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Enero Nº 50 - Biblioteca Virtual El Dorado

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VIAJES AL ISTMO DEL DARIENseñal de n~gocIJo ) de triunfo. Yo estaba presente cuando se hizo estaoperación u la esposa de Laccnta, y sorprendido de su ignorarwia, no pudemenos (k decirle que si queria, le mostraría un método inás fácil, y quc nocuusaría tanLo dolor a la enferma. "Veamos", me dij o, EnLonces hic(, unaligadura en el hrazo de su niujer con una iira (k corteza de árhol, y h~ahrí la vena con mi lanceta; pero PO(:o faltó para que nii empresa iiie costiisela vida. Tan pronto como Lacenttt vió correr la sangre, que ellos sacabangota por gota, tomó su lanza y juró por su dicnte que si su mujerse vela mal me atravesaría el corazón.l\o manifestÓ nint~iina emociÚn, yle supliqué que luviese un poco de paciencia. Le :~aqu¿' como doce oniasde sangre, y despu(:s dc haberk vendttdo el brazo, ,lisp\Jst~ que deseansastlhasla d día siguiente. Por 10rtuna la fiebre disminuYÓ y los accesos novolvieron. Esto me valiÓ tan gran fama, que Lacenla vino a visitarnie, ycu presencia de iodn su corte se inclinó delante de mi ~ me hesó 1¡1 mano.Entonces todos los demás ,me rodearon, los unos nH~ hesahan la lllRno.. losoLros la rodilla 1" algunos el pie. Fui puesto en seguida en una hamacay llevado (,n homhros de los indios, mientras qUl, L¡H~(,ntn pronunciÓ un discursoen alabanzn mia, cn d ciial me colocó mucho más alto que todos susdoctOlTS. Se me lIev(i (le esta manera (le una plantaciÚn a otra, y viví conmucho hrilo y reputación, gracias a los remedios y a la sangría que hacíaa los que lo ni~cesital)(ll. Aunque había perdido mis i.igii(~ntos y mis emr:laslos,a conseciiencia de Ju huida del negro que mc habí¡i roli;i(lo el morraLconservaha en el bolsilo una caj a de instruiiientos y algunos pocosmedicamentos, que tenía envueltos en un pedazo (le hule.Pasé de esta manera ulgunos meses entre los indios, qlH' me "doraban,por decirlii asi. Algunos (le entre dIos se habían escnpado (Ir la; maw)s(le los espni'oles, de quienes hahían sido esclavos; y supongo que por esar.azón nie pcl1ian el b¡lLitisiio; aunque lo di~sean más bíen por tener un nom-1m, europeo, qw, por ningún conoci mienlo que posean dd CrisLÎanismo.Duranle mi mansión cen:a de Lacenta, lo acoinpañé freciicnteniente ala caza, quc le agradaba mucho, y no le faltaba para (liveriirlo. Fuimos!ma vez hacia el sureste, al principio de la estación seca, y llegamos hastaun río donde los españoles sacaban oro. Creí, por otra parte, que era unode los que van a (J¡saguHI" en el golfo de San MigueL. (8) Habieiilo lIe1ladoa la altura del lugar donik trabajaban, nos escahullimos al través de 'losbosques, y después de habernos apostado delrás de gruesos árholes los ohservanic)sInrgo tiempo, sin que nos descubriesen. lIÓ aqui (te qUt~ !lianera(S) Pl'ob\blemente se trata del río Bal~as o del Marea.PAGINA 84

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