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La cultura entre el conflicto y el diálogo 25va a publicar próximamente defiende que podemos considerar a la modernidadcomo un complejo producto simbiótico de ilustración y romanticismo,de racionalidad y sentimiento, de modernidad y posmodernidad. No nosextrañe que, aunque nuestro tiempo esté secularizado, pervivan en él losídolos y los dioses —Salvador Giner—, que se haya sacralizado el mercado—Isidoro Moreno— o los nacionalismos —Salvador Giner—, que convivanla religión y la ideología y que, en definitiva, se haya consagrado lo profano—Salvador Giner—. No nos sorprenda tampoco que esta consagración de loprofano cohabite con la secularización de lo sagrado, el espectáculo con lasfiestas o ritos sagrados —Honorio Velasco, Antonio Miguel Nogués—, eltiempo de fiesta con el tiempo de ocio —Antonio Miguel Nogués— y uncristianismo de base patriarcal con una sociedad democrática que establecela igualdad de las mujeres —M.ª Ángeles Durán—. Y todo ello sin olvidarque, en una estrecha relación con lo que se acaba de decir, la universalidadabstracta y la identidad nacional —Jesús Contreras, Jorge Hurtado— y laglobalización y lo local o la glocalización —Isidoro Moreno, XanBouzada— vayan de la mano, como lo van igualmente la modernización yel mundo tradicional —Honorio Velasco—, las teorías liberales y las comunitariasy el individuo y el ideal comunitario —Salvador Peiró—, el tiempocíclico y el tiempo lineal —Benjamín Oltra—, el tiempo cero o el tiempo delhijo y el tiempo generacional, cíclico —M.ª Ángeles Durán—, el cicloagrario y el ciclo industrial —Antonio Miguel Nogués—, los relativistas ylos fundamentalistas y el multiculturalismo y el multinaturalismo —JoanBestard—.Pero no sólo la modernidad o la globalización presentan una dinámicadual y ambivalente; también el concepto de cultura defendido explícita oimplícitamente por los autores del libro manifiesta este carácter dual. Porejemplo, ésta es definida, al mismo tiempo, como universalista o particularista—Xan Bouzada, Isidoro Moreno, Salvador Peiró, Jorge Hurtado, JesúsContreras y Honorio Velasco—, las dos concepciones dominantes de nuestraépoca, pero que han sido heredadas, respectivamente, de la Ilustración y delRomanticismo —Xan Bouzada—. Además, la cultura es definida también,siguiendo a Weber, como agente de cambio social, y, continuando aDurkheim, como factor de permanencia —Xan Bouzada—. Por eso, losmuseos son considerados como «almacenes de la memoria», «máquinas dela memoria», «herramientas para revisar la historia», «responsables de laconservación o de la reelaboración del recuerdo», destacando, así, sucarácter de monumentos que preservan la memoria, pero contrarrestándoloscon «la fragilidad de las culturas» —Anna Lisa Tota—. Y de ahí que las civilizacionessean vistas desde un enfoque de longue durée, de permanencia,
26 Juan A. Roche Cárcel-Manuel Oliver Narbonasin olvidar que poseen una historia que es tanto lineal como cíclica, es decir,tanto perecedera como recursiva —Benjamín Oltra—. Igualmente, la globalizaciónes percibida desde la perspectiva de la subsistencia y de la renovación,ya que no es un fenómeno exclusivo de nuestra época, pues se inicia almenos hace quinientos años, aunque, eso sí, presenta características diferenciadas—Isidoro Moreno—. También la inmigración es una expresión decontinuidad y de cambio, pues, si bien no es un fenómeno reciente —JesúsContreras— y pervive en ella —al menos desde el siglo XIX— el conceptode movilidad —M.ª José Rodríguez/José Ignacio Garrigós—, evolucionadesde entonces cambiándose el punto de vista de comprensión que sobre lamisma tienen los investigadores —José Ignacio Garrigós/María JoséRodríguez —. En esta capacidad que tiene la cultura para permanecer yvariar no podía faltar la sacralización, que se evidencia en las religiones universales,en el modelo de Estado-Nación, en la lógica del mercado —IsidoroMoreno— y, en general, en la modernidad que está imbricada con lo profanoy la secularización —Salvador Giner, Honorio Velasco—. Ni tansiquiera podemos desprendernos del miedo o del temor, un viejo aliado dela humanidad y de Occidente —como magistralmente nos acaba de demostrarJean Delumeau, en El miedo en Occidente— que, no obstante, hoybusca