Paso al complicado problema de los limites o fronteras de esta épocaque krmina precisamente cuando se inicia el Renacimiento, el que por con-:;iguicnte entra ya dentro de los predios de la modernidad.<strong>El</strong> problema no es tan sencilo como a primera vista nos parece. ApemISnos tomamos el trabajo de seguir con algún detalle un hecho históriconos damos cuenta, enseguida iiue está intimamentc relacionado con los hee/losantecedentes y subseciicntes. Tenemos, pues, que toda parcelaciónIToiiolÓgica en la historia es arbitraria.Pero volvamos a los humanistas que analizaron el problema. <strong>El</strong> pri.mero en establecer un límite entre la historia medioeval y la historia nova,fue Cristóbal Cellarius al poner como fecha de separación el año de 1453,ion la toma de Constantinopla (por los turcos). Desde ese entonces se ha~astado mucha tinta y niucho papel para proponer un sinnúmero de feehaslimites para la separaciÓn tajante de ambos mundos. Quizá el punto devista más correcto sea el de Henri Pirenne en nuestros dias, cuando señalad siglo XV como comienzos de la Edad Moderna, no qu.iriendo decir elloque atisbos de modernidad existieron a lo largo de toda la Edad Media y'iue precisamente fue la que lenta, pero firmemente, preparó los tiemposIlodernos.Tanto la Edad Media como la Edad Moderna trabajaroii eon la herenciade la antigüedad para edificar sobre ella su propia modernidad, y pordio es medioeval el H.enaeirniento eorno es renacentista la Edad Media.Traigo a colación una prueba entre muchas que me parece oportuna y quizásdemasiado eomún; el caso de Petrarca. (Nació en 1::04 y murió en~:\74). Cometeré la perogrullada necesaria al recalcar ahora que el siglo\IV es Edad Media todavía y, sin embargo, el poeta italiano tiene todaslas características del hombre moderno, no sólo por su bihlioteca de clá-~ii:os grecolatinos donde acostumbraba a tener coloquios Íntimos con Virgilio,sino también por usos y costumbres de un hombre de hoy.Tal modernidad hay en Petrarca que Mayer, en su "Historia del pen.samiento político", llega a mirar el principio del Renacimiento en el ascensodel poeta al monte Ventoux donde contempla, desde las alturas, el mundocircundante Wl contraposición precisamente del hombre gótico que teníatorno mundo de perspectivas su propía intimidad.Pero apesar de ser Petrarca no un precursor, sino un iniciador del Renacimiento,como también lo fueron el Dante, BocacÓo y tantos hombresilustres que sería ahora largo enumerar, nos llevan a la conelusión que historiadoresde primera línea en nuestros días han llegado a formular comoel danés Norstrom, el alemán Thode y el español Menéndez Pidal, que elHenacimiento vino a ser la culminación de la Edad Media. Tesis contrapuestaa lo que Burckhandt había planteado en su magistral "Historia delLOTLRIA PAGINA 67
Renacimiento lLaliano", que ViO surgir este esplenderoso movimiento comoun florecer milagroso sin ligaduras con el pasado inedioeval.Concluyendo con este punto podemos decir que f' mundo medioevaly el mundo moderno se dan la mano a través del Renacimiento que vienena ser las voces de una pasarela en la historia encargada de unir dos épocasdistintas en cuanto a sus lineas de fuerza y a sus ideales.Se conservaron en el Renacimiento IIluchos di'mento:: Iledi(h~vales vivosy por consiguiente creadores, pudii~ndo hacer suya en este entonces laEdad Media una frase que dice un personaje de una novela de Mark Twain,(~uando advierh,; "yo creo que (~s demasiado prematura la noticia de mimuerte" y sin embargo conviven con esos elementos muchos otnis nuevosy hasta inéditos en la experiencia histÓrica. Efectivamente, en los siglosXV y XVI se conservan aÚn la desconfianza en la naturaleza humana, eL. pc-::iniismo y temor a la muerte y al j uicío finaL. En cambio el Renacinrientoes tambitIl optimismo, fr en el hombre, amor a la vida y por consiguiente,goce de vivir. La Edad Media cs, ante todo, el triunfo de la cristiandadque en el Renacimiento empieza a declinar, entrando en crisis todaslas ideas e instituciones hasta entonces valedera~/, ineluso el papado,Hay la idea muy allaigada de que el Renacimiento de finales del sigloXV y pl"ncipios del XVI quedó circunscrito a un determinado espaciogeográfico; a Italia. Indudablemente, esta creencia se debe a qiie nquíel n,surgimiento de la antigiic(lad clásica fue más decorativo' y (~spectacu.lnr, pero no por ello se (kjÓ de sentir su fUerza en todos los reinos de lacristiandad. Y hasta me atrevo a afirmar, con base en las lecturas deMenéndez Pida!, Ment:ndez relayo, Américo Castro, Montero niaz, SánchezAlbornoz, Garda Gallo, Vicens Vives, entrc los maestros españoles, \' HenriquezUreña, eiitrelos ani('ricaiios, que en España se fue prepar;iiido estefeliz y, a veees, tnigico ellCUl~ntro de ideas antiguas y modernas con prioridadal resto de iiaciones europeas. Si no lograron llegar a la siiitesis, S('debiÓ, indudablemente, al niislJW espíritu antagónico del homhre españolqii(: Uiiamuno ve simholizado en la figura de Don Quijote y Sandio Pan.za, éste representante de un realismo vulgar y toseo y aquél, de un idealismose(:o y formulista que van siempIT juntos, pero que nunca se funden enUIlO.Teniendo presente este antagonismo tradicional español, podemos comprendermejor la teoria de Ramón Menéndez Pidal cuando habla de frutostardíos y frutos precoces en la historia de España. Aquéllos se caracterizanpor la vitalidad y el perfeccionamiento que alcanza el arraigo tradieional,éstos se basan en la pura innovación individual, "por esto Españacs tierra de precursores" nos ha di: deeir el ilustre polígrafo. Y es indudable,segÚn mi leal saber y entender, que en el reinado de los Reyes Cató-PAGINA 68 LQTRIA .
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