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igualdad de oportunidades - Ministerio de Educación de San Juan

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10 EXPLORA | CIENCIAS SOCIALES<br />

señala la OIT en su Segundo Informe global<br />

sobre Discriminación). Esta situación obe<strong>de</strong>ce<br />

al racismo social e institucional –exis-<br />

tente durante los tiempos coloniales e incluso<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia– y se<br />

suma, a<strong>de</strong>más, a la negación actual <strong>de</strong> sus<br />

<strong>de</strong>rechos como pueblos diferenciados que<br />

conviven en nuestro planeta.<br />

En América Latina, los pueblos indígenas<br />

son los que más probabilida<strong>de</strong>s tienen <strong>de</strong><br />

realizar trabajos en el sector informal o mal<br />

remunerado. La discriminación en la remuneración<br />

<strong>de</strong> estos trabajadores se refleja<br />

en el pago <strong>de</strong> salarios muy inferiores por<br />

la realización <strong>de</strong> un mismo trabajo, una<br />

retribución parcial o totalmente en especie,<br />

y retrasos en los pagos. En promedio,<br />

los trabajadores aborígenes ganan la mitad<br />

que los trabajadores no aborígenes, y entre<br />

el 25% y el 50% <strong>de</strong> la diferencia salarial<br />

se <strong>de</strong>be a la discriminación y a factores no<br />

tan claramente observables, como a la falta<br />

<strong>de</strong> oportunida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> educación <strong>de</strong> calidad.<br />

Los pueblos aborígenes son también vulnerables<br />

al trabajo infantil, cuya inci<strong>de</strong>ncia es<br />

significativamente mayor y más persistente<br />

entre los niños aborígenes que entre los que<br />

no lo son (Hall y Patrinos, 2004). Debido a<br />

la situación <strong>de</strong> exclusión, también se observan<br />

bajos logros educativos, pese a que<br />

el número <strong>de</strong> años <strong>de</strong> escolarización <strong>de</strong> la<br />

población en general ha aumentado. Pero<br />

incluso consi<strong>de</strong>rado el factor educativo,<br />

una proporción importante <strong>de</strong> la diferencia<br />

salarial entre trabajadores aborígenes y no<br />

aborígenes sigue sin otra explicación que no<br />

sea lisa y llanamente la discriminación.<br />

Una consecuencia <strong>de</strong> estas prácticas es<br />

que una parte significativa <strong>de</strong> los trabajadores<br />

y trabajadoras agrícolas en régimen<br />

<strong>de</strong> servidumbre son aborígenes. Generalmente,<br />

el racismo –en que se funda la<br />

discriminación en general y en el trabajo<br />

en particular– se oculta con un mecanismo<br />

<strong>de</strong> “naturalización” (“estos pueblos están<br />

acostumbrados al trabajo duro”, “ellos no<br />

pa<strong>de</strong>cen como nosotros la intemperie”,<br />

“los nenes indígenas son fuertes, están listos<br />

para el trabajo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muy chicos”, etc.).<br />

La historiografía oficial argentina fue eficaz<br />

en borrar <strong>de</strong> sus manuales todo registro<br />

<strong>de</strong> la conquista violenta <strong>de</strong> los pueblos<br />

originarios, su lucha por <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r su tierra<br />

y su cultura y el pensamiento <strong>de</strong> muchos<br />

LA CONDICIÓN DE ORIGINARIO COMO ESTIGMA<br />

Con la conquista, y en base a un error histórico-geográfico, se <strong>de</strong>nominó a los<br />

pueblos americanos como “indios”. Posteriormente, comenzó a nombrárselos<br />

como “indígenas”, “aborígenes” o “naturales”. En todos los casos, bajo una<br />

única <strong>de</strong>signación se homogeneizó una inmensa variedad <strong>de</strong> culturas, completamente<br />

distintas entre sí. Este fue un primer proceso simbólico <strong>de</strong> reducción<br />

<strong>de</strong> las diversas i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s culturales a una única i<strong>de</strong>ntidad impuesta: indio<br />

como equivalente a “bárbaro” o “salvaje”. Durante la organización nacional<br />

se estableció una clasificación <strong>de</strong> los grupos humanos que iba <strong>de</strong>l “salvaje<br />

incivilizable” (el “indio”), pasando por el gaucho –“bárbaro pero civilizable”–,<br />

hasta los “ciudadanos civilizados” <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong> europeos.<br />

Luego, y como consecuencia <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spojo <strong>de</strong> sus tierras y sus recursos, los<br />

indígenas fueron equiparados al concepto <strong>de</strong> pobre y se les atribuyeron<br />

todos los atributos con los que se estigmatiza la pobreza: vago, <strong>de</strong>lincuente,<br />

ladrón, mentiroso, sin educación, etc. La fuerza <strong>de</strong> este estigma se manifiesta<br />

aún hoy en la dificultad <strong>de</strong> pensar en la i<strong>de</strong>ntidad particular <strong>de</strong> cada<br />

pueblo indígena y en su cultura separada <strong>de</strong> la pobreza.<br />

<strong>de</strong> los in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ntistas. De esta manera se<br />

construyó una hegemonía basada en una<br />

visión parcial y falseada <strong>de</strong> nuestra nación:<br />

una nación blanca y europea, que intentó<br />

ocultar el genocidio inicial –la sujeción <strong>de</strong><br />

los pueblos originarios– y que también<br />

<strong>de</strong>sconoció la historia <strong>de</strong> cada región y<br />

provincia. Sobre estos hechos históricos se<br />

construyeron las bases <strong>de</strong> la discriminación<br />

racial, política, social, económica y cultural<br />

<strong>de</strong> los pueblos originarios en la Argentina.<br />

La búsqueda <strong>de</strong> argumentos que justi-<br />

INADI

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