LIONl!L W AFERte, y se pasaban del uno al otro sus arcos, sus flechas y todus ,-us arrm)s.En fin, el vérLigu nos abandonó a medida que bajamos.Habiendo llegado al pie de la montaña, hallamos un río que curre ha-(;ia el norte, y (;erca de d algunas casas de indios, quienes nos suministraroncon qué saLisfacer nuestro apetito. Eran las primeras casas que veíamoshacía :;ds días; pasamos aUi una noche, y diré de paso que tuve porcama una hamaca amarrada a dos árboles, y una hoja de plátano por cobertor.Partimos de allí al dia siguiente por la mañana, y Ileganios (1 la ríberadel mar en do:; horas. Cuarenta indios de los principales dd país se nosjuntaroii, y despLll:s de habernos dado la enhorabuena por nuestra felizllegada, nm; n:cibieron en sus casas. Estaban todos ataviados con sus máslienuosos vrstidos, los cuales consiste!; en largas batas blancas qm: baj anhasta el Lobillo. guarnecidas de franj as en su parte in ferior. Llevaban,además L1lla pica en la mano. Pero hahlaré más largo de todo (:sto cuandohaga la descripción del país, asi corno de todas las otras particularidadesque observé allí.Preguntamos primcro a los indios si llegarian navíos europcos. \oscontestaron que no sahían nada, pero que se informarían. Entonee:; llamarona uno de sus adivinos, quien se pn~paró con sus compaÌieros para evocaral diablo, a fin de saht:r cuándo llegaría algÚn navío: pues dlos sonaiuy expertos y háhiles en sus diabólicos conjuros. Lo primero que sehizo en la t:asa donde estábamos, fue hact:r una separacilii ("on hamacaspara 11tH: 1m; Paguél.wrf:s lasi llaman a los magos) pudiesf:n estar aparte.Gastaron alp;Ún tiempo en SL1S tortilegios, y les oímos dar gritos y aullidosespantosos; tan pronto imitaban el canto (le las aves como el grito de lashestia;;: unían H .~se ruido d de piedras y conchas que golpeahan entre si,) el de una e;;pecic, de tambores hechos de gaduas; toda esa algazara eraiicompaiiada del ruido dícordante prodLlcido por sartales de grandes huesosde animale;;: se ponían algunas veces a dar alaridos terribles, y de repentese quedahan en un profundo silencio. Después de haberse agitado mucho,sin ohtener ninguna respue:;ta, juzgaron que provenia de que nosotros estábamosen la casa; nos hicieron salir y comenzaron de nucvo toÚas sus cermuonias.No ohtuvieron mejor resultado en esta vez, lo que los obligíi alcabo de más de una hora a registrar nuestro departamento, en el cual encontraroiialgunos de nueslros vestidos colgados en la pared; los arrojaron conmucho dt:sdl,n fuera de la casa, y volvieron a su ejercicio. Pronto salieiuncon la respuesta; pero tan cubiertos de sudor, que se vieron obligadosa haIiarse (:n el río. En seguida nos pronunciaron el oráculo, leI cual de-PAGINA :n
-VIAJES AL ISTMO DEL DARIENcía, en sustancia, que el décimo dia del viaje, que era el siguiente, llegaríandos navíos; que por la mañana del mismo día oiríamos un cañonazo,y algún tiempo después otro; que uno de nosotros moriría poco de¡;pués,y que al ir bordo de esos navios, penler.íamos uno de nuestros fusiles. (9)Todo esto se cumpliÓ ¡ll pie (le la letra. <strong>El</strong> décimo día, por la mañana,oímos un cañonazo, Y algÚn tiempo despui~s otro. Perdimos uno de(9) Los iiidios del Daricn han teiiido en todo tiempo adivinos. Pascualde Aiidagoya dice en sus Relaciones de Sucesos de pedrarias Dávila: "H ahíaaquí algunos particulares que se hacían maestros, que e¡1os les llamaban Te.quina, que leR decían que hablaban eon el diablo (al ciial llamaban Tuira), Ytenía el tequina una choza muy pequeña, sin puerta y por arriba Rin ningunacobija, y Re metia al'í de noche y hacía que hablaba con el diablo, Ymudaba muchas maneraR y tonOR de hablar, y decia al Reñor 10 que a él placía,diciendo que el diablo le reRpondía aqueiio"."Ciertamente hablan con el diab'o", dice Pedro Cieza de León, "los que1Jara ello señalan y le hacen la honra que pueden, teniéndole en gran veneración;'.D. Andrés de Ariza, dice:"En c-ada río, ranchería o población de indio~~ hay para su gObierno unCacique o Capitán que siempre es la pel'ROna de primera clase; de la segundaes el Lere; de la tercera el Camoturo, o tocador de flauta."Suele haber en nn pueblo dOR o más leres; pero entre si y para la plebe,se lleva la preferencia el má~ embustero, charlatán y sectario. Su ejercidoes vaticinar lo que le~ puede suceder a los de su pueblo, a quienes en.gaña fingiendo que habla con el dios chiquito, Y que éste es quien le encarg~la precaución reeiproca de sus personas, para que anden Con mi.icho cui.dado. porque los quieren matar, Y también les persuade que allá arriba en laregión del fuego ve y sabe todo lo que en ella pasa, con otras embusteríasmuy fútiles y despreei¡ihies, que sólo su estolidez admitiera. De cuyas patraIia,anuneiadas por lo~ respectivos lere~, les viene a 'os indioR aquel eRpíritude de~eonfianza Y cobard.í, que reside generalmente en todos; porquepara tcnel'oii siibonlinados le,' hacen creer que han de morii' muerte yio.li\lita a maiios rl~ lo~ guaca": asi 'laman a los blancos 1) españoles."Cuando hay a!wma fiesta e'ás.iea, se dedica anticipadamente el lere alE-l'ear, o a hacer or¡ieiÓn; esto lo practica en un paraje independiente, ('erradoa manera de observatorio, que lj¡,man eL. carro; sus oTaciones se reducena hablar mucho (a que todos lo; indios son propensos) y ha de imitai' pl'ecisamenteen su oraciÓn los balidos y gazneria con que distinguen llE variaR('Rpecies de animales y aves que son vecinas de aquel pueb'o, especialmentelas que son propia' d" sus rnontei'his, pai'a lo enal siempre que van a cazarllcvan al lere para re('!amo, y el que con perfecciÓn no hace esta nianiobra,no lo reputan por buen estudiante. Es tanta la autoi-rliid Y respeto con quese pot'tari los Jeres) qtie cuasi primer'!) "'~ nata eon "iio~' algÚn l1sunto de importancia que con el Cadque siendo gubernativo".PAGINA 38
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