111Entró la nocht:, huérfana de luna y de estrellas, como anunciando unatragedia. Desde las siete, una lluvia lenta y menuda se desatÓ sobre laVila, y el río cercano bajaba crecido produciendo gran estrépito, corno sise despeñasen los montes.En las esquinas de las calles encendiéronse faroles, a cuyo rellejo, tenue,advertiase entre la penumbra las siluetas de los centinelas que guardabanel pueblo. En el i:ampanario de la iglesia lanzaban los huhos susgt:midos siniestros.Los hombres caminaban por las calles con el corazón expectante y lasarmas en las manos" al cinto o al hombro. Todas las casas halhibanse ce"n.adas y dentro las mujeres entonaban plegarias. Se aguardaba el ataqueeli' los bandoleros de un momento a otro.Las horas pasaban y pasaban lentas, dilatando la angustia de la espera.Cuando las doce de la noche fueron y, siempre bajo la lluvia tenue,caminando haeia el cementerio iban Pedro Nicolás y su mujer, tratandode no meter ruido y procurando no ser vistos en medio de las tinieblas.Para ampararse de la lluvia, ambos iban envueltos cm mantas que almismo tiempo serviánles para ocultar las herramientaas con que iban a hacersu desentierro. Hubiérales visto alguno en aquella facha, por aquél caminoy a tales horas, y hubiera podido jurar que había visto fantasmas,pues e;;o y no más qUt: eso semejaban los dos entre la noche.Llegados al cementerio, dijo Pedro Nicolás a su mujer:-Bueno, Micaela: mientras yo abro el hueco, aguaita por toditícaspartes, a fin de que nadie vaya a 8orprendernos en este negocio, pues si talcosa sucediera, los dos iriamos a parar a la cárcel en un cerrar de ojos.-Trabaja sin nervios, hombre, --ontéstole Micaela- que YO estaréalerta y, al primer ruido que 'liga o a la primera sombra que vea, te pondréen aviso para que nos ocultemos. Ya en esto habiase puesto PedroNicolás a cavar la tierra (:IH\ devoradoras ansias, ai:raii:ando (;on los pri.meros golpes del barretón una pequeña losa de márniol y una cruz queera todo el adorno que la sepultura de doña Soledad tenia, puesto que dlahabía dado instrueciones a su i:onfesor para que cuando muriese le enterra.æn en la misma tierra y no en bóvedas ni monumento alguno.La lluvia había arreciado un pOl'O más y eon esto vinieroii alguiiostruenos y relámpagos, a la luz de los cuales, las cruces del i:ementerio sev(Jían como un extraño ejército dt~ inmóviles fantasmas con los brufiOS abiertaos.Una bandada de murciélagos revoloteaban sobre las cuhefius de PIJdl'o:'ii:olás y su mujer, al tiempo que las palmeras del camposanto, enl()p.ieci.LOTEIA PAGINA )7
das por e! viento, bailaban como iina danza rnacabra, a la luz de los relámpagosy baj o los gritos del trueno.Micaela comenzaha a arrepentirse de haber cometido aquella barbaridady, secretamente, pedia a la Virgen no les fuese a dejar matar de unrayo por la profanaeÎón que estaban cometiendo, cuando vino a sacada dei;us plegarias la voz de Pedro Nicolás que decía:_, Ya muj er! Ya! Aquí está el caj ón. V oy a anchar un poco másel huei:o para que lo saquemos y veamos lo que contiene.Está bien--contestó Micae!a con tartamuda voz-o Apúrate lo quemás pueda!! que en realidad te digo que estoy muricndome de miedo.Siguió Pedro Nicolás i~avando con todas sus fuerzas, ya metido dentrode! hoyo que había abierto cuando en esto cayó un rayo tan cerca y i:onlal furia que el relámpago y e! trueno dieron en tierra con la pohre Micaela,quien nerviosa como esiaba, creyó que había llegado su fin.-No te asustes mujer -gritóle Pedro Nicolás--,-. Corre a escamparbajo un árbol mientras yo termino este lrabajo qilf ya casi acabado está.--Yo me quedo aqui en el suelo -, respondió Micaela sollozando-o Pe"ro trata de acabar ligero. Padre Nuestro que estás en los cielos... (ycomenzó a rezar)",-,-invoca a ~'anta Bárbara --gritóle desde el hoyo Pedro Nicolás.."porque la tempesiad es muy grande y a lo mejor Dios nos echa un rayoencirna.y como si lo hubiera llamado, un nuevo rayo cayó entonces sobre unade las palmeras del ci:mciiterio, la cual s~~ vino a tierra al tiempo que e!trueno estalló COn10 la di:scarga de un inmenso cañílI.-Dios nos ampare, Micada -exdamó desde el hoyo Peclro Nii:oIÚsycomo advirtiese que su mujer no contestaba asomli la cahe:ra buscánclola,a lo cual descubrilila desmayada, bocarriba y privada del conocimiento ca-SI al alcance de su mano.Salió del huei:o, confundido, creyendo que estaba nlUerta, pero a pococonociii que era el susto que la tenía asi, por lo cual apartóla un pocodel hoyo, y obrando ci'm la mayor rapidcz volvió di: nuevo a su traliaj O.En las grietas d~~ las tumbas viejas el viento al penetrar, producía gemidosextraños, y en todo el eementerio percibíase algo asi como un quejidoprolongailo y fÚNebre que era una canción de muerte.-Ya eslÚ! Ya está!-,dijo dentro del hueco Pedro Nicohis-, contandocon que su niujpr le oia. Y trascurrido que hubo poeo más di: unminuto, y haeienilo los mayores esfuerzos paró perpendicularmente el carcomidoalaÚd dentro del hoyo. JTeeho esto saltó fuera, agarró la fúnebrecaja de la parte que quedábalc a mano, y tirando con todas sus fuerzasnr,ostó el ataúd euan largo era sobre la tierra fangosa del eamposanto.PIIGINA 58LOTERIA
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