Enero Nº 50 - Biblioteca Virtual El Dorado
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LlONEL W AFERviolenLas lluvia:;, y vuelven con la mi8ma prontitud a 8U primer estado.Pero, volviendo a nuestra8 balsa8, é8ta8 no podían ya 8ervirnol" parabajar iii para atraw8UI' eso:; ríos; de :;uerte que debimos contentanlOS con regre:;ara la plantación india de donde habíamos 8alido. Tomamos, pues,utni vez d camino por donde habíamo8 venido a la orilla del río, y como elhambre nos obligaba u (lirigir la vista a todo lo que podía remediarla, descubriniosULL gaiiio profuiidamente dormido. N08 acefcam08 tanto, que ha.brianios podido arrojariw; sobre él y cogerlo, si uno de nuestros compañerosno hubiera juzgado a propósiLo dispararle un tiro de fusil a quemarropa; perosw:edi,', por desgracia que las balas, que e8taban sin taeo, 8alieron antes deque .!¡,.,parase (:1 fusiL de suerte que el gamo no sufrió más mal que el dedes~)frLar:;e al ruido dela pÓlvora, y pasar el río nadando. No nos vimos,por oLra parte, poco eiibarazad08 cuando nos fue preciso dejar el fio parabusca l' la habitacÎÚii de lo:; indios. Ya hacía ocho días que sólo nos alirnui,llamado bibi (árbol detábanius de frutas de macao y del jugo de un árbolleche), que nos agradó mucho.Despué:; de haber dis(:utido sobre el camino que tomaríanios, resolvimo:;seguir el rastro (le un saÍno o cerdo montés, con la e8peranza de quenos condujese a algún plalanar o a algún campo sembrado de patatas, adonde e:;os animales acostumbran ir a alimentarse. En dedo, nos l1evÚ aunLl antigua planLación, y cerca de una nueva. Aqui fue donde el miedoIIOS sobreeogiÚ, expucstos por una parte a morir de hambre, y por otlU tisufrir el mal humor de los indios, que ereíamos aún irritados contra nosotros.Pero no hahía medio, y se re801vió que uno de nosotr08 iría a lacasa vecina, mientras que los demás se quedarían a distancia para esperarel IThiltado. Fui cn persona, y sucedió que era la casa de donde habíamospartido. Los indios, muy sorprendido8 al verme, comenzaron H inteii)garrl(~SOhlT mudius cosa:;; pero el calor del fuego y el olor di' la (:ar-HC que :;(' asaba, me hicieron caer en un desvanecimiento que puso fin atodas sus pregunLas. Se mostraron muy apresurad08 en hacerme salir dee8e es Lado, y tan pronto coillo volví en mí, me dieron algo que comer. Enseguida me preguntaron dÚnde estaban mis cuatro compañeros, y los enyiarUll'l buscar al momento, pero solo condujeron tre8, pues Gopson 'Sehahitl quedado un poco más lejos y nos trataron a todos con mucha bondad.Los guia" estaban ya de vuelta de la C08ta del norte, y se felicital:)(nmucho de la manera cortés y generosa como los habían tratado nues-Lras gen Les ; de suerLe que los indios habían venido a ser nuestl's buenos,imigos, Aquel que nos había manifestado tanta benevolencia, tan prontocomo notó que Gopson no habia llegado aún, le llevó víveres y lo COlldujoa la plantaciÓn. En una palabra, nos vimos de nuevo tod08 reunidosy se tuvo gran euidado de nosotros.PAGINA 31