nuevas máscaras para expresarse, como la de la inmigración —JesúsContreras, María José Rodríguez/José Ignacio Garrigós— o la de la inseguridad,la incertidumbre y el riesgo de nuestra sociedad —Jorge Hurtado—,como tampoco podían suprimirse las numerosas supervivencias culturales—Santiago Fernández Ardanaz—, ni la pervivencia de los rituales tradicionales—Honorio Velasco—. En la misma línea, la asociación entre la fiestay el ocio no ha eliminado la capacidad de aquella para producir sentido culturaly tradición ni tampoco para ser expresión estética y grupal —AntonioMiguel Nogués—. Y si la Fiesta de la Luz o de las Candelas es el residuo deun antiguo rito lustral pagano griego, el de la catarsis, la imagen cristiana deMaria Lactans es una continuación de ideas que se remontan a las diosasindoeuropeas —M.ª Ángeles Durán—. Finalmente, el nacimiento del FCE,aunque está relacionado con el exilio español de 1936, reproduce aspectosque tuvieron lugar ya con la colonización española en México y, específicamente,con la introducción de la imprenta —Fermín del Pino—. En definitiva,todo ello nos revela que la modernización renueva constantemente a latradición y representa un retorno impredecible de la misma —Honorio M.Velasco— y que, por tanto, continúa funcionando con la peculiar maneraque tenemos los occidentales de entender la dialéctica entre el pasado y elpresente, tal y como nos enseñó Hegel.
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26 Juan A. Roche Cárcel-Manuel Oliver Narbonasin olvidar que poseen una historia que es tanto lineal como cíclica, es decir,tanto perecedera como recursiva —Benjamín Oltra—. Igualmente, la globalizaciónes percibida desde la perspectiva de la subsistencia y de la renovación,ya que no es un fenómeno exclusivo de nuestra época, pues se inicia almenos hace quinientos años, aunque, eso sí, presenta características diferenciadas—Isidoro Moreno—. También la inmigración es una expresión decontinuidad y de cambio, pues, si bien no es un fenómeno reciente —JesúsContreras— y pervive en ella —al menos desde el siglo XIX— el conceptode movilidad —M.ª José Rodríguez/José Ignacio Garrigós—, evolucionadesde entonces cambiándose el punto de vista de comprensión que sobre lamisma tienen los investigadores —José Ignacio Garrigós/María JoséRodríguez —. En esta capacidad que tiene la cultura para permanecer yvariar no podía faltar la sacralización, que se evidencia en las religiones universales,en el modelo de Estado-Nación, en la lógica del mercado —IsidoroMoreno— y, en general, en la modernidad que está imbricada con lo profanoy la secularización —Salvador Giner, Honorio Velasco—. Ni tansiquiera podemos desprendernos del miedo o del temor, un viejo aliado dela humanidad y de Occidente —como magistralmente nos acaba de demostrarJean Delumeau, en El miedo en Occidente— que, no obstante, hoybusca nuevas máscaras para expresarse, como la de la inmigración —JesúsContreras, María José Rodríguez/José Ignacio Garrigós— o la de la inseguridad,la incertidumbre y el riesgo de nuestra sociedad —Jorge Hurtado—,como tampoco podían suprimirse las numerosas supervivencias culturales—Santiago Fernández Ardanaz—, ni la pervivencia de los rituales tradicionales—Honorio Velasco—. En la misma línea, la asociación entre la fiestay el ocio no ha eliminado la capacidad de aquella para producir sentido culturaly tradición ni tampoco para ser expresión estética y grupal —AntonioMiguel Nogués—. Y si la Fiesta de la Luz o de las Candelas es el residuo deun antiguo rito lustral pagano griego, el de la catarsis, la imagen cristiana deMaria Lactans es una continuación de ideas que se remontan a las diosasindoeuropeas —M.ª Ángeles Durán—. Finalmente, el nacimiento del FCE,aunque está relacionado con el exilio español de 1936, reproduce aspectosque tuvieron lugar ya con la colonización española en México y, específicamente,con la introducción de la imprenta —Fermín del Pino—. En definitiva,todo ello nos revela que la modernización renueva constantemente a latradición y representa un retorno impredecible de la misma —Honorio M.Velasco— y que, por tanto, continúa funcionando con la peculiar maneraque tenemos los occidentales de entender la dialéctica entre el pasado y elpresente, tal y como nos enseñó Hegel.