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<strong>LA</strong> <strong>ANTIDIETA</strong> 69<br />
naturales- comíamos instintivamente lo que con más eficiencia nos<br />
aseguraba la satisfacción de nuestras exigencias vitales, que en nuestro<br />
caso era la FRUTA.<br />
Hay dos consideraciones que son importantísimas para quien quiera<br />
asegurarse de que está haciendo un correcto consumo de fruta. La primera<br />
se refiere al tipo de fruta o zumo de fruta que se ha de consumir, y que es<br />
uno solo: FRESCA. Se trata de una condición sobre la cual jamás se<br />
insistirá demasiado. No se obtiene beneficio alguno de comer fruta que<br />
haya sido procesada o alterada de cualquier manera por el calor. Su<br />
consumo puede ir, en cambio, en detrimento del cuerpo, que solo es capaz<br />
de utilizar la fruta en su estado natural. Tanto las manzanas al horno como<br />
las frutas de lata, las salsas de fruta cocidas y los pasteles son dañinos, en<br />
cuanto no proporcionan al cuerpo sustancias que lo desintoxiquen ni que lo<br />
nutran, y producen en cambio toxinas y acidez; incluso es posible que<br />
lesionen las sensibles mucosas que recubren los órganos. Si obligan al<br />
cuerpo a usar su preciosa energía para neutralizar y expulsar su acidez. La<br />
verdad es que la fruta es por naturaleza un alimento delicado, y la cocción<br />
destruye su valor potencial.<br />
Es indudable que en este aspecto la teoría de la macrobiótica (que<br />
desaconseja el consumo de fruta) discrepa del punto de vista de la higiene<br />
natural. Durante mis diez últimos años de práctica privada he tenido<br />
ocasión de asesorar a docenas de entusiastas de la macrobiótica, que<br />
acudían a mí porque no se sentían bien después de una prolongada<br />
adhesión a las prácticas macrobióticas. Pasadas varias semanas de dieta<br />
higiénica, todos ellos sintieron una mejoría en su estado general. Yo<br />
atribuyo la rapidez y facilidad de la mejoría al hecho de que contaban con<br />
la buena base previa de la macrobiótica, que está muy por encima de la<br />
dieta promedio de los norteamericanos, por más que su mala interpretación<br />
de los beneficios de la fruta (que para ellos no se ha de comer cruda) la<br />
coloque en situación de desventaja. Esta es una concepción errónea. Toda<br />
la fruta que se consuma debe ser fresca y cruda; de otra manera, se<br />
perderán los múltiples beneficios que aquí describimos. Lo mismo vale<br />
para el zumo de fruta: debe ser fresco. Si ha sido pasteurizado, como<br />
sucede con el zumo de naranjas que se prepara a partir de.concentrados, es<br />
puro ácido ya desde antes de que te lo bebas. Y beber un líquido que es<br />
puro ácido en nada ayuda a perder peso, todo lo contrario.