99 (1991) - Sociedad Española de Estudios Clásicos

42 M . JOSÉ ~ VEGAy tratadistas de retórica y poética tienen la consciencia de estarconstruyéndola y enriqueciéndola: es decir, están afinando la herramientapara dotarla de capacidades. En otros términos, mantienencon la lengua una relación de constructores más que de usuarios.Por ello, la ilustración del vulgar exige dabeur & industrie))(Du Bellay, 1972, 1 3, p. 29) y requiere un trabajo técnico. Estaconcepción activa y constructiva es la que subyace en la Responseaux injures et calomnies deje ne scay quels predicantereaux de Ge-&ve (1563), cuando Pierre de Ronsard expone todo aquello que elfrancés le debe a su intervención poética: ((Adonques pour hausserma langue maternelle / indonté du labeur, je travaillay pour elle /Je fis de mots nouveaux, je r'appellay les vieux / Si bien que sonrenom je poussay jusqu'aux Cieux. / Je fis d'autre facon que n'avoyentles antiques, / Vocables composez et phrases poetiques, /Et mis la Poesie en te1 ordre qu'apres, / Le Francoys fut egal auxRomains et aux Grecw.La ilustración del vulgar se produce mediante una regulacióncon patrones latinos y la asimilación de sus términos, mediante ladigestión de la latinidad -como propone Du Bellay- siguiendoel mismo procedimiento que los romanos con los griegos (((immitantles meilleurs aucteurs Grecz, se transformant en eux, les devorant,& apres les avoir bien digerez, les convertissant en sang &nourriturep cf. Du Bellay 115491 1972, 1 7, pp. 36-7). La regla es unfactor de riqueza (41 est vray que par sucession de tens les unes,pour avoir esté plus curieusement reglées, sont devenues plus richesque les autres)), cf. Du Bellay, [1549] 1972, 1 1, p. 22), y la poéticay la retórica los instrumentos de la agricultura del vulgar.La tesis del voluntarismo lingüístico, que avala la posibilidadde intervención sobre la lengua, es, sin embargo, simultáneamente,una acusación para sus hablantes pasados y presentes: éstos nohan sabido enriquecer -pues de ellos depende- su lengua materna.La disculpa de la negligencia está a cargo del lugar comúnque opone -y complementa- las armas y las letras: en el casoespañol, esto se concreta en la urgencia bélica de la Reconquista(Herrera [1580] 1972, H-1, p. 313). Sin embargo, esta explicación noexpone una situación particular. Muy semejante es la consideraciónde Du Bellay cuando excusa a sus antepasados y connacionalesde la indigencia del francés afirmando que éstos tuvieron enmás estima «le bien faire que le bien dire» (Du Bellay, [1549]1972, 1 3, p. 26), y que, por tanto, han legado a la posteridad losejemplos vivos de la virtud más que sus preceptos («mieux aymans