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Anarquismo y anarqu.a - Folletos Libertad

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6Erico Malatesta<strong>Anarquismo</strong> y <strong>anarqu</strong>ía 27Capítulo IEl pensamiento <strong>anarqu</strong>istaSe puede ser <strong>anarqu</strong>ista cualquiera sea el sistema filosófico que se prefiera. Hay <strong>anarqu</strong>istasmaterialistas, y también existen otros que, como yo, sin ningún prejuicio sobre los posibles desarrollosfuturos del intelecto humano, prefieren declararse simplemente ignorantes.No se puede comprender, por cierto, cómo es posible conciliar ciertas teorías con la prácticade la vida.La teoría mecanicista, como la teísta y la panteísta, llevarían lógicamente a la indiferencia ya la inactividad, a la aceptación supina de todo lo que existe, tanto en el campo moral como enel material.Pero por fortuna las concepciones filosóficas tienen poca o ninguna influencia sobre la conducta.Y los materialistas y “mecanicistas”, contra toda lógica, se sacrifican a menudo por un ideal.Como lo hacen, por lo demás, los religiosos que creen en los goces eternos del paraíso, peropiensan en pasarla bien en este mundo, y cuando están enfermos sienten miedo de morir y llamanal médico. Así como la pobre madre que pierde un hijo: cree estar segura de que su niño seha transformado en un ángel y la espera en el paraíso... pero entretanto llora y se desespera .Entre los <strong>anarqu</strong>istas hay quienes gustan calificarse de comunistas, colectivistas, individualistaso con otras denominaciones. A menudo se trata de palabras interpretadas de manera distintaque oscurecen y ocultan una fundamental identidad de aspiración; a veces se trata sólo deteorías, de hipótesis con las cuales cada uno explica y justifica de manera distinta conclusionespracticas idénticas.Entre los <strong>anarqu</strong>istas hay los revolucionarios, que creen que es necesario abatir por la fuerzaa la fuerza que mantiene el orden presente, para crear un ambiente en el cual sea posible la libreevolución de los individuos y de las colectividades, y hay educacionistas que piensan que sólose puede llegar a la transformación social transformando antes a los individuos por medio de laeducación y de la propaganda. Existen partidarios de la no violencia, o de la resistencia pasiva,que rehuyen la violencia aunque sea para rechazar a la violencia, y existen quienes admiten lanecesidad de la violencia, los cuales se dividen, a su vez, en lo que respecta a la naturaleza, alcancey límites de la violencia lícita. Hay discordancia respecto de la actitud de los <strong>anarqu</strong>istasfrente al movimiento sindical, disenso sobre la organización o no organización propia de los<strong>anarqu</strong>istas, diferencias permanentes u ocasionales sobre las relaciones entre los <strong>anarqu</strong>istas ylos otros partidos subversivos.Justamente son estas y otras cuestiones semejantes las que requieren que tratemos de entendernos;o si, según parece, el entendimiento no es posible, hay que aprender a tolerarse: trabajarjuntos cuando se está de acuerdo, y cuando no, dejar que cada uno haga lo que le parezca sinobstaculizarse unos a otros. Porque en verdad, si se toman en cuenta todos los factores, nadietiene siempre razón .El <strong>anarqu</strong>ismo se basta moralmente a sí mismo; pero para traducirse en los hechos tiene necesidadde formas concretas de vida material, y es la preferencia de una forma respecto de otralo que diferencia entre sí a las diversas escuelas <strong>anarqu</strong>istas.El comunismo, el individualismo, el colectivismo, el mutualismo y todos los programas inbradospor agrupamientos especiales.En una organización <strong>anarqu</strong>ista todos los miembros pueden expresar todas las opiniones yemplear todas las técnicas que no estén en contradicción con los principios aceptados y no dañenla actividad de los demás. En todos los casos una determinada organización dura mientraslas razones de unión sean superiores a las de disenso: en caso contrario se disuelve y deja su lugara otros agrupamientos más homogéneos.Por cierto, la duración, la permanencia de una organización es condición del éxito en la largalucha que debemos librar, y por otro lado es natural que todas las instituciones aspiren, porinstinto, a durar indefinidamente. Pero la duración de una organización libertaria debe ser consecuenciade la afinidad espiritual de sus componentes y de la adaptabilidad de su constitución alos continuos cambios de las circunstancias: cuando ya no es capaz de cumplir una función útiles mejor que muera .“Nos sentiríamos por cierto felices si pudiéramos todos ponernos de acuerdo y unir todas lasfuerzas del <strong>anarqu</strong>ismo en un movimiento, etcétera...Es mejor estar desunidos que mal unidos. Pero querríamos esperar que cada individuo seuniera con sus amigos y que no existieran fuerzas aisladas, o fuerzas desperdiciadas”.Nos falta hablar de la organización de las masas trabajadoras para la resistencia contra el gobiernoy contra los patrones... Los trabajadores no podrán emanciparse nunca mientras no encuentrenen la unión la fuerza moral, la fuerza económica y la fuerza física que es necesaria paraderrotar a la fuerza organizada de los opresores.Ha habido <strong>anarqu</strong>istas, y los hay todavía por lo demás, que aun reconociendo... la necesidadde organizarse hoy para la propaganda y la acción, se muestran hostiles a todas las organizacionesque no tengan como objetivo directo el <strong>anarqu</strong>ismo y no sigan métodos <strong>anarqu</strong>istas... A esoscompañeros les parecía que todas las fuerzas organizadas para un fin que no fuera radicalmenterevolucionario eran fuerzas sustraídas a la revolución. A nosotros nos parece, en cambio, y laexperiencia nos ha dado ya lamentablemente razón, que este método condenarla al movimiento<strong>anarqu</strong>ista a una perpetua esterilidad.Para hacer propaganda hay que encontrarse en medio de la gente, y es en las asociacionesobreras donde los trabajadores encuentran a sus compañeros y en especial a aquellos que estánmás dispuestos a comprender y a aceptar nuestras ideas. Pero aunque se pudiese hacer fuera delas asociaciones toda la propaganda que se quisiera, ésta no podría tener efecto sensible sobre lamasa trabajadora. Aparte de un pequeño numero de individuos, más decididos y capaces de reflexiónabstracta y de entusiasmos teóricos, el trabajador no puede llegar de golpe al <strong>anarqu</strong>ismo.Para llegar a ser <strong>anarqu</strong>ista en serio, y no solamente de nombre, es necesario que el trabajadorempiece a sentir la solidaridad que lo vincula con sus compañeros, que aprenda a cooperarcon los demás en la defensa de los intereses comunes, y que al luchar contra los patrones y elgobierno que los sostiene, comprenda que los patrones y los gobiernos son parásitos inútiles yque los trabajadores podrían conducir por si mismos la economía social. Y cuando h comprendidoesto es <strong>anarqu</strong>ista aunque no lleve ese nombre.Por lo demás, favorecer las organizaciones populares de todas clases es consecuencia lógicade nuestras ideas fundamentales, y debería por lo tanto formar parte de nuestro programa.Un partido autoritario, que trata, de apoderarse del poder para imponer sus propias ideas, tieneinterés en que el pueblo siga siendo una masa amorfa, incapaz de obrar por sí mismo y, por lotanto, siempre fácil de dominar. Y por ello lógicamente ese partido no debe desear más que lapequeña cantidad de organización que necesita para llegar al poder y sólo la de ese tipo: organi-

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