Enero Nº 50 - Biblioteca Virtual El Dorado
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LIONl£L W AFERnuestros fusiles, yendo a bordo de los navíos, y hé aquí de qUt- manera:cr;iábanios lodos cinco con tres indios en una canoa que se volrÚ, cuandopasábamos sobre la barra; poco faltó para (iue Copson se ahogara, y conlrahaj o lo sill:amos del agua; pero perdió allí su fusil, que sin duda nohabía ainarrado bien. Salvamos los otros, que estaban sujetos a los ladosinferiorcs de la canoa, que es lo que se acostumbra siempre en las IndiasOceidlèiitalcs. La mej 01' cosa puede hacer voltear la embarcación, v se coirefÍafrecuenlemente el riesgo de perder las armas, si no se luvieri; d cuidadode amarradas a los lados de aquélla.Salinios a la orilla lo mejor que nos fue posible, arraslrando con ilificultada MI' Copson, y corrimos en seguida más cerca ile tierra hasta laisla de la Sonda. Vimos entonces un buque inglés v una tartana españolaque aquél había capturado dos o tres días antes. Pero no podíanios adivinarcual de esas dos embarcaciones estaban en poder de la olra; sin embargo,fasiidiados de vivir eon los indios salvajes, tomamos lèl partido dellegar a di a,; a toda eosla. Tuvimos mucho irabajo en haelJr p,solver ai:uestros rerneros, (iue lemían más que nosotros encontrar alli ¡,s¡'H1ñoles,por ser i',slo;; enemigo:; comunes nuestros. La razÚn r¡ue lcriian, y que nie-HJCe si,r aiiolada. cs que la n,spuesta de sus demonios sobre eso" huquesera posítiva con respecto al inglí,s y muy dudosa en cuanto al otro. Enefecto, la tartana era española ) estaba en poder de los españoles cuandolos magos hicieron su~ sürÜle¡iio'Ò, v ii\Jn algunos d ¡as despui':s hasla que losingleses sc apoderaron de ella.Fuimos, pues, a bordo iId navio inglí,s con Ilueslros Úidios, y si: nosrecíbiÚ con mucha amistad. Mis cuatro compañeros fueroii ..1 .inOIlentoreconocidos v acariciados por toda la gente de la lripulaciÚIi. <strong>El</strong>! cuantoa mi, que esl.aha pínlado y dc:snudo, con un sencillo ccñidor en medio delcuerpo. y una placa di' oro que me colgaha de la nariz sobre la boca, mequedÓ algún tienipo simtado sobre las pantorrilas, a la manera de los naturalisdel país, para ver si me reconocían. Pasó casi una hora sin quenadie se cuidas(: de nií. Pero al fin un tripulante me miró más fijarnenti:(iue los otros, y de rlJpenle empezÚ a gritar: "Ah¡ hí. aqui a nueslrodoctor!" Tan pronlo como pronunció esas palabras se apresuraron todosa darnie el parabien por mi feliz llegada cerca de ellos. Trabají: mdeho enlavarme la pinlura, y, a pesar de mis cuidados, no logré borrarla hasta pa-:;ado un me". Estaba tan bien impresa en el cuti;, sea por lo largo delliernpo o por el ardor del sol, que no habia modo de quiiada sin arraw,:araquélla, Con respecto a MI' Gopson, aunque llegó con vida a bordo ddbuque. nu "e restableeiÚ de sus fatigas ni del mal que hahía sufrido con elPAGINA 39