo, según que su Estado represente o no a la fechauna empresa vivaz.Por eso lo más instructivo fuera reconstruir la serie <strong>de</strong> empresasunitivas que sucesivamente han inflamado a los gruposhumanos <strong>de</strong>. Occi<strong>de</strong>nte. Entonces se vería cómo <strong>de</strong> ellas hanvivido los europeos, no sólo en lo público, sino hasta en suexistencia más privada; cómo se han "entrenado" o se han<strong>de</strong>smoralizado, según que hubiese o no empresa a la vista.Otra cosa mostraría claramente ese estudio: las empresasestatales <strong>de</strong> los antiguos, por lo mismo que no implicaban laadhesión <strong>de</strong> los grupos humanos sobre que se intentaban, por10 mismo que el Estado propIamente tal quedaba siempre inscritoen una limitación fatal tribu o urbe , eran prácticamenteilimitadas. Un pueblo -elpersa, el macedón o el romanopodían someter a unidad <strong>de</strong> soberanía cualesquiera porciones<strong>de</strong>l planeta. Como la unidad no era auténtica, interna ni <strong>de</strong>finitiva,no estaba sujeta a otras condiciones que a la eficaciabélica y administrativa <strong>de</strong>l conquistador. Mas en Occi<strong>de</strong>nte launificación nacional ha tenido que seguir una serie inexorable<strong>de</strong> etapas. Debiera éxtrañarnos más el hecho <strong>de</strong> que en Europano haya sido posible ningún imperio <strong>de</strong>l tamaño que alcanzaronel persa, el <strong>de</strong> Alejandro o el <strong>de</strong> Augusto.El proceso creador <strong>de</strong> naciones ha llevado siempr~ en Europaeste ritmo: Primer momento. El peculiar instinto occi<strong>de</strong>ntal,que hace sentir el Estado como fusión <strong>de</strong> varios pueblosen una unidad <strong>de</strong> convivencia política y moral, comienza aactuar sobre los grupos más próximos geográfica, étnica y lingüísticamente.No porque esta proximidad fun<strong>de</strong> la nación,sino porque la diversidad entre próximos es más fácil <strong>de</strong> dominar.Segundo momento. Período <strong>de</strong> consolidación, en quese siente a los otros pueblos más allí <strong>de</strong>l nuevo Estado comoextraños y más o menos enemigos. Es el período en que elproceso nacional toma un aspecto <strong>de</strong> exclusivismo, <strong>de</strong> cerrarsehacia <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l Estado; en suma, lo que hoy llamamos nacionalismo.Pero el hecho es que mientras se siente políticamentea los otros como extraños y contrincantes, se conviveeconómica, intelectual y moralmente con ellos. Las guerrasnacionalistas sirven para nivelar las diferencias <strong>de</strong> técnica y <strong>de</strong>espíritu. Los enemigos habituales se van haciendo históricamentehomogéneus. Poco a poco se va <strong>de</strong>stacando en el horizontela conciencia <strong>de</strong> que esos pueblos enemigos pertenecenal mismo círculo humano que el Estado nuestro. No obstante,se les sigue consi<strong>de</strong>rando como extraños y hostiles. Tercermomento. El Estado goza <strong>de</strong> plena consolidación. Entoncessurge la nueva empresa: unirse a los pueblos que hasta ayereran sus enemigos. Crece la convicción <strong>de</strong> que son afines conel nuestro en moral e intereses, y que juntos formamos uncírculo nacional frente a otros grupos más distantes y aúnmás extranjeros. He aquí madura la nueva i<strong>de</strong>a nacional.XLVIXLVII


Un ejemplo esclarecerá lo que intento <strong>de</strong>cir. Suele afirmarseque en tiempos <strong>de</strong>l Cid era ya España -Spania- una i<strong>de</strong>anacional, y para superfetar la tesis se aña<strong>de</strong> que siglos antesya San Isidro hablaba <strong>de</strong> la "madre España". A mi juicio, esesto un error craso <strong>de</strong> perspectiva histórica. En tiempos <strong>de</strong>lCid se estaba empezando a urdir el Estado León-Castilla, y estaunidad leonesacastellana era la i<strong>de</strong>a nacional <strong>de</strong>l tiempo, lai<strong>de</strong>a políticamente eficaz. Spania, en cambio, era una i<strong>de</strong>aprincipalmente erudita; en todo caso una <strong>de</strong> tantas i<strong>de</strong>as fecundasque <strong>de</strong>jó sembradas en Occi<strong>de</strong>nte el Imperio romano.Los "españoles" se habían acostumbrado a ser reunidos porRoma en una unidad administrativa, en una diócesis <strong>de</strong>l BajoImperio. Pero esta noción geográficoadministrativa era purarecepclón, no íntima inspiración, y en modo alguno aspiración.Por mucha realidad que se quiera dar a esa i<strong>de</strong>a en el sigloXI, se reconocerá que no llega siquiera al vigor y precisiónque tiene ya para los griegos <strong>de</strong>l IV la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la Héla<strong>de</strong>. Y,sin embargo, la Héla<strong>de</strong> no fue nunca verda<strong>de</strong>ra i<strong>de</strong>a nacional.La efectiva correspon<strong>de</strong>ncia histórica sería más bien ésta: Héla<strong>de</strong>fue para los griegos <strong>de</strong>l siglo IV, y Spania para los "españoles"<strong>de</strong>l XI y aun <strong>de</strong>l XIV, lo que Europa fue para los "europeos"en el siglo XIX.Muestra esto cómo las empresas <strong>de</strong> unidad nacional van llegandoa su hora <strong>de</strong>l modo que los sones en una melodía. Lamera afinidad <strong>de</strong> ayer tendrá que esperar hasta mañana paraentrar en erupción <strong>de</strong> inspiraciones nacionales. Pero, en cambio,es casi seguro que le llegará su hora.Ahora llega para los europeos la sazón en que Europa pue<strong>de</strong>convertirse en i<strong>de</strong>a nacional. Y es mucho menos utópicocreerlo hoy así que lo hubiera sido vaticinar en el siglo XI launidad <strong>de</strong> España y <strong>de</strong> Francia. El Estado nacional <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte,cuanto más fiel permanezca a su auténtica sustancia,más <strong>de</strong>recho va a <strong>de</strong>purarse en un gigantesco Estado continental.*XLVIII

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