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Neurociencia del consumo y dependencia de sustancias psicoactivas

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NEUROCIENCIA DEL CONSUMO Y DEPENDENCIA DE SUSTANCIAS PSICOACTIVASdad entre ambos trastornos. Aunque muchos <strong>de</strong> los mecanismos neurobiológicosantes mencionados son especulativos, la reciente atención puesta en la cuestión <strong><strong>de</strong>l</strong>a comorbilidad ha provocado el inicio <strong>de</strong> múltiples estudios clínicos y preclínicos.Estos estudios investigarán directamente la neurobiología <strong><strong>de</strong>l</strong> cómo y porqué haytantos pacientes esquizofrénicos que usan <strong>sustancias</strong> <strong>psicoactivas</strong>, en comparacióna la población general y pacientes con otros trastornos psiquiátricos.DepresiónLa comorbilidad <strong>de</strong> la <strong>de</strong>presión con el uso <strong>de</strong> <strong>sustancias</strong> es <strong>de</strong> gran importancia,por la prevalencia en general alta <strong>de</strong> trastornos afectivos y <strong><strong>de</strong>l</strong> estado <strong>de</strong> ánimo.Aproximadamente un 8 a 13% <strong>de</strong> la población general experimenta <strong>de</strong>presiónclínica durante su vida (Regier y colab., 1990; Kessler y colab., 1994). La comorbilidadcon el uso <strong>de</strong> <strong>sustancias</strong> es 32%, con una proporción <strong>de</strong> probabilidad <strong>de</strong>2.6. Es <strong>de</strong>cir, los individuos con un trastorno afectivo tienen 2.6 más probabilida<strong>de</strong>s<strong>de</strong> usar <strong>sustancias</strong> <strong>psicoactivas</strong> que la población general (Regier y colab.,1990). Consi<strong>de</strong>rando separadamente los diversos trastornos afectivos, eltrastorno bipolar tiene el valor <strong>de</strong> comorbilidad más elevado, y más <strong><strong>de</strong>l</strong> 60% <strong>de</strong>quienes sufren esta enfermedad usan <strong>sustancias</strong> <strong>psicoactivas</strong>, comparado a un27% o más <strong>de</strong> quienes pa<strong>de</strong>cen <strong>de</strong>presión mayor unipolar. La siguiente discusiónse centrará en la <strong>de</strong>presión mayor unipolar, porque es el más común <strong>de</strong> lostrastornos afectivos (Regier y colab., 1990; Kessler y colab., 1994).Tabaquismo y <strong>de</strong>presiónExisten varios vínculos estrechos entre los trastornos <strong>de</strong>presivos mayores y eltabaquismo. Los estudios han <strong>de</strong>mostrado que hasta un 60% <strong>de</strong> los fumadores tienenun historial mental (Hughes y colab., 1986; Glassman y colab., 1988), y la inci<strong>de</strong>ncia<strong>de</strong> trastornos <strong>de</strong>presivos mayores entre fumadores es dos veces mayor queentre no fumadores (Glassman y colab., 1990). A<strong>de</strong>más, los fumadores con historial<strong>de</strong> <strong>de</strong>presión clínica tienen la mitad <strong>de</strong> probabilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> fumar que losfumadores sin tal historial (14% contra 28%) (Glassman y colab., 1990).La cesación <strong>de</strong> fumar provoca un síndrome <strong>de</strong> abstinencia adverso en humanos(Shiffman y Jarvik, 1976; Hughes y colab., 1991), componentes que pue<strong>de</strong>n manifestarsedurante 1 a 10 semanas (Hughes, 1992). La <strong>de</strong>presión es uno <strong>de</strong> los síntomascentrales <strong><strong>de</strong>l</strong> síndrome <strong>de</strong> abstinencia <strong>de</strong> tabaco, y la experimenta una granproporción <strong>de</strong> personas que intentan <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> fumar (Hughes y colab., 1984; Westy colab., 1984; Glassman y colab., 1990; Hughes, 1991, 1992; Hughes y Hatsukami,1992; Glassman 1993; Parrott 1993; American Psychiatric Association 1994;Hughes, Higgins y Bickel, 1994). La mayoría <strong>de</strong> los investigadores <strong><strong>de</strong>l</strong> campo postulanque fumar es una automedicación <strong>de</strong> los síntomas <strong>de</strong>presivos; esta sintomatología<strong>de</strong>presiva pue<strong>de</strong> ser anterior al tabaquismo, o pue<strong>de</strong> haber sido inducida porel tabaquismo en sí (Pomerleau, Adkins y Pertschuk, 1978; Waal-Manning y <strong>de</strong>Hamel, 1978; Hughes y colab., 1986; Glassman, 1993; Markou, Kosten y Koob,1998; Watkins, Koob y Markou, 2000).180

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